Frutos

El día que vendrá.

“La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sentás a cenar y la vida, tal como la conocés, se acaba”, escribe la norteamericana Joan Didion en la primera página de su libro El año del pensamiento mágico. Y después de un gran cambio viene un momento en cámara lenta donde reconocemos que algo pasó. Puede llevarnos un rato, o demorarse meses, lo que tarde recalcular. Pasa cuando tomamos una gran decisión o cuando alguien toma una decisión por nosotros, también puede ser. Y también vale para situaciones más pedestres, como cuando nos caemos en la calle y nos palpamos el cuerpo. ¿Qué hago? ¿Cómo sigo? ¿Sigo?
El Covid-19 también nos deja en suspenso. Cuando se vaya, habremos aprendido algunas cosas, como que podemos trabajar desde casa o que no podemos vivir sin… (complételo usted mismo). Pero otras sólo van a quedar en evidencia cuando se retire la marea.
“Yo vivo el cambio como la vida. Estamos evolucionando todo el tiempo. No es que hay un lugar de llegada, es un eterno devenir. Pero sí, hay momentos en la vida que son saltos evolutivos de conciencia más grandes, y los frutos del cambio se hacen más evidentes para los demás”, dice Luciano Porzio, coach y Presidente de Protagonista de Cambio, una fundación que usa las herramientas del coaching ontológico para despejar el camino que conduce hacia donde uno quiere ir.

Ch-ch-ch-ch-changes

¿Cómo definís el cambio?
“Un cambio es una incomodidad, un llamado a la aventura, como dice Campbell. Se produce cuando lo que antes funcionaba ahora deja de funcionar. En coaching lo llamamos nace el quiebre. Algo se desacomoda”, dice Luciano Porzio.

¿Por qué tiene mala prensa?
“Por el temor a lo incierto. El hombre habita un estado anímico de temor producto de muchas variables, pero sobre todo producto de su pasado, de su evolución y su biología… Creció rápido en la cadena y la emocionalidad permanente de confianza, que viene del amor a uno mismo, no lo acompañó. La mayoría de los seres humanos salen a la vida con ese miedo.”

¿Cómo se soluciona este desfasaje?
“El hombre construye su valor basándose en un modelo de éxito que le viene de afuera. Si logro tener una familia y una profesión que me permita darle lo que necesita, entonces seré feliz. Si no, seré un fracasado. Poner el éxito fuera de mí me confina a vivir con miedo toda la vida. Igual, tu alma te va a llevar a donde tenés que ir, va a disparar lo que tenga que disparar para encontrarte con tu yo esencial.”

¿Cómo aconsejarías atravesar este cambio masivo que estamos viviendo a raíz del Coronavirus?
“La invitación que nos hace la vida en este momento es a aceptar lo que está sucediendo como un hecho. Es permitirle a la vida que opere como quiera. La cuarentena te invita a sumergirte adentro tuyo para encontrar tu capacidad desnuda, a hacer un trabajo de introspección para explorar recursos internos que tal vez tenías dormidos. Te invita a convertirte en una persona que no estás acostumbrada a ser, en un ser humano más valiente.”

Secuelas
Apenas podemos espiar el futuro. Todavía estamos demasiado encerrados como para evaluar personalmente la escena, para ver qué quedó en pie y qué se fue para siempre, y esto vale tanto para el paisaje donde vivimos como para lo que somos.
“En las primeras fases de una epidemia, las personas se debaten entre resistirse a la nueva realidad o adaptarse a ella. Pueden armarse un infierno intentando mantener la rutina, o tachando los días para volver a ella”, dice Max Fisher en una nota titulada What will our new normal feel like?, publicada en The New York Times esta semana.
“Porque la liberación, dicen los sobrevivientes, llega con la aceptación de lo que sería inimaginable en tiempos de paz: que vos, como individuo, no tenés ninguna incidencia sobre las fuerzas que alteran, o amenazan, tu vida. Así es como la gente vive en Afganistán todo el tiempo. Es asumir que no tenés ni la menor idea de cómo van a ser las cosas mañana. Se trata de vivir el momento.”
“Durante períodos prolongados de cambios radicales, las personas terminan cambiando”, dice Luka Lucic, psicólogo del Pratt Institute especializado en los efectos de las guerras. “Los sobrevivientes de Sarajevo, por ejemplo, desarrollaron un fino registro de su espacio físico, una habilidad corporal que es el resultado de años de esquivar balas o bombas. Otro ejemplo son las sociedades que sufrieron epidemias de SARS o MERS, y que incorporaron la costumbre de usar barbijos, aún para resfríos de rutina.”

Covid-19 > Covida-20
“Esta pandemia jaquea al cuerpo psicosocial de la humanidad, perfora y activa la red que somos y nos pone a hacer un trabajo adaptativo de transformación. A la vez, nos deja inmersos en el desconocimiento, en el suspenso, en la falta de respuestas, en una incertidumbre sin precedentes. No sabemos qué sigue ni cuáles serán los resultados, sólo podemos procurar que los procesos de prevención, asistencia y toma de decisiones –nuestras y de los líderes– sean los correctos, cuidando solidariamente a los más vulnerables”, dice María Andrea Yannuzzi, psicóloga, PhD en la Universidad de Pittsburgh y terapeuta de negocios.

¿Cómo nos afecta resistirnos al cambio?
“Rechazar (y también elaborar) los cambios que demandan las crisis inesperadas consume mucha energía vital. Cuando el cuerpo y la mente entran en una fase pasiva después de la excesiva presión de los acontecimientos, baja la tensión vital y la mente se queda como sin batería. Es por esto que resulta muy importante mantener una frecuencia vibratoria alta, musical, amorosa, en resonancia con la pulsión de vida.”

¿Es verdad que un trauma se manifiesta después que se va la ola? ¿Bastante después del suceso que le dio origen?
“Efectivamente, algunas personas pueden no mostrar síntomas por semanas o meses, ocasionalmente incluso años. Los síntomas suelen comenzar en los tres primeros meses después del incidente traumático, pero a veces empiezan más tarde. Para que se considere que se trata del trastorno por estrés postraumático, los síntomas deben durar más de un mes y ser lo suficientemente graves como para interferir con las relaciones o el trabajo. Varía de una persona a otra.”

¿Qué es ser resiliente?
“Resiliencia, a la manera de Robbins, sería valorar la dificultad (o incluso la tragedia) como una oportunidad de evolución y de nuevos sentidos. ¿Quedamos atrapados o consideramos estas circunstancias amigas de nuestro crecimiento personal? Aún después de una experiencia altamente traumática se nos presentan opciones y decisiones: ¿nos dejamos ganar por el dolor o nos transformamos con determinación y elevada conciencia para ser y hacer del mundo algo mejor?”

¿Cómo se hace para vivir en la fragilidad de saber que no controlamos nada?
“Sin conciencia, habrá repetición en vez de sanación reparadora. A más contracción y más rigidez, menos fluidez vital. Soltar es aceptar que, en esta experiencia cero, el control es una ilusión. No hay omnipotencia que valga, hacemos lo mejor que podemos, humildemente. Pero es precisamente la conciencia de nuestra fragilidad y finitud la que nos fortalece, porque cada minuto cuenta, vale, se abre y expande en el tiempo que somos.”

En una parte de El año del pensamiento mágico, Didion, que nació y creció en California, cuenta la anécdota de cuando iba a nadar con su marido a un lugar cerca de su casa de Malibu. “Pienso en las veces que entraba con él nadando en la gruta de Portuguese Bend cuando subía el agua cristalina, la forma en que cambiaba, la rapidez y la fuerza que adquiría al estrecharse entre las rocas. La marea tenía que estar en el punto justo para poder entrar en la gruta. Había que estar en el agua en el momento exacto en que la marea alcanzaba ese punto. Como máximo, hicimos eso media docena de veces en los dos años que vivimos allí, pero es lo que recuerdo. Cada vez que lo hacíamos, yo temía perder la subida, quedar atrás, no calcular bien el momento. John nunca tenía miedo de eso. Tenés que sentir cómo cambia el oleaje. Tenés que ajustarte al cambio. Eso me decía.”