Las buenas compañías

En Okinawa, Japón, existe una forma de red social que se llama moai. Se trata de un grupo de cinco amigos que se ofrecen mutuamente apoyo emocional, material o el que haga falta. En general son los padres los que eligen el moai al que uno va a pertenecer, y la sociedad es de por vida. El concepto surge de una forma de reunión espontánea que se daba entre los campesinos del lugar, que se sentaban a conversar sobre los cultivos y sobre cómo podían apoyarse unos a otros los años en los que la cosecha era mala. Un moai es, traducido al lenguaje de hoy, algo así como un grupo gamba que funciona como una familia extendida: te ayuda cuando tenés un problema, te asiste cuando necesitás algo y te sostiene la mano cuando estás en lágrimas. No en vano Okinawa es uno de los top 5 lugares del planeta donde las personas viven más (y mejores) años.

En Occidente no existe todavía algo así, aunque en algunos estados de USA intentaron implementarlo. Hay, sin embargo, países más amigueros que otros, como el nuestro, donde subyace también esa idea de grupo inicial, lo que explica que sigamos viéndonos con los compañeritos de la primaria o del jardín.

Pero en algún momento hay que elegir. En algún momento de nuestra vida empezamos a tener intereses particulares, y esto nos lleva a buscar nuevas compañías, más alineadas con lo que aspiramos a ser. Es entonces cuando dime con quién andas y te diré quién eres deja de ser una frase de abuela para pasar a nombrar el diseño de lo que somos.

¿Cómo se hace?

Redes
Es la forma más fácil de editar la vida. Y no nos estamos refiriendo a si uno prefiere Twitter o Facebook o Instagram, porque en todos ellas puede haber personas y/o mensajes inspiradores. Claro que esto va a depender de quiénes están entre nuestros contactos. Y acá es donde se pone interesante, porque ese ejercicio de limpiar listas, dejar de seguir y bloquear no es otra cosa que un termómetro muy fiel de dónde están nuestros intereses. Además de personas, en las redes hay cuentas de pensadores y filósofos, de cultura y de mindfulness, de bandas de rock y de animales… Un posteo como el que vi yo hoy, por ejemplo, de un ave que se llama jacana africana y que transporta a sus crías protegidas bajo sus alas tuvo el poder de hacerme el día.

Libros
Es la forma más antigua y más hermosa de trasmutar de estado. De sacarse de encima la vida de uno, de poner en suspenso el mundo, de ponerse en suspenso uno mismo y de llevar la mente a donde no puede ir el cuerpo. Es una manera de ser otro, de espoliar ideas nuevas. De aprender.

Curso o taller
Algo nos empieza a gustar, y es como un brote nuevo que registramos adentro… No es mala idea ponerle un tutor y anotarse en algún curso online o presencial para explorar ese deseo. Además, es otra forma de conocer personas de este momento del camino. Tal vez resulta que el curso era malo, pero cuando uno sale de ahí en general se siente como caminando sobre nubes, porque pocas cosas nos hacen sentir tan vivos como hacer lo que nos gusta.

Un imán en la heladera
Una foto, o una frase, o ambas cosas. Cada uno sabe por qué tiene eso pegado en la heladera. Y por qué, cada vez que lo vemos, cada vez, sentimos que nos vuelve el alma al cuerpo, que nos da un subidón y ganas de ir por más. Si esto ya no pasa, puede ser que haya llegado el momento de reemplazarlos por otros. También.

Cambiamos. De íntimos pasamos a extraños. O lo contrario: de repente un amigo casual es nuestro mejor diálogo. Que el culto a la amistad no nos prive de elegir con qué compañías nos sentimos más inspirados. Incluso hay veces que la mejor compañía es el silencio, imperturbable, espiritual. El filósofo suizo Max Picard, nacido a fines del siglo XIX, decía que el silencio tenía vida propia. “No es solamente ausencia de palabras. Es una idea completa en sí misma, positiva… El silencio fue lo primero, incluso antes que la vida. Y después los árboles empezaron a crecer muy despacio… Un pájaro canta en el bosque. Y no es un sonido que interrumpe el silencio. Es como una mirada luminosa que el mismo silencio le dedica a los árboles.”


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