Mujer que camina

Andrea Bursten perdió al padre de sus hijos en 2013. TheG conversó con ella y comprobó que algunas personas sufren sin alardes, que hay mucho para hacer cuando toca un duelo, además de llorar, sobre todo si se tienen hijos chicos. Lidiar con una ausencia es un desafío de todos los días, y es de sabios encararlo como algo que trajo la vida, con obvio dolor pero sin victimizarse. Andrea Bursten es una bocanada de sentido común y de fuerza. El mismo parámetro que usa en su vida profesional: la moda como un estilo consecuente con una personalidad, menos excentricidad y más método, tanto para vestirse como para cuidarse, comida sana, fierros, cara casi lavada pero piel perfecta, es que no habría razón para cubrirse cuando se sale a la cancha con todo lo que se tiene.
Dice la letra de la canción Mujer que camina: Mujer para el sol de mañana / Mujer hasta el borde del alba / Mujer que te pierdo y encuentro / Mujer para afuera / Mujer para adentro / Mujer desafiando a los astros / Mujer que caminas sin rastro / Mujer que me abrazas el alma / Mujer que me robas la calma.
Siete años después de aquella pérdida, Andrea lanzó en pandemia un nuevo emprendimiento, el market place @andrea.bursten, y está de novia con Damián.

¿Por qué lanzar un emprendimiento en plena cuarentena?
Mi proyecto se formó en cuarentena y se desarrolló en cuarentena. Se empezó a armar en junio y lo lanzamos el 8 de agosto. Se gestó por una necesidad de armar un proyecto propio, por mi tiempo libre y por las ganas de contar lo que tengo para contar: la curaduría de las cosas que me gustan, recomendar las cosas que yo elijo y uso.

¿Son productos nacionales?
Sí, todo de acá. Lo que más creció dentro del market es la marca de ropa, Ribero, que empezó tímidamente con 2 ó 3 prendas y tuvo muy buena respuesta. Entonces desarrollamos trajes de baño, otras prendas y ahora estamos diseñando el invierno…

Ribero es el apellido de tus hijos, ¿verdad?
Sí, usamos el nombre porque me gusta, porque suena dulce y un poco también para homenajear a Federico, pero la marca tiene mi impronta: yo soy muy clásica para vestirme, son prendas básicas y clásicas para todo tipo de mujer.

¿Trabajás sola en este emprendimiento?
No, somos 4. Toda la parte de estética, imagen y redes la lleva la hija de Damián, mi novio hace cuatro años. Trabajamos los tres, con Damián también, y un chico en la parte administrativa.

¿Cómo conociste a Damian?
Fue mi novio a los 15. Él se había separado y, por amigos en común de aquella época, nos cruzamos. Y bueno, acá estamos.

¿Y viven juntos?
No, cada uno en su casa.

¿Cómo hiciste para volver a armar la vida?
Bueno, yo creo que todo el tiempo estoy armando. En mi caso particular, recibí una piña de frente muy dolorosa y me tumbó. Desde ahí, muy despacio, empezás a reconstruirte, primero a vos, y después a los chicos que eran muy chiquitos, con todo lo que eso implica y sigue implicando porque su padre no está. Yo volví a formar pareja y estoy súper bien con Damián, que es una hermosa persona, que me cuida, que es un amor, que comparto, que me divierto, que me ayuda en este proyecto y que me empujó a hacerlo. Yo resolví la parte de pareja, si querés, pero la situación familiar quedo medio desarmada con lo que pasó. Por eso digo que uno siempre está construyendo. Yo siempre estoy tratando de mejorar y de estar muy atenta a mis hijos. Siento un peso extra, pero acá estoy. Hago lo mejor que me sale.

¿Tuviste miedo de no superarlo?
Bueno, yo soy inquieta y me gusta mejorar. Tengo padres médicos, psicoanalista y psiquiatra, y tuve una educación muy linda, de mucho acompañamiento y también libre, porque a los 15 empecé a trabajar de modelo en una familia de todos profesionales. Pero me dejaron ser desde muy temprano y me empecé a mover sola desde chica; tal vez fue eso lo que me dio las herramientas para poder salir adelante. Eso y el amor, claro, que recibí de mi gente, de mis amigos, de mi familia. Sigo construyendo.

Publicamos esta semana una nota que se llama Señales, sobre la comunicación con el otro plano. ¿Te comunicás con Federico?
Me encantaría, pero no. Tal vez alguna cosita que yo quise interpretar como una señal, pero nada demasiado concreto. En el momento en que falleció tal vez sí sentía más cosas, pero se fue diluyendo.

¿Y las fechas especiales -cumpleaños, festividades- son especiales?
Sí, claro, son días más difíciles. Yo no soy judía practicante, pero en un momento Federico se acercó al templo y yo me acerqué un poco también, aunque la única fecha que respeto es Yom Kippur: quedó como tradición familiar ir al templo con mi hijo en esa fecha.

¿Cómo hiciste para sostener a tus hijos en el proceso?
Bueno, ser madre es un laburo de todos los días, ¿no? Me cuesta la firmeza, aunque siento que es el camino, junto con el amor y la libertad. Siento que Federico me banca desde su lugar: en las conversaciones, en los recuerdos, en anécdotas, en nuestros hijos que son parecidos a él… Él está, y al mismo tiempo no está. Federico era el alma mater de la familia, el que más empujaba, el de los programas… Cuando él murió, yo sentí que tenía que ocupar ese lugar. Pero la ausencia se siente. Están las dos cosas: su presencia y su ausencia.

¿Hubo un día, o una situación en la que recordás haber sentido uy, creo que estoy un poco mejor?
Bueno, creo que haber encontrado un nuevo amor me puso en otro lugar y me llenó de vida y de alegría y de un montón de cosas. En el momento que creí que había encontrado una nueva pareja, sentí que podía. Porque tenía dudas de si iba a volver a enamorarme… Nuestra relación no fue un flechazo, fue una relación que se fue haciendo. Pero, sí, a medida que pasaba el tiempo y la relación se iba afianzando, fue muy reconfortante.

¿Es distinto el amor?
Sí, es distinto. Además porque es un noviazgo y no tenemos los roces de la convivencia. Igual compartimos un montón y la pasamos muy bien juntos. Él tiene muchas cosas que me enamoran.

¿Esta situación te hizo más fuerte?
Sí, crecí. Una de las pocas cosas positivas de toda la porquería que tuve que vivir es que salí fortalecida, que gané confianza en mí misma. Hacer análisis me ayudó mucho.

Hagamos a la inversa de la pregunta que te hice antes: si vos le tuvieras que mandar una señal a Federico, ¿qué le dirías?
Quédate tranquilo que estamos bien.


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