Esto le cuenta a The Gelatina Caro acerca de ella:
Un poco de (MI) historia
Licencia en Comunicación Social
Madre de Benjamín y Lourdes.
Heredé el amor por la comida de mis 2 abuelas. Soy de las que cree que en torno de una buena comida todo se disfruta más.
En la casa de mi abuela paterna, con Baba al mando, se comen los platos más ricos y sabrosos del mundo! Y Yaya se encarga de supervisar los detalles para que además todo sea lindo e impecable. Ella fue y es el centro de unión familiar. Su casa es punto de encuentro indiscutido para todos sus nietos. ¡Y sus comidas también!
Por el lado de mamá, mi abuela Clelia, como buena hija de italianos, era una fanática de la cocina. Gracias a Dios, ella vivió en mi casa muchos años. Además de reírnos y pasarla bien, nos cocinaba unos manjares que nunca se borrarán de mi memoria. En esta última quedará grabado para siempre el olorcito de la salsa casera que preparaba cada vez que amasaba pasta (ravioles, fideos, ñoquis, canelones). Y digo amasaba en el sentido más literal de la palabra: sin pasta linda, con sus propiasmanos.
Mi mamá, por su parte, no es una fanática de la cocina. Es más bien práctica. Sin embargo, en su casa siempre hubo y habrá comida abundante y rica… Así me crié yo. En esa cultura donde la comida ocupa un lugar importante pero lo práctico también.
Y hablando de mí, esto se ve claramente: Me gusta la comidapero no vivir para cocinar, me gusta que en mi casa se coma bien pero no volverme loca pensando qué preparar todos los días de mi vida.
De esta manera, cuando nació Benja decidí que su alimentación era un tema muy importante para mí. Por eso, quería aprender a organizarme para darle comida rica, variada y nutritiva y noagobiarme y terminar dándole lo mismo todos los días.
De aquí en más, les copio el prólogo del libro donde explico con mayor detalle los sentimientos que viví en el momento que tuve que encarar esta etapa.
Prólogo del libro: Recetas para “Mi” Benjamín
Este libro es el resultado de una necesidad que me surgió como madre cuando Benjamín empezó a comer.
“Pollito con salsa blanca y puré amarillo”.
¿¿¿Qué???
- ¿Cómo se prepara la salsa blanca?
- ¿Puré? ¿Pelar una calabaza y hervirla todos los días?
- ¿Ensuciar una plancha para hacer el pollo?
Algunos pensarán que estas preguntas son ridículas o exageradas, pero basta con hacer un sondeo rápido con unas cuantas madres primerizas para darnos cuenta de que muchas de nosotras nunca habíamos preparado una salsa blanca. Es más, ¡muchas no sabíamos cocinar!
¿No son suficientes los cambios que experimentamos en nuestras vidas y rutinas con la llegada de nuestro bebé como para sumarle, además, el tener que cocinar, dos veces por día, algo rico, sano y nutritivo?
No es una queja, para nada. Pero seamos sinceras. Son muchas responsabilidades nuevas que tenemos que asumir. Y a veces, nos sentimos avasalladas… ¡Tranquilas, a no desesperar! Este libro les va a demostrar algo que yo fui descubriendo a medida que pasaban los días y sentía que Benjamín comía mucho de lo mismo: que preparar un menú variado y rico no sólo es posible sino que, además, es fácil y muchas veces más práctico de lo que pensábamos.
Sabía, por el pediatra y por libros de nutrición y cocina que había leído, que éste era el momento de darle a “Mi” Benjamín la mayor variedad de frutas y verduras para que fuera acostumbrando su paladar a distintos gustos y sabores. Sabía que cuantos más colores y texturas incluyera su dieta, más rica sería en propiedades nutritivas. Sin embargo, a la hora de cocinar, lo primero que se me ocurría era puré amarillo, o de papa, o fideos. Y me di cuenta de que no era la única. A muchas de mis amigas les pasaba lo mismo.
¿Por qué no puré de brócoli? “Porque a mí no me gusta el brócoli, entonces no se me ocurre dárselo a mi hijo/a”, contestan algunas. Y esto es un error. No sólo porque estamos privando al pequeño de probar una comida que es rica en vitaminas y sabrosa en gusto sino que, además, ¡es más fácil de preparar que el puré de calabaza!
Lo mismo pasa con la remolacha, las chauchas, las arvejas… por nombrar algunos otros ejemplos.
Ni hablar de las frutas. “¿Qué le doy de postre? ¿Banana pisada? ¿Manzana rallada?” ¿Por qué no durazno, ciruelas, peras, uvas, pelones?
Estas cuestiones me fueron llevando a concluir que yo quería que mi hijo tuviese la oportunidad de conocer y disfrutar de una gran variedad de alimentos desde bebé por todo lo que nombré anteriormente. Pero también porque a mí me hubiera gustado comer muchas cosas desde chiquita y no tener que aprender a saborearlas de grande.
Teniendo esta premisa como motor, comencé a investigar el tema, a probar diferentes combinaciones de alimentos, a tomar cursos de cocina. Me asesoré con profesionales idóneos en cada área (Nutrición, Pediatría y Cocina) para asegurarme de cuidar cada detalle que mi experiencia como madre únicamente pudiera pasar por alto. Y así llegué a esta lista de recetas que, sin dejar de ser simples y prácticas, brindan una alternativa sana y nutritiva para otro de los tantos desafíos que se nos presentan al ser madres: alimentar bien a nuestros hijos. Y éste es el momento de cimentar las bases para ello. Así que ¡manos a la obra!
Les deseo lo mejor, de corazón.
Carolina Palacios