“Somos depósitos de restos de mundos”, dijo una vez el genial Jacques Lacan. Y aunque este NO es un libro de psicoanálisis, propone una idea que en algún punto se toca con la máxima lacaniana: la raíz de nuestros problemas no está en nuestra experiencia directa sino en lo que traemos con nosotros. Y de qué manera los traumas heredados pueden incidir en nuestra vida si no hacemos algo para romper el círculo.
“Recientes estudios científicos comprueban lo que muchos intuyeron: que un trauma puede pasar de generación en generación. Esto es lo que se conoce como trauma familiar heredado, y existe evidencia que respalda la hipótesis. Un dolor no disminuye solamente por efecto del paso del tiempo. Y aunque la persona que sufrió el trauma en primer lugar ya haya muerto, aún cuando su historia esté sepultada bajo un silencio de años, algunos fragmentos de aquella experiencia, algunos recuerdos y hasta sensaciones físicas pueden sobrevivir hasta hoy. Lo que van a a leer en este libro es una síntesis de mi observación empírica como Director de Family Constellation Institute de San Francisco, y los últimos hallazgos en materia de neurociencias, epigenética y lenguaje”, dice el autor en el Prólogo del libro.
El método que propone Wolynn es a través del lenguaje, naturalmente. “Una constante del trauma es la incapacidad de articular lo que nos pasa. No solamente nos quedamos sin palabras, sino que también algo le pasa a la memoria. Durante un evento traumático, nuestros procesos mentales se fragmentan de tal forma que ya no sabemos si lo que recordamos sucedió o no. En vez de eso, tenemos pedazos de recuerdos dispersos en imágenes, sensaciones físicas y palabras que quedan almacenadas en el inconsciente y que se activan mucho después a raíz de algo que no tiene nada que ver con lo que les dio origen.”
Mediante visualizaciones y diálogo directo, Wolynn propone la reconstrucción de algunas situaciones, y una integración que ya no es determinante sino transformadora. “El vehículo para este viaje es el lenguaje, el lenguaje enterrado de nuestros fantasmas y temores. Es probable que haya algunas palabras que están en nuestra vida desde siempre. Tal vez las pronunciaban nuestros padres, o generaciones anteriores incluso. Es un vocabulario nuclear que pugna por ser oído. Cuando seguimos su pista y escuchamos todo lo que tiene para decirnos, tiene el poder de desactivar nuestros miedos más profundos.”
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