4 hábitos que las personas seguras de sí mismas evitan.
La confianza es una de esas cosas que realmente no se puede conseguir directamente. Incluso a veces focalizar tanto para encontrarla puede ser contraproducente: uno está tan preocupado por tener más confianza que se pone ansioso e inseguro, lo contrario a tener esa confianza interna.
¿Qué pasa si necesitamos un enfoque completamente diferente para generarla entonces? ¿Qué pasa si tener más confianza se trata de lo que menos deberías hacer?
Como psicólogo, trabajo todos los días con personas que tienen problemas graves con baja confianza y baja autoestima. Esto me da una visión relativamente única de este mundo y de cómo funciona: veo patrones y hábitos muy específicos que hacen que las personas la pierdan y se sientan inseguras. Si uno puede identificar estos (malos) hábitos en su propia vida y trabajar para eliminarlos, creo que encontrará que la confianza tiene una forma de aparecer por sí misma.
1. Pedir tranquilidad
Cuando estás preocupado o tenés miedo, nada podría ser más natural que querer estar seguro de que todo va a estar bien:
• Te preocupa que tu hijo esté a salvo en su viaje por la ruta de regreso a la universidad, asíque le mandás un mensaje de texto a él y a sus amigos cada hora preguntando si todo está bien.
• Estás ansioso porque tu esposa esté ofendida con vos por algo porque la ves tensa e irritable, por lo que le preguntas repetidamente si todo está bien y si hiciste algo mal.
• Te preocupa arruinar la entrevista de mañana, asíque pasás la noche antes llamando a amigos y familiares pidiendo consejos y garantías de que todo irá bien.
¡Y funciona! Más o menos…Cuando nos sentimos ansiosos pedimos tranquilidad y la tenemos, nos sentimos temporalmente aliviados de nuestra ansiedad y miedos. Al igual que un medicamento de acción rápida para el dolor, la tranquilidad es excelente para aliviar el dolor emocional y la duda a corto plazo. Pero igual que todos los medicamentos para el dolor, la tranquilidad es una curita que trata los síntomas no la causa. Tal vez obtengas alivio durante unas horas, unos minutos… tal vez sólo unos segundos y después, inevitablemente, el miedo, la preocupación y la inseguridad vuelvan por lo general más fuertes que nunca.
Si bien la búsqueda de tranquilidad se siente bien a corto plazo, empeora tu ansiedad e inseguridad a largo plazo.
Así es como funciona:
• Estás preocupado por algo, ejemplo, por lo que otras personas piensan de vos; o por si alguien está a salvo y te sientes ansioso y esto es una sensación incómoda.
• Es extremadamente incómoda, incluso dolorosa, pero la ansiedad no es peligrosa. No puede hacerte daño, no importa lo intenso que sea. Pero hay que acordarase y aprender que al buscar tranquilidad, le estás diciendo a tu cerebro que la sensación de ansiedad es no peligrosa y necesita ser eliminada. O de lo contrario seguramente sucederá algo malo.
• Así que aunque la búsqueda de tranquilidad a menudo te hace sentir un poco mejor en ese momento, a largo plazo, sólo está intensificando tu ansiedad y baja confianza porque está entrenando a tu cerebro para que “tenga miedo de tener miedo”. Lo que significa que la próxima vez que algo te preocupe, vas a sentir aún más ansiedad y falta de confianza. Y vas a querer esa tranquilidad aún más. Es un círculo vicioso. La solución a este dilema de búsqueda de tranquilidad y confianza continuamente está en algo muy sutíl cuando se trata de miedo:
Sólo porque algo da miedo no significa que efectivamente sea peligroso
• Si querés tener más confianza, tenés que entrenar a tu cerebro para que crea que sentirse ansioso es incómodo, pero no peligroso. Que es algo que podés manejar. Pero tu cerebro nunca va a creer que puedas manejar tu miedo e inseguridad si siempre estás corriendo hacia otras personas para obtener tranquilidad. La próxima vez que te sientas ansioso, valida ese sentimiento como “aterrador e incómodo”, pero recordate a vos mismo que “simplemente tener miedo no es peligroso”. Mostrale a tu cerebro que puedes tolerar sentir miedo sin recurrir a la búsqueda de tranquilidad de otros y te recompensará con confianza en el futuro.
La voluntad de aceptar la responsabilidad de la propia vida es la fuente de la que surge el respeto por uno mismo.
— Joan Didion
#2. Preocuparse por cosas que no se pueden controlar
La preocupación es la otra cara de la rumia. Al igual que la rumiación es un pensamiento inútil sobre errores o cosas malas en el pasado, la preocupación es un pensamiento inútil sobre los peligros potenciales en el futuro, ejemplo:
• Imaginar contarle a tu jefe sobre el error que cometió y quedarse atascado una y otra vez en el peor de los casos.
• Pensar en todas las cosas negativas y críticas que tus amigos podrían estar pensando de vos durante la fiesta.
• Obsesionarse con ese extraño dolor en la pierna, convencerse de que es una enfermedad e imaginar lo horrible que va a ser el tratamiento.
Todos sabemos que la preocupación nos hace sentir horribles, ansiosos y estresados a corto plazo, pero también carentes de confianza y autoestima a largo plazo. Y, sin embargo, seguimos haciéndolo. Una y otra y otra vez. ¿Por qué? La clave para entender la preocupación es que, al igual que la rumia, ¡a muy corto plazo realmente se siente bien! La preocupación nos da la ilusión de control. A un nivel primitivo, creemos que si pensamos lo suficiente y el tiempo suficiente y nos preparamos para cada posible resultado negativo, las cosas serán mejores: las personas que amamos se mantendrán a salvo, se evitarán los desastres, etc. Pero lo más importante es que la preocupación pre-ocupa nuestra mente. Nos da algo que hacer en lugar de simplemente sentirnos asustados, indefensos o inseguros.
El problema es que el acto de preocuparnos entrena a nuestro cerebro para creer que esas cosas imaginarias malas son posibilidades reales y probables, lo que nos mantiene ansiosos y asustados a largo plazo.
Cuando estamos constantemente ansiosos y asustados es terriblemente difícil tener confianza.
A ninguno de nosotros nos gusta sentirse fuera de control. Pero es una verdad fundamental de la realidad que no podemos controlarlo todo, especialmente las dos cosas con las que más nos obsesionamos a veces: el futuro y otras personas.
La clave para deshacer el hábito de la preocupación, reducir la ansiedad crónica y aumentar la confianza es estar de acuerdo con la falta de control. Si podés practicar reconociendo y aceptando el poco control que realmente tenés en tu vida, vas a descubrir que tu confianza crecerá. Y además de eso, tendrás más energía y tiempo para invertir en las cosas sobre las que realmente tenés control. Si querés tener confianza dejá de preocuparte por la vida que no tenés y asumí la responsabilidad de la vida que sí tienes.
En lugar de preocuparte por lo que no podés controlar cambiá tu energía hacia lo que puedes crear.
— Roy T. Bennett
#3. Pensar en los errores del pasado
La rumiación es una forma de pensar en la que revisamos y repetimos -repetidamente-errores anteriores o eventos negativos del pasado; incluso pensamos que hacerlo no tiene ningún beneficio real, pero tiene el efecto secundario de hacernos sentir mal con nosotros mismos:
• Acostados en la cama repitiendo el error que cometiste en la presentación en el trabajo durante horas.
• Repitiendo que estaban siendo demasiado críticos y e insensibles en esa reunión.
• Meditando sobre los errores que cometiste como padre cuando tus hijos eran chicos.
Pero si la rumiación es tan inútil y solo nos hace sentir mal con nosotros mismos y nos deja sin confianza, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué se siente tan compulsivo y no podemos frenar? Al igual que la búsqueda de tranquilidad, la rumia funciona en un sentido superficial. Pues la rumiación es una forma de pensar muy cercana a la resolución de problemas, el análisis y la reflexión, todo lo cual tiende a ser útil y positivo. Así que cuando rumiamos, a menudo nos sentimos como si estuviéramos haciendo algo constructivo, ¡estamos pensando en ello, y pensar siempre es bueno!
En realidad no. Incluso si un hecho es cierto: cometiste errores como padre, arruinaste una parte de tu presentación, seguir pensando en ello no es necesariamente útil.
Esta es la distinción clave:
El hecho de que algo sea cierto no significa que pensar más en ello sea útil.
A pesar de que la rumiación erosiona nuestra confianza y bienestar a largo plazo, fácilmente nos volvemos adictos a ella porque en realidad se siente bien a muy corto plazo. Nos hace sentir competentes y proactivos, lo que alivia brevemente la fuerte incomodidad de la impotencia.
Date permiso para vivir la vida en el futuro en lugar de mantenerte prisionero del pasado.
Cuando se han cometido errores, en realidad no podemos cambiarlos. Intelectualmente, esto puede sonar obvio, pero experiencialmente es un hecho que evitamos y esto es dificil de reconocer.
La clave para deshacer el hábito de la rumia y la autocrítica inútil es darse cuenta de lo que se está obteniendo de ello y de cómo realmente no vale la pena.
¿El alivio temporal de la impotencia realmente vale la pena a largo plazo al punto de cómo me tortura y afecta mi confianza? ¿Es esa breve sensación de “¡puedo resolver esto!” ¿Realmente vale la pena una noche de sueño terrible y lentitud al día siguiente?
Aprendé a aceptar la impotencia y la incertidumbre. Cometemos errores. Y a menudo no podemos hacer nada al respecto. Así es la vida. Lo mejor que podemos hacer es trabajar para ser mejores en el futuro. Y una de las mejores maneras de ser mejor en el futuro es mejorar nuestra confianza y autoestima.
Así que dejá el hábito de la rumiación y date permiso para vivir la vida en el futuro en lugar de mantenerte prisionero del pasado. De una vez.
En el proceso de dejar ir, perderás muchas cosas del pasado, pero te encontrarás a ti mismo.
— Deepak Chopra
#4. Confiar en los sentimientos para tomar decisiones
Las personas seguras de sí mismos utilizan el razonamiento basado en valores para tomar decisiones, no el razonamiento basado en las emociones. Imagina el siguiente escenario en el que la mayoría de nosotros nos hemos encontrado de una forma u otra:
Tu alarma suena, das la vuelta y ves que la alarma dice “5:00 AM”. Mirás hacia afuera, y aunque todavía está bastante oscuro, de alguna manera sabés que hace frío ahí fuera, hace mucho frío. Por otro lado, ¡tu cama está tan cómoda! Lo que te lleva a una decisión:¿Deberías levantarte e ir a correr como lo habías planeado? ¿O dormir más, darte vuelta y, con suerte, ir al gimnasio después del trabajo?
Después de unas cuantas idas y venidas con tu mente, decidís que hace demasiado frío afuera, te tapás bien, te das vuelta y te volvés a dormir rápidamente.
Este es un razonamiento basado en la emoción. Has tomado una decisión basada principalmente en cómo te sentís en lugar de en qué es más importante para vos. Tu valor era empezar a hacer ejercicio regularmente para mejorar tu salud (¡y tu físico, por supuesto!). Tu sensación era de ansiedad por la incomodidad de correr en el frío y el alivio de tu cama cómoda. En última instancia decidiste quedarte en la cama para evitar la incomodidad de levantarte temprano y salir a correr. Ahora, no estoy acá para decirte que ir a correr a 5:00 AM es bueno o malo, correcto o incorrecto, saludable o no. El punto es que tomás esta decisión y luego eligís actuar de otra manera. Y eso es un problema para tu confianza.
Cuando actuamos constantemente de una manera que es contraria a nuestros propios valores, erosionamos nuestra confianza interna.
Cada vez que decís que algo es importante y después actúas en contra de ese compromiso, le enseñás a tu cerebro que no se puede confiar en vos y que no sos confiable. Y la mayor razón por la que todos hacemos esto es porque nuestros sentimientos nos dicen algo diferente. Nuestros sentimientos y emociones tienden a estar orientados hacia lo que se siente bien a corto plazo: evitar el dolor, sentir placer, eliminar la incertidumbre, etc. Por supuesto no hay nada de malo en ninguno de estos per se. El problema es que la búsqueda de sentirse bien ahora, a menudo viene a expensas de no hacer el bien en el futuro:
• Es difícil comer de forma saludable, mantener el peso y bajar el colesterol (valores), si constantemente decides buscar el placer de un segundo bowl de helado (sentimientos).
• Es difícil escribir finalmente esa novela con la que has estado soñando (valor) si decides constantemente evitar la ansiedad de comenzar un libro y elegir el alivio fácil y la emoción barata de los videojuegos (sentimientos).
Por otro lado cuando hacemos un seguimiento regular de lo que decimos que es importante para nosotros, nuestro cerebro confía más en nosotros. Lo que significa que la próxima vez que nos enfrentemos a algo difícil, es probable que tu cerebro responda con confianza (¡Sí, lo tenemos!) A diferencia del miedo (no lo sé… Parece demasiado difícil. No lo cincreto).
Si querés generar confianza, necesitás cambiar la relación con tus emociones.
Comenzá de a poco con las decisiones con las que querés comprometerte, sabiendo que despacio estás creando confianza en vos mismo. Y cuando tu cerebro realmente comienza a confiar en que sos el tipo de persona que busca lo que es realmente importante, a diferencia de lo que se siente bien o fácil ahora, ahí es cuando llega la confianza.
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad.
— Viktor Frankl
Todo lo que necesitas saber
Si luchás con una baja confianza en vos mismo, una nueva estrategia podría ser abordarla a la inversa: En lugar de tratar de hacer cosas que te agreguen confianza o te hagan sentir más seguro, trabaja en eliminar las cosas que están matando tu confianza.
• Dejá de pedir tranquilidad.
• Dejá de preocuparte por cosas que no podés controlar.
• Dejá de rumiar sobre los errores del pasado.
• Dejá de tomar decisiones basadas en cómo te sientas.
Gracias Nick Wignall 🍒