Editoriales 15 y 16

Mi columna dominical pretende ser realidad (o no) y ficción (o no) semana tras semana. Una mezcla de temperaturas. Es la forma que encuentro para mostrarles que lo importante es lo que pasa entre foto y foto.

Buscaré aquí un guiño que vaya bocetando el propio sistema de creencias de una persona normal, que intenta un balance para que la vida tenga sentido todo el tiempo. Salud!

FRIO Y CALOR

En la edición de este domingo mezclamos algunas de las notas que más placer nos dieron hacer para ustedes por si no llegaron a leerlas.

Y a veces, un poco es así. Simplemente está todo mezclado y frio y calor se sienten juntos.

La escritora Milena Busquets en la novela pone un título pero en la vida piensa lo contrario. Y ahí la admirás como yo para siempre. Que si me la cruzo en la calle la beso en la boca.

Que nota que no quiero dejar de analizar la de “Duelo”. Es que es entrando y saliendo del dolor, que veo que ocurre la magia.

Dice Milena Busquets, autora de la novela “También esto pasará”, que las cosas importantes no pasan, sino que se llevan con nosotros, sino no seríamos nada”. “Cualquier cosa que hayas disfrutado de verdad o vivido intensamente de alguna forma es tuyo aunque ya no esté”. Es una novela corta que recomiendo.

Con su mamá -que murió-, la editora y escritora Esther Tusquets, solían comunicarse por carta cuando tenían algo importante que decirse aunque vivían en el mismo piso.

Fue la muerte que disparó las ganas de escribir este libro para contar el duelo que pasó.

Parece que en el mundo literario acusan a Milena de ser un poco frívola porque ama la moda. Cree que un par de zapatos puede salvarte el día y que la literatura no tiene porqué estar separada de la calle.

Milena cuenta que ella encontró su propia voz, escribiendo en un blog de moda durante mucho tiempo.

A qué voy con esto? un poco lo que dice la especialista consultada en nuestra nota de “Duelo” Andrea Yanuzzi: “cuando algo se ha roto en el tejido afectivo el proceso de duelo puede repararlo.

Y es la activación de los mecanismos de defensa, y la sublimación a una causa:

En un proyecto, en la escritura, en una nueva forma de amor…
Y es fundamental visualizar en situaciones con probabilidades y no proyectar en el futuro la repetición dolorosa e inexorable de lo que pasó.
Activar los mecanismos de la construcción de sentido, desapegarnos de la pérdida y probar nuevos apegos, volver a encender lo que se había ensombrecido y apagado por el dolor.
Otra clave, es no duelar para morir con lo muerto o lo perdido, sino separarse, despedirse, decirle adios”.

Me pareció un ejemplo muy real: Milena, su libro, la forma en que la literatura entra en su vida, en que expresa el dolor, la forma en que cuenta que convive con éste, lo novela y en realidad lo que vive: no seríamos nada si no aprendiéramos a vivir con el dolor.

Y Yanuzzi le da esta dinámica para cerrar su aporte en la nota “Entrar y salir, nunca entregarse de lleno al dolor”. Ojalá puedan leerla.

“Mamá cuando te morís volvés a nacer” me preguntó Isabel mi hija de 7 cuando la busqué el primer día de colegio la semana pasada. Así, de la nada.

Sin dudar le responde que sí. La verdad es que no lo sé. Pero prefiero pensar que si. Lo hago simple. No tengo mucha complicación con esto. O sea con ésto.

“Y es como una fiesta en el cielo”, le agregué.

“Qué bueno”, y ahí quedó.

Lo cuenta otra escritora que me enamoró hace 5 años en su libro “Mujeres que corren con los lobos”, Clarissa Pinkola Estés. Sobre todo cuando realmente queremos transformarnos como mujeres. Este libro es intenso y arrollador. Creo que toda mujer sobre la tierra debería tenerlo en su mesa de luz y leerlo y releerlo.

Clarissa habla mucho del ciclo transformador “Vida, muerte, vida” y de cómo la mujeres deben llegar a sus huesos para transformarse. Y resumiendo mucho su obra maestra habla de la muerte no como una enfermedad sino como una divinidad que sabe cuándo es momento de que los ciclos empiecen y terminen.

Lejos de hablar de algo triste. La vida mucho se trata de esto, creo yo.

Hay una etapa en que los hechos que duelen simplemente: no tienen consuelo. Y siempre lo digo a quien se me acerca con un hecho doloroso, o está por sufrir algo horrible. Hay tiempos que no tienen reparo, que el refugio no funciona casi y que los tiempos son pura pérdida.

Y hay un día en el que por vos o por otros tenés que armar una red de ayuda. Con la familia, con médicos, con nutricionista, con deporte y con trabajo. Y con mucho amor. Y no abandonarla jamás. Y salir adelante. Hasta generarte la vida que te imaginabas para vos.

Y cuando las cosas a mi más me dolieron fue el amor lo que me transformó.

Amor de hijos. Amor de hermanos. Amor de padres. Amor propio. Amor de esas amigas que son hermanas. Y un día llega Juan a mi vida. Sólo el amor transforma. Y este amor cuesta muchísimo sostenerlo y vale cada batalla.

Les comparto íntimamente qué cuando vas saliendo de un duelo, lo desafiante es darte cuenta que uno merece vivir en la alegría de la nueva oportunidad sin viejos patrones y en la paz del nuevo escenario.

Como dice Clarissa, no perder esta confianza de la transformación.

No perder esta confianza de la transformación.

Otra vez, como decimos en The Gelatina, es estar tan conectado con uno, que solo te haga necesitar lo que solamente necesites.

Yo creo que las muertes o los patrones de lo que fuera que duelamos, nos permiten luego de un tiempo prudente, renacer y eso nos da un miedo arrollador. Y quienes nos miran desde arriba o cual fuere ese patrón del pasado hace rato, nos envían sus bendiciones.

Quizás ya estemos benditos. Enhorabuena.

Salud!

L.-