Perricidad

Somos familia.

¿Por qué amamos a un perro y no, por ejemplo, a un lobo? La revista Time dice que la razón radica en un micro componente genético. “Los perros y los lobos comparten el 99.9% de su ADN, lo que los hace casi iguales. Pero en otra parte del genoma hay algunas marcas genéticas que cifran toda la diferencia. En particular en el cromosoma 6 de los perros, las investigaciones encontraron tres genes que contienen un código de sociabilidad que coincide con el de genes similares que tenemos los humanos. Nuestros ancestros no sabían nada de genes, pero sí sabían que, de vez en cuando, uno o dos de esos animales carroñeros de hocicos grandes que ladraban junto a sus fogones los miraban de una manera especial, como prestándoles atención, y en sus ojos había un rastro de dependencia amorosa, lo que les resultaba irresistible. Y entonces los dejaron entrar, para que se protegieran del frío, y eventualmente los llamaron perros, mientras que a esos otros animales parecidos pero no iguales -a esos que llamaron lobos, o coyotes, o chacales– los dejaron seguir su destino salvaje en la naturaleza.”

Algo de ese entendimiento natural entre los humanos y los perros es evidente. Lo que explica, en términos biológicos, que el perro sea el carnívoro que más abunda en el planeta tierra, al menos en las zonas pobladas: hay más de 900 millones de perros en el mundo, y la especie perro doméstico se subdividió en centenas de razas. O lo que también explica, en términos de divulgación, que el algoritmo de Instagram priorice las fotos de perros y de gatos por sobre cualquier otra.

Hijos perros
“Cuando tenía 9 o 10 años, le tenía miedo a los perros. Era la típica nena que era un problema cuando tenía que ir a la casa de alguien que tenía perros, me tenían que hacer upa. Pero ya de grande, cuando me puse de novia con mi actual marido y padre de mis hijos, él me convenció de tener un perro. Entonces llegó Sam, un vizsla que ya tiene diez años. Voy a todos lados con él, donde él no puede ir yo no voy. Lo eduqué con amor, es buenísimo, se sienta, no usa correa… En esta casa los perros son parte de la familia. Al punto que no entiendo la palabra mascota. Y tampoco me considero su dueña, en todo caso soy el humano responsable. Trato de estar a la altura de la fidelidad y el amor que me dan mis perros. Me acuerdo que siempre me decían que cuando tuviera hijos se me iba a pasar el amor por los perros. Pero no, fue al revés: Juana nació prematura y estuvo bastante tiempo internada. Cuando finalmente la trajimos a casa, yo solo quería que la lamieran y la inmunicen.”, dice Angie de Elizalde.

Angie es socia fundadora, junto con Popi Dougall, de Ohmydog, una revista que se vende en kioscos de Argentina y Brasil, y un medio online con 116.000 seguidores, que trata de la vida con perros y gatos. Actualmente Ohmydog organiza también activaciones con marcas a donde van los famosos con sus perros. “Nos dimos cuenta que faltaba en el mercado local una revista que mostrara cómo se vincula la gente con su perro. Lo que no sabíamos era que todos se iban a volver locos por salir en una nota, por mostrar a su perro, puro orgullo. ¡Hasta le hicimos una entrevista a Brigitte Bardot para Ohmydog! Podemos llegar a quien sea a través de su amor por su perro.”

The Gelatina entrevistó a Angie por teléfono y, al rato, nos mandaba por WhatsApp fotos de sus hijos con sus perros. Ella los llama hijos ? e hijos ??: Juana y Otto, Rosa y Sam. Cuando le preguntamos anécdotas sorprendentes de estos nueve años que lleva con la revista, nos cuenta que Mariana Fabiani le puso ortodoncia a su perro porque tenía mal la mordida y no podía comer bien, y que Luisana Lopilato chequeaba la respiración de su perro a la noche cuando dormía, como hicimos todas las madres primerizas alguna vez. Cuidarlos borra el límite entre lo humano y lo animal.

Quién cuida a quién
Abundan los estudios científicos que ponderan los beneficios de tener mascotas. Entre los psicológicos y emocionales, tener un animal en casa dispara las endorfinas y la oxitocina, esos químicos naturales que nos hacen sentir contentos y relajados. Acariciar a un perro tiene el poder de regular la presión sanguínea, y es imposible pasar por alto su lealtad, que se hace evidente cuando se acercan a la puerta cuando llegamos a casa o cuando se mimetizan con nuestros problemas de salud o nuestra tristeza. Además, sacar a pasear al perro tiene un impacto en la salud de su dueño, porque lo obliga a hacer ejercicio cardio-vascular.

Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine reveló que un grupo de niños amish de Indiana que crecieron junto a animales de corral presentaron índices muchos más bajos de asma y otras enfermedades alérgicas que un grupo de niños criados en campos tecnológicos de North Dakota sin ningún contacto con animales. Los niños amish casi no registran enfermedades inmunológicas porque crecieron junto al ganado y sus bacterias naturales, como lo hicieron nuestros ancestros durante miles de años. Pero, ¿no es que los gatos transmiten toxoplasmosis, y que las tortugas -y a veces también los gatos y los perros- pueden transmitir salmonella? Se previene lavándose las manos.

Amor que cura
Patricia Medardi es veterinaria, madre de tres y fundadora del primer criadero de Australian Labradoodles de América Latina.

“Cuando recibimos el diagnóstico de TGD (trastorno generalizado del desarrollo) de mi hijo Mateo, empecé a investigar y a pensar cómo hacer para amalgamar mis dos pasiones, la de mamá y la de veterinaria. Entonces trajimos un perro para reforzar las tareas diarias, y se fue incorporando a sus terapias, siempre dirigido por sus terapistas”, cuenta Patricia.

“Por su temperamento, los Australian Labradoodles son perros muy predecibles y equilibrados emocionalmente. Resulta muy fácil convivir con ellos, aunque no son tan buenos para la defensa ni para la guardia. Algunos de mis perros los dono a instituciones donde puedan ayudar. Por ejemplo, Kyra, una perra mía, trabaja en la Clínica Los Arcos brindando apoyo emocional en el Área de Pediatría. Otro de mis perros está en la Procuraduría de la Ciudad de Buenos Aires, en el Área de Minoridad del Poder Judicial, donde acompaña a los niños que sufrieron distintos tipos de abuso en sus declaraciones en Cámara de Gesell”, cuenta Patricia.

Alan Beck, director del Center for the Human-Animal Bond de Purdue University dice: “Un animal adentro de un hospital solía ser una pésima idea, porque se pensaba en los riesgos de infección. En la actualidad, cualquier hospital de niños que se precie tiene al menos alguna clase de programa con animales.”

“El auge de las terapias con animales está respaldado por cada vez más estudios científicos que prueban que el sostén emocional -un antídoto contra la ansiedad y la soledad- viene en cuatro patas, no ya en dos. Cualquier clase de animal ayuda a calmar el estrés, el miedo y la ansiedad en niños, pero también en personas mayores y en todas las edades del medio”, dice la revista Time.

Cómo se cuida a un perro
“Lo más importante es el concepto de tenencia responsable. Una mascota es una vida que hay que respetar mucho. Por eso yo no estoy indiscriminadamente a favor de que todo el mundo tenga un perro: hay que tener tiempo para dedicarle. Tenencia responsable significa darle al animal las condiciones sanitarias que necesita: saber que vamos a tener que vacunarlo y a ocuparnos del tema de la esterilización, que es fundamental para evitar toda esa cantidad de cachorros que quedan sueltos y no son de nadie, también a nivel Salud Pública”, advierte la veterinaria Patricia Medardi.

¿Cuánto cuesta tener un perro?
“Todo lo que se invierte en su cuidado se gana en su sanidad. Si querés que esté bien le das un buen alimento, y esto se va a reflejar en su pelo, en su regulación intestinal, etc. El alimento es una de las variables más caras. Después, tenés vacunas anuales y algunas semestrales, y antiparasitarios cada tres meses y control de parásitos externos…”

Cuando éramos chicos, nadie cuidaba a los perros, que se alimentaban de las sobras de la mesa. ¿Cómo pasamos del estado salvaje a este cuidado?
“Bueno, antes el promedio de vida de un perro era mucho menor y podía pasarse la vida con diarrea y nadie se daba cuenta… Sobrevivía. El aparato digestivo de un perro es muy delicado, comparable al aparato digestivo de un niño de menos de cinco años. Los perros de antes, esos que crecían en libertad en la estepa y comían huesos, no tienen nada que ver con el perro doméstico. Un hueso a un perro de casa le puede perforar el intestino. La genética se va adaptando al medio ambiente.”

¿Cuánto viven en promedio los perros?
“Depende de la raza. Por regla general puedo decir que cuanto más grande es de tamaño, menos vive. Si comparamos por ejemplo un gran danés con un caniche toy, el gran danés a los 6 años ya entra en la tercera edad y el caniche, a los 8.”

¿Qué otros cuidados necesitan?
“Tenencia responsable no es atarlo en el fondo del jardín y escucharlo ladrar de lejos. Es darle su lugar en la familia. Mis perros duermen adentro, pero no en mi cama ni en el sillón: tienen sus colchonetas adentro.”

¿Un perro puede ser feliz en un departamento?
“A mí lo que de verdad me parece importante es el tiempo que vas a dedicarle. Si haces home office, el perro va a ser feliz porque vas a estar con él y lo vas a sacar a pasear… Si tenés un jardín gigante pero te la pasás de viaje, es otra cosa. Pero, bueno, si tenés un perro tipo deportivo por ahí sufre en un departamento si no tiene donde moverse.”

Tal vez esta nota sirva para cambiar las premisas. Ya no se trata de que lo que puede aportar un perro a la salud física y emocional de una persona sino de lo saludable que está una persona cuando decide tener un perro. No es el perro el que me hace bien. No es él quien me mejora el corazón (también), sino mi corazón expandido el que le da una casa.