Mi columna dominical pretende ser realidad (o no) y ficción (o no) semana tras semana. Una mezcla de temperaturas. Es la forma que encuentro para mostrarles que lo importante es lo que pasa entre foto y foto.
Buscaré aquí un guiño que vaya bocetando el propio sistema de creencias de una persona normal, que intenta un balance para que la vida tenga sentido todo el tiempo. Salud!
FRÍO Y CALOR
Si hablamos de peleas, también hablemos de amor.
Y de este poema.
El poema número veinte. Me ha perseguido toda mi juventud. Me se sus versos de memoria.
Aqui va.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)
*Lala escuchaba esta canción mientras lo escribía:
L.-