“Después de milenios plenos de brutalidades de unos contra otros, tanto entre individuos como entre grupos, ahora se nos ha hecho evidente que la inseguridad que se encuentra bajo la percepción del poder como algo externo no puede ser remediada por la acumulación de poder externo. Es evidente la comprobación de que la percepción del poder como algo externo sólo produce dolor, violencia y destrucción, y no solamente a través de cada una de las noticias de los programas informativos y de los diarios de la tarde, sino también por cada uno de nuestros insignificantes sufrimientos en tanto que individuos y como especie. Así es como hemos evolucionado hasta ahora y esto es lo que estamos abandonando en este momento.
Nuestro entendimiento más profundo nos conduce a otra clase de poder, un poder que ama la vida en cualquier forma en que ésta se nos muestre, un poder que no juzga lo que se le presenta, un poder que percibe lo significativo y las intenciones hasta del más ínfimo detalle sobre la Tierra. Éste es el auténtico poder. Al sintonizar nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestras emociones con la parte más elevada de nosotros mismos, nos llenamos de entusiasmo, de objetivos y de significado. La vida es rica y plena; dejamos de tener pensamientos rencorosos, y tampoco recuerdos del miedo. Nos hallamos alegre e íntimamente comprometidos con nuestro mundo. Ésta es la experiencia del verdadero poder.
Este poder auténtico hinca sus raíces en la fuente más profunda de nuestro ser. El verdadero poder no puede comprarse, heredarse o acumularse. Una persona auténticamente poderosa es incapaz de convertir a otra en su víctima. Una persona auténticamente poderosa es tan fuerte, tiene tal poder, que no acepta en el interior de su conocimiento la idea de utilizar la fuerza contra otra.”