El boom del autoconocimiento.
El eneagrama es un método de exploración personal muy antiguo. Ayuda a entender nuestras fortalezas y limitaciones, y a identificar los patrones en los que caemos repetidamente. Su nombre deriva del griego ennea, que quiere decir nueve. Según este modelo, existen nueve personalidades tipo en la naturaleza humana. Conocer a cuál pertenecemos nos coloca en un lugar, lo que para algunos es práctico porque recorta un poco el misterio del universo que somos.
“Durante dieciséis años las búsquedas de la palabra eneagrama en Google se mantuvieron más o menos estables, pero en 2017 se registró un pico que sigue hasta ahora. En agosto pasado, por primera vez en la historia, una ONG llamada The Narrative Enneagram se quedó sin vacantes en ninguno de los seis talleres que da en Menlo Park, California. El eneagrama está expandiéndose como nunca. Este boom, que hasta antes de la pandemia incluía reuniones de seguidores y clases en vivo, forma parte del mismo fenómeno que algunos relacionan con el resurgimiento de la astrología: en tiempos turbulentos, las personas buscan solaz en la religión o en otros rituales menos tradicionales. Cuando el mundo se pone especialmente caótico, dice Fran Grace, profesor de religiones en la Universidad de Redlands, buscamos herramientas que nos ayuden a cambiar lo único que podemos controlar: a nosotros mismos”, dice una nota titulada Enneagram tests are having a moment que publica Los Angeles Times.
Los tests de personalidad están en auge. Es la costumbre de categorizarnos que sirve de filtro para aplicaciones de citas, por ejemplo, pero también se usa en protocolos más formales, como las entrevistas de trabajo. Marque lo que corresponda y le diremos quien es, algo así. Para muchos, estos tests son un atajo. Para otros, una superstición que en realidad impide el acceso a la aventura más interesante de todas, que es lanzarse a conocer a alguien.
Cómo funciona
Alejandra Delledone se recibió de Administradora de Empresas, pero su corazón migró hacia el autoconocimiento de la mano del eneagrama. Se formó con Roberto Pérez, un referente del tema en Argentina, y actualmente da cursos grupales y acompaña con entrevistas personales a los interesados.
¿Cómo funciona prácticamente esta herramienta?
“Es una herramienta de autoconocimiento. Uno llega a este mundo con una esencia que traemos de fábrica, pero que vamos acallando con distintos condicionamientos con el armado de nuestra personalidad. Más tarde o más temprano llega un momento de la vida en el que, por nosotros mismos o por un factor externo como una crisis, nuestra esencia pide ser atendida. Y entonces empezamos a hacernos preguntas existenciales, y recurrimos a distintas disciplinas para buscar respuestas. El eneagrama es uno de ellos. Funciona como un espejo de todo lo que hay adentro de una persona, lo trae a la conciencia.”
¿El primer paso es identificar a cuál atributo pertenece uno?
“Sí, es lo primero. Para la lectura es clave tener identificado tu eneatipo. Cuánto tiempo te lleve depende de muchas variables, pero sobre todo de cuán familiarizado estés con la auto-observación: te puede llevar de dos sesiones a un par de meses, y a veces sólo una charla.”
¿Y cómo se hace esa identificación: alcanza con leer los atributos de cada eneatipo y hacer los tests?
“Sí, y contraponer esa información con lo que sabemos de nosotros. Cada eneatipo se estructura sobre una herida de nacimiento que condiciona tu mirada del mundo. Una de las maneras de identificarte es leer las heridas de los eneatipos: va a haber una que te va a pegar de forma más contundente.”
¿No es un abordaje un poco simplista de la complejidad que cada uno de nosotros somos?
“El eneagrama tiene nueve atributos y cada uno de nosotros somos potencialmente los nueve. Nuestra esencia está sobre todo en uno, pero los otros ocho son cualidades a desarrollar. En los comienzos del eneagrama se creía que un buen líder era aquel que tenía los nueve atributos desarrollados armoniosamente. El eneagrama te pide profundizar, es lo contrario a simple.”
¿Vos cuál sos?
“Soy un 8. De mi eneatipo me gusta mucho su determinación y su fuerza, y la capacidad de impactar positivamente en el entorno. La dificultad para abrirse afectivamente es lo que menos me gusta del 8. Es que la herida de Ocho es el miedo a ser lastimado emocionalmente, lo que nos lleva a poner distancia con las personas y a dominar al otro para que no nos hiera.”
Buscando la felicidad
El reformador. El ayudador. El triunfador. El individualista. El investigador. El leal. El entusiasta. El desafiador. El pacificador. Para el eneagrama, en cada uno de estos atributos está la llave que nos abre la puerta hacia lo que de verdad somos.
“Había una vez un cerrajero al que acusaron injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo, se presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día. El rey consideró justa esa petición y dio permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración. El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones sobre ella. Pasado un tiempo, el hombre escapó de la prisión. Cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía justo bajo las narices. Un buen día vio que su mujer había tejido en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero.”
Este es un cuento tradicional sufí -incluido en el libro La Sabiduría del Eneagrama, de Don Richard Riso y Russ Hudson- que enseña que la clave es mucho más evidente de lo que creemos. Aunque se dice que el eneagrama es una idea que tuvo el esotérico armenio George Ivanovich Gurdjieff en el siglo XIX, tiene raíces en el sufismo, que es la dimensión espiritual del Islam. El círculo y los triángulos con el que se representa se asocian con el mandala y la trinidad de otras religiones.
“El eneagrama puede servirnos para ver lo que nos impide recordar esta verdad profunda sobre quiénes somos realmente, la verdad de nuestra naturaleza espiritual. Lo hace ofreciéndonos percepciones profundas y concretas de nuestra naturaleza psíquica y espiritual. También nos ofrece orientación respecto al aspecto que es necesario trabajar, pero sólo mientras tengamos presente que no nos dice quiénes somos sino cómo hemos limitado a quienes somos. El eneagrama no nos encierra dentro de una caja, nos muestra la caja en que ya estamos, y la salida”, dicen Riso y Hudson en el libro.
Un testimonio
Virginia Bocking Adamson tiene 59 años y es dueña de La Chapeña, un restaurante que queda en Chapadmalal y es la meca de la temporada de verano. Pero además lleva más de veinte años estudiando el eneagrama.
“En un momento que estaba atravesando una situación de mucho dolor, como consecuencia de un divorcio difícil, mi hermana me sugirió que asistiera a un taller de la disciplina que se dictaba por su barrio. Fui a regañadientes, pensando que se trataba de autoayuda… Y fue un camino de ida. Por entonces no había mucho material, pero me lancé a investigar todo lo que encontré. Gracias al eneagrama pude desenmarañar algunos problemas: me dio las herramientas para cambiar lo que tenía que ser cambiado, me enseñó humildad para ver mis propias sombras. Además, acrecentó mi compasión por los demás porque aprendí que cada uno responde por la parte de la realidad de la que es consciente, y que no todos estamos listos para ver lo que hay que ver”, dice Virginia.
“Me identifico con el patrón del tipo 8, asertivo, controlador, libre, inolvidable. Los 8 somos intensos; muchos líderes revolucionarios de la historia son de este tipo, como el Che Guevara o Martin Luther King o Perón. Sin embargo, la primera vez que leí la descripción de mi tipología encontré algunos aspectos que me generaban resistencia. Pronto me di cuenta de que era exactamente eso lo que tenía que trabajar para atravesar aquella crisis. El eneagrama me puso en contacto con mi parte de responsabilidad en el dolor que estaba pasando. Pude superar una situación que fue desesperante y que me tuvo un tiempo alejada de mis hijos.”
“Con los años, desarrollé una habilidad para identificar los eneatipos de otras personas. Si un desconocido se sienta a mi lado y lo siento sereno y equilibrado, es tipo 1. Las personas del tipo 5 son distantes y silenciosas. Los 7 son burbujeantes y divertidos. Los del tipo 2 seducen hasta las plantas. Las 3 brillan y te dejan ver cuán eficientes son. Los 6 son desconfiados. Los 9 son amables y suaves como ositos de peluche. Los 4 se hacen notar con sus excentricidades y emociones complejas.”
Hacer consciente es liberarnos de lo condicionado. Cachar el patrón. Tomar las riendas. “Cuando nos identificamos con nuestra personalidad nos acostumbramos a ser mucho menos de lo que realmente somos; es como si nos regalaran una mansión exquisitamente amueblada, con hermosos y bien cuidados jardines, pero nos limitáramos a vivir encerrados en un cuarto pequeño y oscuro del sótano. La mayoría hemos olvidado que existe el resto de la mansión y que en realidad somos nosotros los propietarios”, escriben Don Richard Riso y Russ Hudson.