Hablar con la pared

Se llama técnica del cerrojo (o stonewalling) a la negativa a comunicarse o a participar de un diálogo con otro. Para algunos es un recurso defensivo que se activa cuando surge un conflicto, en un esfuerzo por evitar una discusión o desacuerdos mayores. Pero puede denotar una incapacidad para expresar las emociones, lo que a la larga termina erosionando cualquier vínculo.

Marita Marino, Licenciada en Psicología, dice: “En principio el bloqueo me parece un síntoma complicado. Habla de cuestiones inmaduras en la emocionalidad. La incapacidad de cualquiera de los integrantes para lidiar con sus emociones o las del otro inhabilita a la persona a relacionarse. Es necesario reconocer el problema y tratar el síntoma con los métodos adecuados. Y recordar que puede tratarse de una forma de manipulación. Para mí como profesional, es importante saber si se trata de un bloqueo por un trauma, un síntoma de la comunicación o una manipulación psicopática.”

En la literatura mundial, hay un clásico ejemplo de stonewalling. Se trata de Bartleby, el personaje de Herman Melville, un escribiente que trabaja para un abogado y que, de un día para otro, se resiste a colaborar con lo que su jefe le pide. A medida que va progresando el relato, Bartleby se va desentendiendo de todo, de cualquier compromiso con su empleo, de cualquier situación que incluya a otro. Llega el día en que ya no quiere trabajar. Pero tampoco quiere dejar la oficina cuando lo echan. Al final, lo único que hace es sentarse a mirar el muro que hay frente a su ventana.

“En esta actitud estaba cuando le dije lo que debía hacer, esto es, examinar un breve escrito conmigo. Imaginen mi sorpresa, mi consternación, cuando sin moverse de su ángulo, Bartleby, con una voz singularmente suave y firme, replicó:

-Preferiría no hacerlo.

Me quedé un rato en silencio perfecto, ordenando mis atónitas facultades. Primero, se me ocurrió que mis oídos me engañaban o que Bartleby no había entendido mis palabras. Repetí la orden con la mayor claridad posible; pero con claridad se repitió la respuesta:

-Preferiría no hacerlo.

-Preferiría no hacerlo -repetí como un eco, poniéndome de pie, excitadísimo y cruzando el cuarto a grandes pasos-. ¿Qué quiere decir con eso? Está loco. Necesito que me ayude a confrontar esta página: tómela -y se la alcancé.

-Preferiría no hacerlo -dijo.

Lo miré con atención. Su rostro estaba tranquilo; sus ojos grises, vagamente serenos. Ni un rasgo denotaba agitación.”

Aunque esto es ficción, la persona que se bloquea aparenta tener un control de la situación que para el otro puede resultar muy violento, frustrante y cansador. En realidad, a menudo lo que le pasa es justamente lo contrario: es incapaz de manejar el conflicto y no puede poner en palabras lo que siente. Por eso prefiere las respuestas elusivas (no, no me pasa nadadejame solohacé lo que quieras o el más impenetrable silencio) o decide cambiar de tema o abandonar el lugar del desacuerdo intempestivamente.

“La técnica del cerrojo puede tomar distintos matices: desde negarse a discutir un problema por un período corto de tiempo a llamarse a silencio durante meses. El cerrojo no debe confundirse con el recurso de abandonar una discusión para calmarse un poco antes de seguir discutiendo: esto último puede resultar incluso beneficioso para el vínculo, pero en el cerrojo la idea es no seguir hablando después, o dejar de hablar del todo”, describe el Diccionario de Psicología goodtherapy.com.

Si estamos atrapados en este comportamiento y queremos encontrar una salida, lo primero que tenemos que hacer es hacernos cargo. Poder decirlo ya es un gran avance. Al que lo padece tal vez le sirva de ayuda recordar que, en buena parte de los casos, la persona que se bloquea también está sufriendo y que juzgarla porque no se comunica solo aumenta la tensión. Hablar, pero también dejar espacio para que el otro diga algo es crucial. Aunque inicialmente ese otro no lo use.