Nació en el desierto de California en 1942 y tuvo una infancia feliz. Después de terminar el colegio entró en la universidad, pero abandonó enseguida para casarse con su primer marido. Con él tuvo tres hijos y se divorció. Tres años después se casó con Paul, su segundo esposo. Aunque él tenía sus propios problemas de salud, todo en ese hogar giraba en torno de Katie, que para entonces se la pasaba en la cama, tenía problemas de sobrepeso y tomaba antidepresivos que no servían para controlar los ataques de furia que tenía a menudo contra sus hijos y su esposo.
Hasta que Paul la internó en una institución en Los Angeles. Como era una paciente furiosa, la alojaron en el altillo. Su autoestima estaba tan baja que ni siquiera se levantaba del suelo, donde dormía, sobre la madera.
Pero un día, cuando tenía 43 años, se despertó con otros ojos. Algo en su cabeza había cambiado, y súbitamente entendió que todo lo que la angustiaba tanto no eran más que pensamientos. Y que podía cambiarlos por otros.
Desde entonces, primero en su barrio pero después en distintas latitudes, la gente se acerca a Katie para pedirle la clave de esa transformación. Ella la escribió en un librito que se llama El Trabajo (The Work), que se tradujo a 28 idiomas y que puede bajarse gratis de su página web. Katie viaja por todo el mundo enseñando este método que propone despojarse de viseras para observar las cosas como son en realidad. Lo enseña particularmente, en empresas, en grupos de autoayuda, en cárceles, instituciones, hospitales e incluso ofrece programas especiales para adictos. Actualmente está casada con Stephen Mitchell, traductor al inglés de Rainer María Rilke y otros clásicos de la literatura mundial. Junto a él escribió Amar lo que es.
“Hay dos maneras de vivir la vida”, dice. “Una es estresarte, la otra es no hacerlo. Una duele, la otra no. De cualquier forma, igual la estás viviendo. Pero supongamos que tenés una pesadilla: ¿no querés despertarte? Eso es lo que le enseño a las personas: a despertarse.”
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