“Para empezar, te recuerdo que todos venimos al mundo con heridas que debemos aprender a aceptar. Se han ido desarrollando a lo largo de las numerosas encarnaciones y, en función de cuál sea nuestro plan de vida, algunas nos harán sufrir más que otras. El sufrimiento tiene distintos niveles de intensidad según el individuo, y la mayoría no sabe de dónde viene ni qué hacer para detenerlo. Lo único que sabemos es que muchas personas y situaciones nos hacen reaccionar y, por lo tanto, sufrir. Esta es la razón por la que es interesante descubrir la fuente de nuestros sufrimientos.”
“El método favorito del ego para evitar que sintamos el sufrimiento generado por una herida es incitarnos a ponernos una máscara cada vez que la herida se activa. Cree de verdad estar protegiéndonos y no es consciente de que, actuando así, lo único que hacemos es mantener y alimentar nuestras heridas. Cuanto más se alimenta una herida, más duele. Cuanto más fuerte y rápido reaccionemos, más tiempo durará dicha reacción”, dice Lise Bourbeau en el primer capítulo de La sanción de las 5 heridas.
Este libro es la continuación de Las 5 heridas que impiden ser uno mismo, que se publicó en 2003 y fue un éxito de ventas. En este clásico de la auto-ayuda, la autora sostiene que todo el sufrimiento humano puede resumirse en cinco heridas: rechazo, abandono, aceptación, humillación, traición, injusticia. Y postula la idea de que todos recurrimos a máscaras para tapar estas emociones, y que éstas son tan fáciles de identificar en nosotros y en los demás como difíciles (pero no imposible) de remover. A cada herida le corresponde una máscara. Son, en el mismo orden: fuga, dependencia, masoquismo, control y rigidez.
“Después de muchos años de observación y de escuchar múltiples situaciones problemáticas, personales y profesionales, me doy cuenta de que es evidente que atraemos hacia nosotros ciertos comportamientos, o actitudes por parte de otros, en función de nuestras heridas.”
Este segundo libro es la explicación (tal vez un poco simplista) de cómo se hace en la práctica para quitarnos las máscaras, en un método de cuatro pasos que va tocando progresivamente los sedimentos de cada herida. Es una poderosa defensa de la auto-exploración, que nos permitirá identificar ese nudo que nos condiciona. El desafío es enfrentar al ego, el gran obstructor de la sanación, ese mecanismo controlador de nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos. La máscara de mi yo pleno y verdadero.