“En 1985, yo era una rockera punk con labial negro, botas de combate y pelo violeta. Como mi infancia no había sido fácil, mi adolescencia estuvo signada por la rabia. Mis ídolos eran Lou Reed, Sid Vicious y Siouxsie Sioux. Era agnóstica, inconformista y, básicamente, estaba en contra de todo.
Mirando para atrás, considerando lo cerrada y rebelde que fui, es casi un milagro que algunos años después haya podido abrirme a tomar un curso de meditación de ocho semanas en un centro para Trastornos Alimentarios.
Tal vez estaba cansada de mis constantes cambios de humor y de mi depresión. Tal vez estaba harta de ser la víctima de mis problemas con la comida. Tal vez estaba desesperada por sanar.
Así fue que un día de 1991, junto con otras nueve chicas, esperé en un cuarto a que llegara el instructor. No sabía mucho de meditación en aquel entonces. No salía en la tapa de las revistas como sale ahora. Mi única referencia era una foto mental de monjes orientales con túnicas y cantando.
El instructor llegó, era flaco, discreto, morocho y tenía un modo suave. Enseguida dijo algo que nos alivió: No estoy acá para convencerlas de nada. La meditación no es un culto raro. Es una práctica para estar consciente minuto a minuto, lo que nos lleva a la paz.
Arqueé una ceja, todavía escéptica, pero decidí darle una chance. La paz prometida era demasiado atractiva como para pasar de largo.
Él nos guió por una breve práctica y, hacia el final, me sentí relajada. No se trataba de que mi vida había cambiado, no tuve ninguna revelación ni sentí que estaba internamente curada para siempre. Pero pude disfrutar de un momento de quietud raro, infrecuente. Para mí, eso fue suficiente para seguir yendo.”
Tamara Levitt es la creadora de Calm, una app que se ya lleva más de 50 millones de downloads. Fueron años de estudiar meditación en todas sus formas para concluir en una aplicación que ofrece sesiones guiadas de audio -grabadas por la propia Tamara- que ayudan a meditar, dormir o simplemente relajar. Apple la incluyó dentro de sus apps elegidas del 2018 y el Center of Human Technology le dio el título de “la app más feliz del mundo”.
“Estoy suscripta a Calm hace dos años y medio”, dice Lala Bruzoni, founder de TheG. “Son los 3.600 pesos anuales mejor invertidos en mi paz mental. Hablo de plata primero para quien no esta culturalmente acostumbrado a invertir en aplicaciones: es un mundo de maravillas. Es como tener una red de ayuda solo para uno, en silencio y al alcance de la mano. Una red silenciosa y respetuosa. Contrario a lo que se cree, siento que las apps no son invasivas. Porque las elige uno. Y en este sentido Calm es como una intima amiga para mí. Tengo un folder en el teléfono que se llama serenidad y ahí guardo todo lo tecnológico que me provoca esta sensación. Y Calm esta guardada ahi. La uso a la mañana o a la noche. Son 10 minutos diarios de meditación.
¿Qué es la meditación en esta app? Es la voz de Tamara. Tamara le da textura a esto que tan imposible les parece a algunos. Te enseña a volver cuando la mente se va, con ruidos de campanas por ejemplo, que solo te ayudan a estar ahí presente, o con la dulzura de su voz diciéndote con amorosidad que no importa si volaste, que está bueno volver, seguir respirando y cómo hacerlo, donde poner las manos, cómo sentir el pecho
Para mí, su voz es como el arrorró, siento que una mano me toca la cabeza, me acuna y me dice calmate pequeña Lala, esto también pasará. Todo pasa cuando lo respirás. Es como cuando se te queda una semilla atragantada y lográs que pase. Eso hace la meditación: re-compone. Recuperás el ritmo, se van las lágrimas. Aprendés a no atragantarte tanto con el tiempo. Musculás los pensamientos. 10 minutos por día. Decirnos que no tenemos tiempo es no querer escuchar el dolor. Mi recomendación es que se hagan ese tiempo. Porque, como una vez me dijo un cura: querida Lala, en la inteligencia está el sufrimiento. Ni les digo cuando se las pongo a los chicos en español (yo la practico en inglés) o a Juan cuando viene tarde de la tele y le cuesta dormir. Se desmaya al minuto 8. Y me pide: ¿está Tamara hoy?”