Vivís como nacés

Y parís como vivís.

En una región remota en el norte de Quebec, Canadá, las mujeres de la comunidad inuit paren a sus hijos en la clínica local. Lo que parece absolutamente normal en este caso es una gran conquista. Hace muchos, muchísimos años, los inuit (pueblos que habitan las regiones árticas de América del Norte) son nómades. Se mueven como se mueven sus rebaños. Pero en 1950 el gobierno de Canadá los forzó a asentarse en algún lugar de la estepa, lo que terminó resultando más un problema que una solución: niños que viajan kilómetros para ir a la escuela, mujeres presionadas a parir en lejanas clínicas urbanas en vez de hacerlo con la partera del pueblo.
“Era traumático para las inuit. Para parir, tenían que dejar sus comunidades mucho antes de la fecha de parto, pasar semanas lejos de sus familias, y atenderse con doctores y enfermeras que no hablaban su idioma”, dice la nota Giving birth where the family is publicada en The New York Times.
Hasta que abrieron el hospital de Inukjuak y armaron un programa especial para entrenar a las inuit como parteras. Ahora, en este pueblo de menos de 2000 habitantes donde todos se conocen con todos, las inuit dan a luz tomadas de la mano de sus comadres. El hospital prende lucecitas en las ventanas del edificio con cada nuevo nacimiento, y el nombre del bebé que llega se anuncia por la radio.
“En Argentina, el sistema de atención al embarazo está armado de tal manera que la mujer conoce y se vincula con su obstetra desde el principio del embarazo y a su partera, recién al final, cuando debería ser al revés. Porque es la partera con quien necesita establecer un vínculo de confianza, ya que es ella quien la va a estar acompañando durante el parto. El obstetra, normalmente y si todo va bien, aparece al final”, dice Rocío Aldunate, madre de tres y doula hace diez años.

Apoyo continuo
Un estudio publicado en 2017 que se titula Continuous support for women during childhood y que estuvo a cargo de Meghan Bohren, experta en Salud de Género de la Universidad de Melbourne, prueba los beneficios que tiene en la salud del bebé y de la madre acompañar a la mujer durante el parto. “En el pasado, las parturientas eran asistidas por otras mujeres en el proceso; en todas las culturas, alguien de la comunidad las acompañaba. Sin embargo, en muchos países las mujeres de hoy prefieren parir en hospitales en vez de en sus casas”, comienza el estudio, que defiende el rol de parteras y doulas: “Estas personas actúan como abogadas de las mujeres que van a dar a luz, intermedian entre ellas y el médico a cargo, y también les transmiten seguridad, confianza y bienestar físico.”
Doula es una palabra de origen griego que se traduce como “alguien que sirve”. En nuestro continente se llama doula a la mujer que asiste a otra mujer en el parto. Es una figura muy común en Estados Unidos, donde casi no existen las parteras, pero se está haciendo cada vez más popular. Grosso modo, se podría decir que mientras una partera se ocupa de la parte médica, una doula se ocupa más de la parte emocional. De la cintura para abajo o de la cintura para arriba, algo así.
“La presencia de una doula durante el parto ha impulsado numerosas investigaciones que dieron resultados sorprendentes para la madre y para las instituciones médicas. Reduce las cesáreas a un 50% y baja a 25% el tiempo del trabajo de parto. Su presencia también favorece la lactancia y la relación madre-bebé. El beneficio para las instituciones es que hay menos actos quirúrgicos, disminuyen los días de internación, se reduce el uso de analgésicos y la utilización de fórceps en un 40%. La doula acompaña a la madre y a la familia durante todo el trabajo de parto y luego en el post parto inmediato. También se puede recurrir a ella durante el embarazo y el puerperio”, dice Delfina de Achával, Doctora en Salud Mental, Psicóloga y doula especialista en Mindfulness.

Partera y/o doula
“Si bien doulas y parteras acompañan a la mujer durante el embarazo, parto y posparto, creo que la diferencia radica en las funciones y la mirada. Por empezar, la partera es Licenciada en Obstetricia, puede hacerle controles a la mujer embarazada durante la gestación, sobre todo en el último tramo, y brinda asistencia en los partos. La partera se encarga de la psicoprofilaxis previa al parto y de las cuestiones clínicas en el momento del trabajo de parto y parto: está atenta a su evolución, escucha los latidos del bebé, toma la presión, hace exámenes vaginales, puede dar medicación o detectar la necesidad de alguna intervención…”, dice Clara Polledo, doula y miembro de Waimana. “La doula complementa el trabajo de la partera. No se involucra en las cuestiones clínicas, pero complementa el equipo médico acompañando a la mujer.”
Waimana son Clara Polledo y Sofía Pointis, Licenciadas en Psicopedagogía y en Psicología que además se formaron como doulas. “Si bien nosotras no asistimos a las mujeres en el momento del parto, buscamos crear un espacio cálido y amoroso para acompañarlas en su camino a la maternidad. Ofrecemos talleres grupales donde las invitamos a detenerse y a conectarse con su propio proceso. Les brindamos información para que puedan pensarse, tomar consciencia de sus necesidades y elegir con mayor libertad. Y, sobre todo, un espacio donde pueden conectarse y compartir experiencias con otras mujeres, como se hacía tradicionalmente.”

¿Qué recursos usan?
“La escucha atenta y la mirada amorosa. Nos parece muy importante que la mujer no se sienta juzgada en ese momento de extremo crecimiento y vulnerabilidad. Cuando se puede, un abrazo, una mano en el hombro… Y, sobre todo, la voz: creemos en el enorme poder que tiene una palabra de aliento. También usamos técnicas corporales, de relajación y de meditación”, dice Clara Polledo.

Las doulas se contratan de manera privada porque no están formalmente dentro del sistema de salud ni tienen matrícula profesional. Los costos del servicio de doulas varía según quién lo ofrece. En general, pero no siempre, se cobra por cada encuentro. Idealmente, estos encuentros deben empezar semanas antes del parto, para que se pueda formar el vínculo de confianza necesario para que todo funcione, y pueden prolongarse en el puerperio. Una doula puede asistir un parto vaginal o un parto por cesárea. En la sala de partos pueden estar al mismo tiempo el obstetra, la partera y la doula, pero depende de la aprobación del médico y de la institución.

El comienzo de una gran aventura
Cuando TheG les preguntó qué se necesita para ser doula, todas respondieron que requiere vocación. “Yo sentí como un llamado. La verdad es que la maternidad fue un tema que siempre me interesó, desde chiquita, siempre intuí que había ahí algo importante. Después tuve a mi primera hija, y parir me partió la cabeza. Sentí que quería seguir participando de ese momento. Entonces una amiga me contó lo de las doulas y empecé mi formación”, dice Rocío Aldunate.
En un parto, nace un hijo, y nace la madre de ese hijo. “En el proceso de volverse madre, la mujer desarrolla una forma de ser radicalmente diferente de la que tenía antes, y entra en una dimensión de la experiencia desconocida para las personas que no son madres. Cualesquiera hayan sido sus motivaciones, zonas vulnerables y reacciones emocionales, cuando se hace madre, y al menos por un tiempo, tendrá otras. Al final del día, prepararse para ser madre es prepararse para una experiencia única. Tener un bebé determinará durante un tiempo todo lo que pienses, todo lo que temas, los sueños, el sueño. Tener un hijo incide en tus sentimientos y en tus acciones, y agudiza tus sistemas sensitivo y cognitivo”, dice el psiquiatra Daniel Stern en su libro El nacimiento de una madre.
“Nunca serás la misma persona que eras antes de tener un bebé. Y aunque no hay motivos para tenerle miedo a este cambio, tampoco es algo para tomar a la ligera.”

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