La llaman “moda nostalgia”, pero en realidad no es nada demasiado original porque se sabe que la moda vive un eterno romance con el pasado. La tendencia de usar buzos que llevan impreso el nombre de una universidad -o de una ciudad, o de una banda de rock, o un logo de marca- tiene más que ver con la construcción de la identidad. Aunque sea ficticia. Por ejemplo, se las vio a Hailey Baldwin y a Kendall Jenner con maxi-buzos college sobre shorts que ni se adivinan, pero ninguna de ellas fue de hecho a ninguna universidad.
Dicen que es una tendencia muy Instagram, porque en la red todo se trata de ostentar algo, cualquier cosa. En este caso, tiene algo de vintage y a la vez de proclama, y expresa orgullo de pertenecer a un grupo.
“La costumbre del buzo entró por el football americano pero enseguida se pasó a los campus universitarios de todo Estados Unidos. En los 60 todo el mundo tenía un buzo con el nombre de su universidad impreso o bordado. Antes del buzo, era la remera la que tenía el monopolio de prenda que expresaba la identidad y las aficiones políticas o musicales. Pero el buzo empezó a ganar terreno, sobre todo en la universidad, por lo cómodo que es, probablemente. Hasta que la prenda llamó la atención de los diseñadores”, dice una nota que publica The Adair Group.
El año pasado se estrenó Nosotros, una película de terror que protagonizaron Lupita Nyong’o y Winston Duke pero que, dicen, tuvo otra estrella principal: un buzo gris con la palabra HOWARD, que además customizaron para que parezca de época. La Universidad de Howard queda en Washington y recibe el apodo de “la Harvard Negra” porque ahí se doctoran más personas de color que en cualquier otra universidad de Estados Unidos. Que Duke lleve el buzo en algunas escenas se leyó como todo un acto de reivindicación, que se pasó también a otros personajes de otras ficciones, como This is Us o Black-ish. También lo usó Beyoncé en su documental de Netflix.
Como prenda, el buzo es un boom comercial porque no tiene ni género ni edad. Es más bien una prenda de ocasión que de temporada. Cuando lo agarramos del ropero, es más por estado anímico que porque combina con el resto de lo que tengo puesto. Cruza todas las épocas y todos los momentos, y por eso es el eterno vencedor del guardarropa.
Lo único que lo define es lo que lleva impreso, porque dice algo de lo que nos gusta, ese recital, ese logo, esa ciudad. Y por eso es mío y de nadie más, aunque puedo prestarlo, lo que sería una movida equivalente a una declaración de amor.
Un buzo impreso es un souvenir en el sentido que evoca, que le hace un guiño sentimental a algo que nos gusta mucho y que nos devuelve en el acto toda la identidad, como un cobijo.