La salud de la mente.
- 23% de las mujeres entre 40 y 50 años toman antidepresivos, un porcentaje que supera a cualquier otro grupo de edad o género.
- Las mujeres son 2 veces y media más proclives a tomar antidepresivos que los hombres.
- El consumo de antidepresivos no varía según el poder adquisitivo.
Estas estadísticas, publicadas en Harvard Health Publishing en 2019, valen para Estados Unidos. Sin embargo, el aumento del consumo de antidepresivos es tendencia mundial. En Argentina, la Confederación Farmacéutica informó que el consumo creció 111.3% en el período que va del 2004 hasta el 2015. Y en este año peculiar, la venta de antidepresivos y ansiolíticos aumentó exponencialmente, con o sin prescripción médica.
Mientras algunos sostienen que esto se debe a que la depresión no se trató cómo debía durante años, y a la efectividad de los antidepresivos de última generación, otros le apuntan al marketing de las farmacéuticas.
“Hoy por hoy, el tratamiento de cualquier trastorno mental o emocional casi siempre incluye drogas. El cambio de la cura por la palabra al uso de medicación coincide con la teoría que sostiene que estos trastornos son el resultado de desajustes químicos en el cerebro y que pueden corregirse con la droga adecuada”, escribe Marcia Angell para The New York Review.
Cuando ciertos trastornos emocionales se empezaron a tratar con psicofármacos, en la primera mitad del siglo pasado, los primeros en alzar la voz en contra fueron los psicoanalistas. Como el psicoanálisis trabaja sobre el síntoma, taparlo o inhibirlo complica la exploración de sus causas: si apago la señal, me va a costar mucho más descubrir el problema, algo así. Pero, con el paso del tiempo y la difusión de los antidepresivos, comenzaron los estudios sobre el sustrato biológico de los trastornos mentales. En los tratamientos de hoy, conviven ambos enfoques.
Pasado y presente
“En los comienzos de su carrera, Sigmund Freud concibió un proyecto de psicología científica que articulaba el estudio de la mente con el estudio del cerebro y sus funciones, aunque abandonó pronto la idea porque no encontraba suficiente evidencia. Hoy, los psicoterapeutas saben que los desórdenes psiquiátricos siempre involucran cierta actividad cerebral. En la era de la psicofarmacológica y de las tomografías, la ciencia empieza a vislumbrar de qué actividad se trata en cada caso”, dice la nota Your brain and psychotherapy, que publica Harvard Health Publishing.
Concretamente, estamos hablando de los trastornos de ansiedad, de los trastornos del estado de ánimo, de los trastornos del control de impulsos y de los trastornos por el abuso de sustancias. Que se tratan con distintas drogas que apuntan a acotar el rango de emociones o, para decirlo en otras palabras, a suavizar el sube y baja de los extremos.
Para las personas que sufren una depresión severa, que no pueden parar de llorar y apenas funcionar, aplacar las emociones con medicación será indiscutiblemente bueno. Para todo el resto de los trastornos, y el grado en que se presentan, TheG advierte que nada de lo que acá se publica sustituye la consulta con un psiquiatra, quien es finalmente la persona autorizada.
El remedio y la enfermedad
TheG entrevistó a Dolores Cardona, médica psiquiatra y cofundadora de Neomente, una plataforma de salud mental.
¿Hasta cuándo se puede tolerar un cuadro anímico sin recurrir a un tratamiento?
No es necesario tolerar nada. Todas las guías nacionales o internacionales de tratamiento recomiendan tratar con medicación los cuadros moderados a severos, como por ejemplo trastornos de ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático, las psicosis o el trastorno bipolar. Cuando el cuadro es leve, en general se empieza con terapia cognitiva conductual o con terapias de tercera ola (ACT o Terapia de Aceptación y Compromiso, Psicología Positiva o Mindfulness). Para cuadros de ansiedad o depresión, las guías sugieren ejercicio físico si no se cuenta con la ayuda de terapeutas cognitivos. Si, pasados los tres meses, no se ve una evolución favorable con estos tratamientos no farmacológicos, en general se opta por un tratamiento combinado de fármacos y psicoterapia.
¿Cómo se pide ayuda? ¿Cuándo?
Lo ideal es consultar a un experto en salud mental, un psiquiatra, que tiene una escucha basada en evidencia científica y está formado para detectar el trastorno y diagnosticar diferentes cuadros mentales sugiriendo el mejor tratamiento, que no siempre es farmacológico. Por lo general, las primeras consultas se hacen con psicólogos, y son ellos quienes nos derivan a los pacientes. Es importante que dejemos de estigmatizar la salud mental y pidamos ayuda a los que nos rodean.
¿Es el entorno el que debe estar atento, o uno mismo puede identificar el punto de inflexión?
El punto de inflexión es sutil pero claro, para el paciente y para su entorno. Cuando uno se desborda, siente que una situación lo persigue y no puede dejar de pensar en eso, cuando sentís que no podés con vos mismo, cuando empezás a notar que te afecta el rendimiento, la calidad de los vínculos, cuando tenés labilidad afectiva o pensamientos pesimistas, sentimientos de tristeza, mucho miedo o excesiva preocupación, y todo esto empieza a limitar tus movimientos y empezás a sentir que tu vida está estancada, o que dejás de hacer cosas que antes hacías, o que dejás de disfrutar… Siempre es preferible consultar antes de que sea tarde, porque aunque la gente te diga que estás bien, es importante saber que no se medicalizan las emociones normales. ¡Hacer una consulta en salud mental no equivale a salir con un plan de medicación!
¿En qué momento de todo ese proceso se recurre a la medicación?
Si ya en la primera consulta el paciente presenta síntomas moderados a severos, en general se recurre a la medicación desde el vamos para lograr un piso a partir del cual los terapeutas (psicólogos y psiquiatras) podamos trabajar. Por ejemplo, si un paciente está muy deprimido o tan apático que impide el trabajo en psicoterapia, la medicación actuará a nivel biológico para que pueda hacerlo.
¿Todos los trastornos se medican? ¿De qué depende?
No todos los trastornos se medican. Algunos dependen de su severidad, pero en otros, como las psicosis o el trastorno bipolar, aunque el eje es la medicación hay que tener en cuenta que el tratamiento debe ser integral, porque las herramientas para la gestión de emociones, manejo de estrés y habilidades sociales no las da la medicación. Es el tratamiento integral el que nos permite desarrollar las herramientas para construir o reconstruir una vida significativa. Un estilo de vida sano debe ser la constante: no es necesario llegar a un cuadro de ansiedad insostenible para empezar a practicar hábitos que sostienen una vida saludable.
¿Cómo se sale de un tratamiento con psicofármacos? ¿Se sale?
El mejor tratamiento es poder cumplir con el plan farmacológico según lo que indica la evidencia para cada patología. Por supuesto que la medicación se puede dejar y lo indicado es hacerlo bajando la dosis paulatinamente, todo consensuado entre el paciente y el profesional. Hay tratamientos farmacológicos que producen modificación genética y por eso no es necesario volver a repetirlos, pero hay algunos trastornos que requieren tratamiento por periodos de tiempo más largos.
¿La medicación se debe acompañar con terapia?
Hay pacientes que no quieren o no están dispuestos a tratamientos psicológicos largos y prefieren sólo medicación, pero lo ideal es acompañar el tratamiento farmacológico con psicoterapia. También hay trastornos que no pueden revertirse sólo con psicoterapia -como las psicosis, el trastorno bipolar o el trastorno de estrés postraumático- y que requieren de un tratamiento farmacológico. Cuando prescribimos un fármaco, especialmente aquellos que pueden tener efectos colaterales, es importante indicar una dieta sana y un programa de actividad física. Además, es fundamental explicar bien al paciente los efectos que pueden tener, el tiempo de latencia hasta que empieza a hacer efecto, sus beneficios, etc.
Estilo de vida
Si la ciencia muestra el camino al tratamiento de la salud mental, no es menos cierto que las elecciones que hacemos tienen su impacto en nuestro estado de ánimo.
En la nota A Psychiatrist on SSRIs and Tapering Off of Antidepressants, que publica Goop, la psiquiatra Ellen Vora sugiere algunos items a tener en cuenta:
La comida. “Es la llave del reino. Se recomienda una dieta libre de gluten, lácteos, azúcares, legumbres, alcohol, comidas procesadas y aditivos. Aunque lo más importante es cambiar la idea de qué es comer sano. Comer comida real no es privarse o sacrificarse o estar crónicamente hambriento. Comer bien es comer comida real: esta es la brújula.”
El sueño. “Al cuerpo le gusta estar en sincronía con el ritmo del sol y de la luna. Para dormir bien, he aprendido con los años que hay dos cosas que garantizan el descanso: dejar el teléfono fuera del cuarto y meterse en la cama a las 10 de la noche.”
La meditación. “La medicación trabaja sobre el sistema nervioso, por eso es necesario complementar con un método que nos calme. No existe una herramienta mejor que la meditación para esto.”
El ejercicio. “Ayuda a mantener el ánimo a raya mediante la liberación de sudor y de todo lo que el cuerpo necesita eliminar mientras se reconfigura químicamente.”