Mi Cuerpo

Mi relato.

“No me criaron en ninguna religión. Hablar con Dios no fue jamás parte de la escena de mi infancia. Tampoco sabía rezar, pero me acuerdo que, de chica, yo pedía ser bella. Me veo acostada en la cama, los ojos apretados, tan concentrada que sudaba abajo de las sábanas. Creía que, para que Dios te tomara en serio, tenías que poner tu mente lo más en blanco posible y concentrarte en las lucecitas que aparecían debajo de los párpados para, recién ahí, poner todo tu pensamiento en aquello que anhelabas con desesperación. Quiero ser la más linda de todas, repetía y repetía dentro de mi mente, mi corazón, mi garganta. Eventualmente, cuando ya no podía resistir la invasión de otros pensamientos, me quedaba dormida, confiada en que Dios estaría tan conmovido por mi meditación que me concedería el deseo”, escribe Emily Ratajkowski en su libro Mi Cuerpo (Planeta). 

Emily Ratajkowski es una modelo y actriz norteamericana. Es la cara de innumerables campañas y en 2014 fue elegida “La mujer más sexy del mundo” por la revista GQ. Pero fue su participación en el video de la canción Blurred Lines, de Robin Thicke, lo que la lanzó a la fama de la noche a la mañana. En el video, Emily aparecía con poca ropa participando de un juego medio infantil de baile y seducción junto a otras modelos y músicos. 

Mi Cuerpo empieza con el relato de la grabación de ese video, que ya no está disponible en Youtube en su versión original porque fue censurado por manoseos impropios de los hombres a las mujeres. Por entonces, 2013, Emily no pensaba que ni ella ni las otras mujeres que participaban del video habían quedado expuestas y/o ridiculizadas, con sus bombachas transparentes y los hombres mirándoles la cola. Pero pasó el tiempo, y la experiencia -y los feminismos, claro- la llevaron a reconsiderar la idea de su propio cuerpo.  Mi Cuerpo es mucho más que el relato de un hombre que se va de tema con una mujer. Es el testimonio de Emily, que creció con el karma de ser bella.

De madre a hijas

“Me interesaba mucho hablar de la relación entre madres e hijas. Porque cada mujer que conozco tuvo una madre que -de una manera u otra- le pasó su mensaje de así-es-como-vas-a-sobrevivir-en-el-mundo. Para mi madre, era por la belleza. Creo que las madres no se dan ni cuenta de lo que hacen, todos esos mensajes subliminales que transmiten de manera imperceptible, que yo creo que son producto de sus propias experiencias. El padre de mi madre creía que no hay que agradecer cuando alguien te dice que sos linda porque en realidad no hiciste nada para merecerlo: no te lo ganaste, no hay nada que elogiar. Mi madre se sintió siempre muy avergonzada por su aspecto físico, muy en conflicto con su belleza. Y después, cuando me tocó a mí, pensó que lo correcto era transmitirme una confianza total: usá tu belleza, celebrá tu cuerpo… Mi madre creía que ser modelo era una excelente forma de ganarse la vida. Tal vez no se dio cuenta de la presión de ese mensaje, que por otro lado no es solamente de ella, eso de que el éxito depende de la belleza. De chica yo tenía muchos referentes de hombres que eran presidentes, o estrellas de rock, o actores que a mí me resultaban poderosos… Pero las mujeres más poderosas para mí siempre fueron las más bellas”, dice en una entrevista con Drew Barrymore. 

Hasta que tomó conciencia del video. O hasta que un paparazzi la demandó por publicar en su propia cuenta de IG una foto de ella misma tomada por él, donde ni siquiera se le veía la cara porque estaba tapada por un ramo de flores. “Aprendí que mi imagen, mi reflejo, no me pertenece”, escribe Emily. 

¿De quién es el cuerpo de una modelo? ¿Cuál es la frontera entre imagen y persona? Mostrar sólo lo bello, en redes o donde sea, ¿es un guiño al sistema o una paradoja en la que quedamos atrapados todos? Al final, ¿nos hace más o menos poderosos?

“En su libro, Ratajkowski cuenta que durante años ocultó su enojo porque siempre creyó que la ira transforma a una mujer en alguien físicamente repulsivo. ‘Prefiero convertir la bronca en algo atractivo, que te inspire ganas de proteger’, detalla Emily. Modelar las emociones de las mujeres según la tiranía de lo sexy no es ninguna novedad, pero sigue siendo terrible. Si Ratajkowski no puede enojarse para no verse mal y por temor a perder su poder, ¿qué queda para el resto de los mortales?”, escribe Sophie Gilbert en The Cut

En su libro, Ratajkowski reconoce sus propias contradicciones: “Quería ser capaz de ganar dinero a través de Instagram, vendiendo bikinis o cualquier otra cosa, y al mismo tiempo ser respetada por mis ideas y mi política, y, bueno, por todo lo que no sea mi cuerpo”. Pero refuerza el mensaje: “Todas las mujeres que conozco, sin importar cómo lucen o si han mercantilizado su imagen o no, saben cómo se siente que te miren, te rechacen, te presten atención por cómo luces”, dice.

Vivir desde el corazón

Jackie Fedele es terapeuta artística y floral. También fue modelo, carrera que le permitió ganar dinero y viajar por el mundo, que era lo que siempre quiso. Jackie es rubia y tiene ojos celestes. 

Tenemos un cuerpo, que viene con su propia fisonomía. Tenemos mensajes (familiares, culturales) que condicionan nuestra manera de verlo, y de tratarlo. ¿Somos meros espectadores de nuestro cuerpo?
Yo creo que somos protagonistas. Somos los que lo habitan. Considerar a nuestro cuerpo solo desde lo fisiológico es limitante y doloroso. Uno tiene que desarrollar la estima y el conocimiento de su cuerpo. Lo cierto es que es bastante misterioso: todos nuestros órganos están ahí funcionando en la oscuridad de nuestro interior, vivimos por ellos, pero nosotros sólo vemos el afuera. Reconocer la individualidad de nuestro cuerpo es un trabajo de integración.

¿Qué opinás del movimiento body-positivity?
Me parece genial (Wiki: El movimiento que defiende la aceptación de todos los cuerpos independientemente de su grado de discapacidad, tamaño, género, raza o aspecto). Pero hay otro movimiento que me gusta más todavía: body-neutrality, que no hace pie en lo que está mal o bien de un cuerpo sino en su funcionamiento integral (pensar, sentir y actuar). ¿Cómo podemos funcionar integralmente? Claramente, no desde el mandato de vernos bien sino orientados por nuestra inteligencia corporal, que nos va indicando qué necesitamos, qué podemos hacer por nuestro cuerpo. Body-neutrality no propone aceptación sino un trabajo de equilibrio. El corazón, por ejemplo, está en el centro de nuestro cuerpo, es como el sol del sistema solar. Vivir desde el corazón nos permite hacer base en la intuición para no dejarnos arrastrar por nuestras constantes polaridades y contradicciones.

¿Cómo aprendiste vos a relacionarte con tu cuerpo?
La verdad que fue bizarro. Yo de chica era muy delgada, me hacían bullying por flaca y la pasé bastante mal por este tema en mi adolescencia. Tenía la autoestima baja. Mi mamá, que también fue modelo, me regaló cuando terminé el secundario un curso para aprender a maquillarme, a caminar… Fue increíble, porque de un momento a otro pasé de ser descalificada a venerada por los mismos motivos. Fue un shock para mí: ¡era el mismo cuerpo! Eso me llevó a empezar a pensar que todo el asunto pasa por encontrar ese lugar donde encuadrás, donde te sentís cómoda.

¿Cómo cambia la edad nuestra relación con nuestro cuerpo?
Para mí, la experiencia de vida te hace relacionar con tu cuerpo de forma más consciente en general. Podés relajarte más porque hiciste el camino de integrarlo, lo conocés más, sabés escuchar lo que necesita y atender tus emociones, tenés ya las herramientas para manejarlo mejor. Crecer es aprender a sentirnos más cómodos dentro de nuestro cuerpo.

¿Cuando uno está bien se ve bien?
No todo el tiempo. No estamos hablando de absolutos. Estar bien no excluye verse mal a veces. Aprender esto nos libera un montón porque es entender que todo cambia. Hay días en que una no se encuentra bien frente al espejo, pero no por bella o por fea: no te ves. Y probablemente tampoco encontrás qué ponerte. Hay días que no nos reconocemos porque una experiencia nos sacó, aunque estemos bien. Por eso no conviene ser rígido con la vara con la que nos medimos, tampoco físicamente. 

Emily Ratajkowski dice que para ella belleza es sinónimo de poder. ¿Te parece que el eje ahora se movió a salud=poder?
Sí, totalmente. El paradigma está cambiando. El corrimiento a “cómo te percibís” me parece muy interesante. Vamos hacia una individualidad rica, que propone accionar en coherencia con lo que uno se siente más cómodo. Para mí belleza es eso, es tener la personalidad de saber lo que querés, lo que te gusta, con días peores y mejores, obvio. Cuando alguien destaca por tener personalidad se nota enseguida. Y eso seduce muchísimo porque hay una raíz en la persona. 

En griego antiguo, ágalma quiere decir ornamento, tesoro, valor. “Ágalma es aquello que está cargado con un peso de símbolos y de intercambios”, explica psicopsi.com, del mismo modo que una moneda representa un valor equis. Pero la palabra no quiere decir solamente “aquello que brilla”, un objeto precioso, sino que hace referencia a algo que está oculto, adentro, y que justamente por eso apasiona, porque cautiva mi deseo, que es algo mucho menos evidente de lo que pensamos. Todos tenemos un ágalma para alguien y no está (solamente) en el cuerpo. *

*Nota hacia el final por Lala B. 

Hay cosas que sólo dan los años. Las horas de vuelo. El tiempo cuando las fichas caen y las contradicciones hacen surco. En el cuerpo y en aquel cuerpo que no se ve o no se muestra. 

Cuanto menos dual sea la individualidad, seguramente, menos brecha haya entre nuestros rezos (a quien fuere) y nuestras acciones. Aunque para ser grandiosa -claramente- parece que siempre hay costos. 

No hay aun casos de éxito bajo mi pequeña lupa, que no hayan escupido polvo o sangrado en plena historia.

Emili Ratajkowski tiene hoy 30 años. Salud!