Darle espacio a la cabeza.
La práctica de la atención plena (mindfulness) se trata de prestar atención únicamente al momento presente, sin juzgarlo. Se adquiere a través de distintas técnicas y se aplica en muchas situaciones. La meditación es uno de los caminos, pero hay otros.
En el caso de una lectura (como esta, por ejemplo), equivaldría a dejarse conducir sin distraerse con cómo incorporar la información que se brinda. Sería dejar pasar los ojos por las letras, tomar una idea, soltarla, seguir hasta un lugar de nada, silencio, aquí y ahora.
En este preciso momento la prioridad sería atender cada palabra acá tipeada, blindarse a la sobredosis de mensajes del teléfono, la notificación permanente, el comentario intrascendente, los ruidos de la casa, las metas que nos proponemos, y sus resultados.
Es hacer espacio en la cabeza ahora mismo, en este punto, en este día de domingo todavía incierto.
Los budistas no hablaban de ansiedad. Hablaban de apego, de que lo que nos hace sufrir es aferrarnos demasiado a nuestra experiencia.
Es ahí donde el mindfulness nos salva.
Aferrarse a NADA
“La meditación no es una técnica sino una forma de ser”, dice Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachussets, en su libro La práctica de la atención plena. “El rasgo distintivo de esa modalidad de ser a la que llamamos meditación es el no apego y, en consecuencia, la percepción clara y la predisposición a responder adecuadamente a cualquier circunstancia que se nos presente.”
“No es de extrañar que quienes tan sólo conocen la meditación a través de lo que dicen los medios de comunicación crean que la meditación es, básicamente, una forma de manipulación interna que se asemeja a pulsar una especie de interruptor cerebral orientado a dejar la mente en blanco. Esa perspectiva cree que acabar con el pensamiento implica acabar con las preocupaciones y verse mágicamente catapultado al estado meditativo que siempre imaginan como un estado de relajación, paz, calma y comprensión profunda que erróneamente asocian al concepto de nirvana.”
“Pero esta visión, por más comprensible que pueda parecer, está muy equivocada, porque la práctica de la meditación puede perfectamente estar saturada de pensamientos, preocupaciones, deseos y cualquier otro de los estados y aflicciones mentales que afectan a lo seres humanos. Lo importante no es el contenido de la experiencia, sino la conciencia de ese contenido y, aún más, la conciencia de los factores que promueven su desarrollo y el modo en que nos liberan o encadenan instante tras instante, año tras año.”
“La meditación es un gesto interno que permite que nuestro corazón y nuestra mente cobren conciencia del espectro completo del momento presente tal cual es, aceptando todo lo que se presente por el simple hecho de que está sucediendo. La meditación no tiene nada que ver con tratar de llegar a un determinado lugar, sino con permitirnos estar precisamente donde estamos tal y como estamos y que, en ese mismo instante, el mundo sea también exactamente tal cual es. Y esto no resulta nada sencillo.”
Pay attention, please
“La atención plena es el punto culminante de la libertad mental”, dice el monje budista Nyanaponika Thera. No es la atención a la que nos referimos cuando nos concentramos en una tarea o aguzamos los sentidos para escuchar a alguien a conciencia: nos referimos a una atención no conceptual.
Tenemos la atención altamente distorsionada como consecuencia de tantos estímulos que nos distraen. Sabemos el costo que tiene el multitasking en la cabeza. Sophie Leroy, profesora de la Universidad de Washington definió en un estudio de 2009 el concepto de “atención residual”: es eso que pasa cuando switcheamos de algo que estábamos haciendo a otra cosa, como cuando estamos redactando un email y agarramos el teléfono para chequear redes, por ejemplo. En el estudio, Leroy sostiene que ese hábito demanda un tiempo de ajuste: ese lapso de tiempo que requiere cambiar el foco, por mínimo que sea, afecta la performance de ambas actividades.
En cambio, “cuando nos detenemos, contemplamos y escuchamos, es decir, cuando prestamos una atención completa y continua a nuestros sentidos, incluida la mente, estamos encarnando lo más sagrado y amoroso de nuestra vida. Ese gesto, que quizás se manifieste en una determinada postura de meditación formal, aunque también puede expresarse en una actitud más amable y bondadosa con nosotros mismos, unifica inmediatamente la mente y el cuerpo. En cierto sentido, también podríamos decir que ese gesto nos vivifica y nos renueva, porque convierte ese instante en algo nuevo, libre y completamente nuevo”, dice Kabat-Zinn.
A veces nos sentimos demasiado occidentales para meditar. Otras veces, nos parece que no tenemos tiempo, ni ganas. Parar no nos motiva. No está en nuestro ADN. Y, sin embargo, cada vez son más los tratamientos médicos que incorporan alguna práctica de este tipo por los beneficios que tiene en la salud física y psicológica.
Respiremos
“Tomemos el caso de la respiración, algo fundamental para la vida y que simplemente ocurre. Hablando en términos generales, no solemos prestar gran atención a la respiración, a menos que nos estemos ahogando”, dice Kabat-Zinn. “Para mantener la atención en la sensación de la respiración, es necesario que nos lo permitamos, algo que requiere de un considerable esfuerzo, puesto que nuestra atención es muy frágil y va fácilmente de un lado a otro.”
TheG habló con la profesora de yoga Patrizia Camponovo para que nos enseñe cómo hacerlo.
“Podemos respirar sin conciencia, sabiendo y confiando (inconscientemente) que tendremos aire para la próxima bocanada, o con consciencia, manejando el aire que entra y sale de nuestros pulmones. Cuanto más capacidad de control tengamos sobre nuestro prana (energía vital), más fluidez lograremos en nuestra vida, menos estrés o resistencia y más paz interior. Se trata de aprender a confiar que toda experiencia vivida es perfecta para nuestro evolución.
En ashtanga yoga usamos un tipo de respiración llamada ujjayi o “victoriosa”. Es una respiración potente y sonora que se hace estrechando la glotis para producir un sonido como el de un ronquido liviano que recuerda a las olas del mar. Durante la práctica de ashtanga, ujjayi nos acompaña en cada movimiento y es un portal progresivo hacia una conexión con nuestro yo más profundo. Prestarle atención a la respiración durante la práctica es lo que transforma el yoga de un ejercicio en silencio a una meditación en movimiento.”
“Cómo la respiración cambió mi vida”, por Patrizia Camponovo.
Gracias por tu cálido artículo, es un estilo de vida estar en conciencia plena.
?