En invierno.
El frío no existe (o existe menos) cuando nos juntamos con otros. Es el clima del amor, que maneja coordenadas propias, arbitrarias. El fuego interior.
Sin embargo, el invierno es desde siempre una estación que hay que atravesar y una excusa perfecta para los corazones guardados. “Hay que pasar el invierno” dijo Alsogaray en 1962, cuando era Ministro lo que en cifrado demagógico se entiende como “hay que aguantar como se pueda sabiendo que las cosas van a mejorar”.
Pero hay otra fórmula: vivirlo. Porque el invierno contiene la esperanza de la primavera, y existen formas de avivar esa chispa para transformar su fama hostil en un motivo.
Durante milenios, en los meses más oscuros, los humanos recurren a rituales y cuentos para transmitirse esperanza unos a otros. En todo el mundo, las fiestas de la luz iluminan la oscuridad del invierno como estrellas.
Los hindúes tienen Diwali, un festival de cinco días que celebra la victoria de la luz sobre la oscuridad.
Desde la antigüedad, los humanos crean ritos para recrear la realidad que anhelan: una de las prácticas más antiguas es la de encender un fuego para llamar de vuelta al sol”, dice la nota How We Survive Winter, que publica The New York Times.
De primera mano
“El otoño me predispone a guardarme. Soy friolenta. Me gusta leer y me gusta escribir. Paso horas junto a mi chimenea derritiendo cera de velas. Es un ritual y a la vez una escultura viva, porque la vela cambia cada vez que la enciendo. También es la época ideal para encerrarme a hacer collage. Es tiempo de tazones humeantes con manos apretadas sujetándolos”, dice Bárbara Diez, wedding planner y autora de Arquitectura de una boda, publicado por Sudamericana Penguin Random House.
Bárbara nos da algunas ideas para celebrar en invierno que dependen de los pequeños detalles, de las acciones imperceptibles que sedimentan amor y contagian buena vibración. Con este espíritu la entrevistamos.
El elemento clave.
“Las hojas caídas pasan rápidamente a formar parte de las decoraciones otoñales. Un recurso a la vez económico y precioso. Colgarlas alternándolas con lucecitas le da vida a techos, paredes y pistas de baile.”
Comida.
“Es tiempo de celebrar con aquellos platos que ni remotamente invocaríamos en verano: raclette, moussaka griega, pastel de papas y calabazas, locro, fondues dulces ysaladas, guiso de lentejas, bifes a la criolla y muchas otradelicias. Invitar a amigos a casa y servirles cualquiera deestos platos y una copa de vino tinto hacen cálida y cercana cualquier reunión. No hace falta mucho más para recibir.”
Bebida.
“En otoño e invierno, prefiero el vino a los tragos.”
Vajilla.
“Pongamos la mesa con lo más preciado que tengamos, sin guardarnos nada para alguna otra ocasión, porque esta es la ocación. Saquemos a relucir soperas y vajilla antigua. Recordemos que uno o dos platos de cada juego suman al clima de distensión y calidez. No nos atemos a rigideces. Nadie viene a nuestras casas a tomarnos examen de ceremonial.”
Clima.
“Velas, velitas, velones. Nada más triste que pabilos blancos sin estrenar sobre una mesa. Dejemos que las velaschorreen sobre los candelabros. Dan belleza y dulzura de hogar. Las alfombras suman muchísimo en épocas de frío.Y las guirnaldas de lucecitas: yo uso y abuso de ellas. Gran enseñanza de mi amigo decorador Martín Roig. Ponemos lucecitas hasta en los contornos de las mesas.”
Calorcito.
“Si no tenemos suficiente espacio adentro de casa y contamos con un patio, balcón o jardín, integrémoslo al festejo. Un disco para cocinar puede hacer las veces de fogón, o también podemos encender la parrilla para armarun fuego generoso y -si nos da el presupuesto- alquilar pirámides u hongos de calor. Coloquemos una manta, chal o ruana en cada silla o banco de invitados. ¡No tienen porqué ser todas iguales! Cuanto más diverso, más cálido.”
Hospitalidad.
“Sé vos. Repartí calidez y amor. Tu sonrisa será la mejor de las anfitrionas. Y nunca critiques cuando vayas de invitado: no sabemos qué hay detrás de cada detalle, o falta de él.”
Calzado.
“Si bien en casa no usamos zapatos por un tema de higiene y comodidad, no soy de los que exigen a sus invitados descalzarse. Aconsejo botas cómodas si es que vamos a estar afuera. Menos es más.”
Música.
“No aconsejo shows en vivo a la intemperie en otoño. Es todo lo contrario a lo que imagino como un clima cálido, porque afuera hace frío y adentro ocupará todo el espacio. Mejor un playlist.”
El toque final.
“Por último, junta o comprá flores. Si no, poné follaje otoñal en un florero, que es bello también. Y acordáte de prender una vela en el toilette.”
Diwali es algo asi
Este festival hindú para celebrar los años que comienzan, proviene del sánscrito deepa que significa lámpara, luz o iluminación “fila o serie de luces” ; o simbólicamente: conocimiento. Durante estos días las casas se limpian de forma especial y se adornan con colores y lámparas de aceite o velas que se encienden al atardecer. Se preparan comidas con platos salados y dulces, se hacen regalos a las personas cercanas y familiares, se arman fuegos artificiales y juegos. Es el momento para renovar las cuentas, hacer limpieza general, reemplazar algunos detalles de la casa, pintarla y decorarla para el año entrante. Es tradición que la diosa favorecerá de forma especial a quienes se reconcilien con sus enemigos.
Se acostumbra instalar un altar en un lugar preferente de las casas donde está presente la imagen de la diosa celebrada, a la que se le ofrecen flores, incienso y monedas mientras se repite un mantra con reverencia.
Al anochecer en India se abren todas las ventanas y puertas de las casas y en cada una de ellas se realiza un ofrecimiento de luz con una lámpara de aceite o una vela, repitiendo el mismo mantra deseado. También se lanzan barcos de papel o lamparitas encendidas a los ríos sagrados, cuanto más lejos vayan, mayor será la felicidad en el año venidero y se elaboran unos diseños llamados manorā, que son unos dibujos hechos en las paredes y que se adornan durante el festival. A la salida del sol es de ritual lavarse la cabeza, lo que tiene el mismo mérito que bañarse en el sagrado río Ganges.
El simbolismo de la fiesta consiste en la necesidad del hombre de avanzar hacia la luz de la verdad desde la ignorancia y la infelicidad, es decir, obtener la victoria del dharma (la virtud) sobre adharma (falta de virtud).
Este festival de las luces tan importante para la fe hindú, o el abuso de luces cuando recibimos amigos en occidente, o encender esa vela cuando buscamos paz, colgar esa guirnalda a pila; la razón que sea que nos ayude con la ofrenda mental, espiritual, corporal a pasar el invierno estará bien en este avanzar hacia la luz en estos días mas cortos.
Seguramente estas celebraciones mezcladas con intimísimas plegarias, puedan hacernos un poco más felices, pues quizás habremos conectado con estas noches frías.
Por Carmen Güiraldes y Lala Bruzoni.