Después de consagrarse con el bestseller Comer, rezar, amar, el libro donde cuenta las secuelas de su divorcio, la escritora Elizabeth Gilbert conoció a Felipe, y se volvió a enamorar. Aunque se juraron fidelidad eterna, decidieron juntos que jamás se casarían porque los dos cargaban con historias dolorosas. Pero el destino tenía otra carta para ellos, y un problema de visas (Felipe es brasileño) los puso frente a la gran encrucijada: o se casaban para poder vivir juntos en Estados Unidos, o Felipe sería deportado.
Este libro es el testimonio del proceso que hizo Elizabeth para reconciliarse con la idea del matrimonio. “Tenía la esperanza de que al profundizar en mi investigación lograría mitigar mi profunda aversión al matrimonio. No tenía la certeza de conseguirlo, pero la experiencia me había demostrado que cuanto más sabía de un tema menos me asustaba. Lo que de verdad quería lograr, por encima de todo, era ir limpia de corazón al matrimonio con Felipe, en vez de tomármelo como una píldora amarga y difícil de tragar.”
El camino que elige Elizabeth en este libro es muy femenino: hablar. Preguntar, indagar, conversar con otras mujeres que pasaron -o no pasaron- por la institución del matrimonio, y recopilar sus experiencias, y escribirlas, y desmenuzarlas hasta desmenuzar con ellas el miedo. “Sobre el tema central nunca hubo ninguna duda: simplemente tardé algo en encontrar una voz propia.” Al final, dice en el Prólogo, decidió que escribiría en su cabeza para unas pocas mujeres, las amigas, parientes y vecinas con las que había conversado del tema. “Durante años y años de copas y tazas de té compartidas he hablado con estas almas luminosas de temas como el matrimonio, la intimidad, la sexualidad, el divorcio, la fidelidad, la familia, la responsabilidad y la autonomía. Podría decirse que este libro se ha escrito sobre los huesos de estas conversaciones.”
Comprometida cuenta la historia de amor de Liz y Felipe, pero también muchas otras, y al hacerlo lo celebra. “Para el día de mi boda, me puse mi sweater rojo favorito. El novio llevó su camisa azul. Jim Smith tocó la guitarra y mi tía Deborah –una cantante de ópera– cantó La vie en rose. Cuando todo había terminado (de verdad no lleva mucho tiempo el trámite, considerando su magnitud) Felipe y yo estábamos legalmente casados, por fin. Después todos compartimos un almuerzo. No había forma de que yo supiera, esa tarde, qué me esperaría en ese matrimonio pero me sentía tranquila, y agradecida, y todo al mismo tiempo. Fue un día hermoso.”
PD. En 2016 Gilbert anunció su separación de “Felipe”. “Fue mi queridísimo compañero durante doce años, y fueron años maravillosos. Nos separamos muy amigablemente, los motivos son muy personales.”