Dicha

“Estado de ánimo que se complace en el disfrute de algo bueno”, define Google a la dicha. Y también hace referencia a la etimología de la palabra: deriva del latín dicta (cosas dichas), por la creencia de que la suerte de las personas se debe a las palabras que pronuncian los dioses cuando nacen. Entonces tiene algo de destino, algo divino, otorgado, no buscado. De hecho, en el Salmo 32 de la Biblia se habla de la “dicha de los creyentes”, cuando son perdonados de sus pecados por Dios.

Alegría, felicidad, dicha son distintos formas de hacer referencia al júbilo. Hay matices, obvio, y el maestro espiritual bengalí Sri Chinmoy lo explicaba así: “Cuando sentís alegría, esa alegría está en nuestro ser más medular, en el corazón mismo. Cuando estás de verdad contento, esa alegría vive dentro de tu corazón como la confianza máxima. Alegría equivale a seguridad interior. Pero cuando estás feliz, estás en un plano más bajo de la consciencia: en el plano físico, vital, o mental. La felicidad es como un pájaro que puede desplegar sus alas. La alegría es como un pájaro que vuela desde el corazón. Y la dicha es superior a la feliciad. Es mucho más elevada que la alegría y la felicidad. Ni se compara. Si tenés la suerte de experimentar dicha, te volvés inmortal. Es un sentimiento que pertenece a otro nivel de conciencia.”

La dicha es un estado de gracia. Se tiene o no se tiene. Es como un vidrio pintado de rosa que lleva cualquier experiencia a otro nivel. Y que se activa, sobre todo, cuando estamos con otros. La dicha es contagiosa, al punto que enseguida deja en evidencia a quienes no la tienen. Espejito rebotín. 

“La mayoría de las personas considera que las emociones están sobre todo -o exclusivamente- en la mente. Se piensa la alegría como un estado mental, y la melancolía como señal de mala salud psíquica. Pero la verdad es que las emociones son eminentemente sociales. Se tejen en nuestras interacciones. Las investigaciones demuestran que las personas se ríen cinco veces más cuando están con otros que cuando están solos. Hasta compartir algo agradable con un total extraño en el subte alcanza para ponernos contentos. Esto no quiere decir que estar solo mirando Netflix no alcance para sentirse bien. El problema es lo solitario de esta actividad. Los picos de felicidad se encuentran mayormente en actividades colectivas”, dice la nota There’s a specific kind of joy we’ve been missing que publica The New York Times


Por Carmen Güiraldes y Lala Bruzoni