Editorial Nº37 – “Nadá, que al final no es lo mismo que nada”

Mi columna dominical pretende ser realidad (o no) y ficción (o no) semana tras semana. Una mezcla de temperaturas. Es la forma que encuentro para mostrarles que lo importante es lo que pasa entre foto y foto.

Buscaré aquí un guiño que vaya bocetando el propio sistema de creencias de una persona normal, que intenta un balance para que la vida tenga sentido todo el tiempo. Salud!

FRÍO Y CALOR

Dicen que el mar es el inconsciente del mundo.
Por eso nos da miedo.
Pero cómo nos seduce.

Gran nota me trae a la orilla la “resonante magnética” de mi alma periodística Carmen Guiraldes. Hablamos acerca del Océano hoy en TheGelatina.

Su pluma me enseñó lo que es un Cormorán: un ave buceadora blanca y negra parecida al pingüino, pero voladora.

¿A quién te parecés?
¿Volás?

No sabía que existían. Alguna vez quiero verlos en Madryn.

Tampoco sabía que hay áreas marinas que se pueden proteger.
Como las reservas de animales pero en el agua.
Como la reserva de animales
pero en el agua.

Chile tiene el 40 por ciento de su superficie marina protegida.

Argentina
el 8 por ciento.
Pero hace dos años tenía el 3 por ciento.
Mejora. Se hace consciente.

¿Cuánta área emocional tenemos protegida nosotros?

¿Y cuánta apuntamos a proteger?
¿Quién nos cuida?
¿Cómo funcionó ese cuidador de pequeño?
¿Y el adulto que somos cuántas áreas se protege?

Quise que escribamos acerca del mar porque,
¿cómo puede ser
que la imagen de placer, escape o pausa
generalmente termine ahí? ¿Qué tiene el mar?
Esa inmensidad que nos da perspectiva al final
de lo pequeños que somos,
o de lo débiles que a veces conviene ser
para dejarse llevar por la corriente.
Quizás.

Carmen justo recién me decía en medio de nuestro trabajo: “es como la imagen del buda Lala, ¿viste? con los ojos ahí siempre entreabiertos, pero no abiertos del todo”.
Qué maravilla. Qué bien me hizo.

No se puede ir siempre por todo, señores.
Mi amiga Milagros, como su nombre, tiene razón. A veces hay que dar menos. Ir por menos. No dejar la piel, no ir hasta el hueso.
Estar enojado y que se pase con el correr del agua misma.
Y con la mirada puesta en ese mar.

La nota también habla
del estado de conservación.

Y de cómo la protección de la áreas marinas –ese cuidado especial por algo– implica establecer un plan de manejo

Plan de manejo que indique qué actividades se pueden hacer allí,
y de qué manera controlar el área,
relevar las especies
y observar si mejoran o empeoran su estado.

Casi el plan de conservación de la vida aquí en la tierra.
De lo seres.

Hay que armarse un plan
y también
vivir un poco embriagado de vez en cuando
Y entonces la ola no revuelca, o si,
Y es sólo eso.

Ojalá que mi intriga acerca del mar los ayude como a mi hoy, a calmar el alma.

Una vez que el alma entra a boxes,
Es esa ingeniería del ajuste todo el tiempo.
No hay otra. Nunca está lista otra vez. El proceso es alistarse.

Ingeniería eterna,
nunca está terminado.
Pero siempre vienen las olas, y como los surfistas podemos agarrar una ola de cada serie.

Termina nuestra nota hoy y dice en algún lugar:

“El agua es paciente. Una gota de agua perfora una piedra.
TUC TUC TUC (eso lo agrego yo).
Y sigue la cita
Recordá eso, hijo mío.
Recordá que somos mitad agua.
Si no podés atravesar un obstáculo, dale la vuelta. Así hace el agu
a.”

Salud!

L.-