Editorial Nº38 – “Soy lo que como también”

Mi columna dominical pretende ser realidad (o no) y ficción (o no) semana tras semana. Una mezcla de temperaturas. Es la forma que encuentro para mostrarles que lo importante es lo que pasa entre foto y foto.

Buscaré aquí un guiño que vaya bocetando el propio sistema de creencias de una persona normal, que intenta un balance para que la vida tenga sentido todo el tiempo. Salud!

FRÍO Y CALOR

Cuando decidí separarme hace casi 6 años, no sólo de esa pareja, sino de hábitos, espacios, temples, usos, estilos, formas y des-formas, volví a creer en mi.

Uno no sólo se separa de ese afecto creo yo.
Se separa de lo que ha venido siendo hasta ese día.
Por eso hay tiempo sin consuelo.

El alma y el cuerpo se esfuerzan por armarlo todo.
Y ahi te creés, en ese espacio y en esa vida que te creaste.

Y hay que escupir polvo, desgarrarse, pasar el tiempo sin consuelo, casi que morir, para volver a crear. He citado en otra reflexión acerca de esto a Clarissa Pínkola Estes: esta autora habla de aquellas mujeres que corren con los lobos, que llegan al hueso para transformarse; habla de los ciclos eternos en vida para poder transformarse: VIDA MUERTE VIDA.

Nacés, morís, nacés, morís, nacés.
Naces, morís.
Hay que morir para nacer. Todas las veces que haga falta.
Sin relativizar. Claro.

Es que no hay otra.
O creés y creás o reventás.

Martín Viñuales fue uno de los hombres que me cambió la vida. El no lo sabe osea se lo he dicho…me refiero a que no se cuánto lo sabe.

Es médico y nutricionista y en la primer charla en su consulta me di cuenta de todo lo que no sabía acerca de la alimentación. Estaba errada. Con eso también.

36 años errada con el alimento.

Cómo no es la nutrición una materia obligatoria desde sala de 2. No hablo de proyectos especiales ni de dos cartulinas en el año. Hablo de conocimiento obligatorio, básico como el saber leer, escribir, sumar.
Bueno: comer. Bien.

Martín hasta me enseñó cómo recibe el hipotalálamo las señales acerca de lo que comemos y qué querrá éste cazar luego, si no se lo damos en cada una de las 4 comidas.
Esto me pareció re–ve–la–dor.

Aprendí acerca de las proteinas. Descubrí el huevo. Y la clara. Carne, pollo o pescado siempre.

Aprendí acerca de las grasas buenas. Nuez, almendra, aceite de oliva, palta. Obligatoria en el plato. Obligatoria?

Aprendí acerca del plato dividido en 4 siempre: almuerzo y cena.

O sea 4 porciones en un menú: proteína, verdura, grasa buena y almidón.

Aprendí que 4×4 significa para Martín 4 comidas diarias y 4 días de entrenamiento para un equilibrio.

Entrenamiento de lo que sea el tiempo que sea. Pero el siempre recomienda las pesas, bajo peso y mucha repetición para perder peso.

Si: pesas y no la cinta de correr con mil minutos.

Lo que oyen.

Me enseñó acerca de la importancia del lácteo. Uno luego decide si reemplazarlos o no y su porqué. Igual con las harinas blancas.

Me enseñó acerca del almidón como lo llama él y que recomienda preferentemente los de harina integral en panes, arroces, pastas.

Que la pasta siempre se coma junto con proteínas para asimilarse como grasa buena! Increíble para mi hasta ese día.

Que no cree en el snack entre comidas. Y porqué.

Que “nada de paquete Lala”. Nada de paquete. Y cuando como de paquete se que lo estoy haciendo yo.

Me enseñó que hay que tener ese día de placer feroz en la semana.

Martín ha tenido la capacidad del enseñarme a andar en bicicleta con la comida.

Metáfora, claro.
Te caés y sabes cuál es la manera correcta de levantarte y seguir el camino alimentario si has torcido tu destino nutricional.

Es que no lo olvidás jamás y ahí esta su técnica y sabiduría: lo que me ha dicho y cómo lo ha dicho: aprendés la lección.

No podes nunca reemplazar esa información.

Se nota que me obsesiona la idea de poder transmitir esto: es que si no se empieza por el cuerpo el cambio, los cambios del espíritu, tampoco se hacen materia.

No soy experta.
Soy testigo.

Cuando te alimentás bien, generalmente después todo esta bien.

Y vale lo contrario. Si te alimentás mal, seguramente todo se ponga mal a cortísimo, corto o mediano plazo.

Lejos de escribir como gurú y con la humildad de haber escupido ese polvo: uno se genera la vida que tiene todos los santos días viendo y transitando o ignorando las alertas. Me funciona mucho visualizar ese semáforo.

Como dice Katie Byron, para ella hay 3 planos en el mundo:

El mio
El tuyo
El de dios (dios como inmensidad, como aquello que no podré controlar jamás, dios como la realidad).

Y dice que uno sufre cuando intenta modificar cualquiera de los dos planos que no sea el propio.

Cuando tratás de modificar un plano que no es el propio sufrís. Más, menos, profundo u operativo: sufrís. Te altera.

Es mi deseo de salud que domes tu plano.

Hoy que hablo de nutrición: en la alimentación y en la vida.

Después de la ruptura. Viene la reparación.Y es maravillosa.

Salud!

L.-