El poder del enojo

Es una emoción que dispara una reacción fisiológica y pone el cuerpo en alerta para enfrentar la lucha o la huída. Cuando pensamos en enojo se nos viene a la mente una cara de grito, una descarga desaforada que produce un daño, pero si nos sobreponemos al susto hasta podemos encontrarle un lado bueno a la ira.

Algo nos hizo enojar. Nos tiene tomados. La forma de expresar ese enojo tiene tantos matices como personas hay sobre la Tierra. Pero, básicamente, hay dos caminos: o elegimos la inactividad, y empieza la larga lista de excusas que ponen el problema afuera (“no puedo hacer nada”, “igual es un/a imbécil”, “la vida se la va a cobrar”) o usamos el poder del enojo para provocar un cambio. Y nos expresamos como nos sale, y hacemos el enorme (enorme) esfuerzo de articular algo claro en medio del mar de emociones, y pedimos. Eso, antes de enojarnos probemos con pedir.

“Vas caminando por un sendero, y hay una roca en el camino. Si te enojás, entonces tal vez tengas la fuerza que se requiere para sacar la roca de tu camino. Cuando las personas se sienten amenazadas, o se topan con algún obstáculo, el enojo es una buena manera de enfrentarlo”, dice el psicólogo Ronald Potter Efron en su libro Healing the Angry Brain.

El enojo moviliza el cambio. El Dalai Lama dice que el estado natural del ser humano es la calma, que cuando nos movemos de ahí por uno u otro motivo el cuerpo tiende a querer volver a ese lugar. Por eso pasa que, cuando nos enfurecemos mucho por algo, después nos sentimos mal, culpables, pesados, no podemos responder por las cosas que dijimos en ese estado. Si encima el motivo es recurrente, si siempre es lo mismo lo que nos provoca la misma reacción, vamos a poner mucho esfuerzo en cambiar algo. El iracundo, en el fondo, es un optimista, porque se atreve a creer que hay otra manera de hacerlo.

Del tamaño de una almendra
Todo el mundo siente enojo. Y lo expresa de distintas maneras. Una persona saludable también se enoja, el tema es que sabe parar antes de producir daño. El problema con el enojo está en sus dos extremos: demostrar muy poquito, o demostrar mucho.

“Cuando el enojo coincide con una conducta agresiva u hostil, activa la amígdala, una parte del cerebro que tiene la forma de una almendra y que se asocia con algunas emociones, especialmente con el miedo, la ansiedad o la ira. Este descubrimiento forma parte de una serie de estudios dirigidos por Darin Dougherty, médico y profesor de psiquiatría del Massachusetts General Hospital, que apuntan a descubrir por qué los ataques de ira están asociados con el trastorno de la depresión. Se refiere a los ataques de bronca desmedidos para la situación y desproporcionados para el comportamiento habitual de determinado individuo”, dice en un artículo que escribió Elizabeth Dougherty para Harvard Medicine.

Pero no siempre el enojo es una manifestación de la depresión. A veces aparece en una congestión de tránsito, o cuando nos asustamos porque perdemos de vista a nuestro hijo y cuando aparece le gritamos de los nervios, o por una agresión de otra persona o por algo tan menor como un plan que se cancela. El enojo también puede tener su raíz en el miedo: a veces es una reacción sobreadaptada a algo que nos recuerda un evento (evidentemente, no elaborado) de la infancia.

Sublimar
En el parto de su segundo hijo, Male Eirin, coach de bienestar, tuvo un problema de mala praxis cuando le aplicaron la epidural. La inyección dañó un nervio de su columna, lo que le dejó la pantorrilla y el pie izquierdo dormidos. Eso pasó hace cuatro años y ya está casi recuperada, pero lo suyo fue una lentísima rehabilitación. “Me acuerdo que cuando me quise levantar para ir al baño, me paré y me caí. Me pidieron que espere, que seguramente la anestesia no había dejado de hacer efecto, pero pasaban las horas y mi pierna izquierda seguía muerta. Salí del hospital renga, la misma sensación de cuando se te duerme una pierna y tenés que moverla con las manos porque está inerte. En su momento no me enojé tanto. En realidad, ahora creo que lo que pasó es que la oxitocina y el amor que me provocó el nacimiento del bebé fue un antídoto contra toda la rabia que podría haber sentido por mi pierna. Un par de años después me puse a fondo con la idea de hacerle un juicio al anestesiólogo, así que empezamos una ronda de médicos legistas, abogados y todo el rollo. Pero en un momento me di cuenta de que no iba por ahi. Yo no me sentía mejor sino al contrario, es que donde ponés tu atención la cosa crece. Lo que hice fue reconvertir mi enojo. Me puse a escribir mi Diario de Bienestar, primero muy de a poquito pero después fue tomando cuerpo. diariodebienestar.com es una guía de autoconocimiento donde comparto hábitos y herramientas para una vida saludable.”

Lo que Male intuye está probado por la ciencia: la oxitocina, también llamada “hormona del amor”, ayuda a tratar la fobia social, la depresión y los problemas de ira.

Cómo manejarlo
Para usar lo mejor del enojo y evitar su poder exterminador, acá van algunos consejos:

Darse un tiempo. Potter Effron recomienda darse un tiempo para procesar la emoción antes de responder. El famoso “contá hasta diez”. No se puede resolver un problema en medio del enojo. Respirar profundo de verdad ayuda. Respirar lento y hondo le manda al cerebro un mensaje para que produzca menos cortisol, lo cual es una manera de decirle que no hay peligro y que no es necesario preparase para la lucha o la huída.

Buscar el miedo que subyace en el enojo. Para eso es importante, primero, desmenuzarlo. Cuando el enojo aparece, y antes de que nos tome todo el cuerpo, probemos con partirlo en pedacitos más chiquitos. Tal vez en esa tarea encontremos una de las puntas del ovillo (a veces el enojo no es una respuesta directa a un evento sino una acumulación de cosas) y podamos reflexionar en eso. Tal vez.

Tomar perspectiva. Parece un recurso obvio, pero es de los más eficientes: ir a dar una vuelta. Algo de abandonar el lugar de la afrenta, de “huir” artificiosamente, aplaca la ira.

Escuchar. Cuando es el otro el que está furioso, contestar solo acelera la escalada. En cambio, hacer silencio para escuchar ayuda a la persona que está enojada, que en un primer momento se sentirá desorientada (necesita de la confrontación para prolongar la furia) pero poco a poco notará cómo el argumento se despega de la emoción.

Sublimar. Escribir o dibujar puede ayudar a tomar perspectiva y enfriar el temperamento. Escribir demanda un poco más de esfuerzo, porque una expresión clara no siempre se logra en medio de la turbulencia emocional (y la frustración puede potenciar el enojo) pero dibujar (o borronear, o tachar con rabia) puede ser más fácil.

Pedir ayuda. Controlar la ira es un desafío grande, y no siempre saldremos victoriosos a pesar de que apliquemos todas estas reglas y -además- nos demos un baño de espuma y -además- llamemos a nuestra mejor amiga y la internemos en el teléfono. Cuando se nos va de control muy a menudo, se impone considerar la necesidad de recurrir a la ayuda de un profesional.

Posdata
Dice el Dalai Lama:
“Sentimientos como el odio y a ira son producto de una mente insatisfecha. Uno puede prevenir esto trabajando en construir su propio contento y cultivando la compasión y el amor. Esto va a traer paz a la mente y previene la irrupción del enojo. Pero cuando pasa algo que igual lo provoca, debes enfrentarte a tu ira y analizarla. Investigar los factores que le dieron origen. Después, ir un poco más profundo en el análisis y reflexionar sobre si es la respuesta correcta, y si es constructiva o destructiva. Y hacer un esfuerzo para disciplinarte por dentro, y contenerte, luchando muy activamente para aplicar los antídotos, la paciencia y tolerancia.”

“Como la paciencia y la tolerancia proceden de la capacidad de permanecer firme e impertérrito ante la adversidad, uno no debe ver esas virtudes como una señal de debilidad, o de rendición, sino mas bien como una demostración de la verdadera fuerza, que es la capacidad de mantenerse firme. Responder a una situación desafiante con paciencia y tolerancia en vez de hacerlo con odio y violencia implica restringirse, y esto es propio de las mentes fuertes.”


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