Es

La única verdad es la realidad.

Y un sábado de abril te encontrás cosiendo, aunque no sabés coser. Pero te lo pidió tu mamá, para ir a un casamiento con aquel tapado rosa tipo Chanel, que fue de ella y hoy es tuyo. ¿Por qué cosés, si no sabés? ¿Habrá habido una intuición de que era necesario? Quizá.

Lo cierto es que con esas puntadas se empezó a hilar el dobladillo más doloroso. El del cambio, el de la enfermedad, el del miedo a la muerte, el de la aceptación a los ciclos que van terminando. O no. ¿Quién sabe? Hoy es toda incertidumbre. 

Tener a alguien enfermo modifica la cotidianeidad. Es shock, ganas de hacer, aprender de temas nuevos, sentir dolor, sentirse atravesado. 

Es hacer gimnasia y llorar en silencio al momento del estiramiento cuando suena una canción de ABBA, que antes no te conmovía.

Es sentir el amor de tus amigas, que reciben tu angustia con abrazo y que te escuchan.

Es contener a los hijos y a la vez, es admitirte que tu dolor es más grande que el de ellos, porque una abuela no es lo mismo que una mamá. Y más si tenés una bárbara, como la mía.

Es imaginar la pena profunda de tu marido, quien perdió a su mamá de chico… y hoy te banca entendiéndote, desde el amor y del respeto. Sabiendo que vas a teclear seguido, sabiendo que es parte de este tiempo.

Es escuchar consejos, como “que te dejes atravesar por las emociones”. Es pensar ¿de qué se trata dejarse atravesar por las emociones?

Es ir manejando y llorar. O ir manejando y pensar cómo será la vida cuando no tengas más mamá. Y aunque te lo intentes imaginar, no llegás.

Es cambiar el discurso. Hablar de cosas nuevas. Leer en internet para intentar comprender cómo un cáncer tiene formato líquido. 

Es contarlo, a personas random como la que te hace las manos o el que te vende cápsulas de café.

Es descubrir el amor y la empatía en todas sus formas. En consejos, en mensajes de voz, en llamados. En abrazos.

Es ver la cosecha. Tu madre entregó mucho, hoy recibe rezos y buenas energías.

Es ir a Osde, a la farmacia. Hacer compras por Mercado Libre en lugar de Amazon. Cosas cero glam, pero necesarias.

Es no saber qué contestar cuando alguien te pregunta “¿cómo estás?”

Es estar bien además, y poder disfrutar una muestra de arte, un cumpleaños, el teatro.

Es también tener las conversaciones más crudas con tu hermana. Par absoluta. Espejo. Aliada y socia. La favorita en esta instancia. La que siente como vos. La que llora y se ríe con vos. Juntas decimos barbaridades. Usamos todo el abanico de emociones. Cada llamado dura mucho más que lo habitual. Lo buscás, es casi lo que más te gusta de esta nueva vida.

Es tenerlo el tema siempre en la cabeza y a la vez seguir con tu vida cotidiana.

Es pasar partes médicos, avances, noticias.

Es frenar a los desubicados.

Es reírse de los que aunque tienen buena intención dicen cosas inadecuadas.

Es comprender a los íntimos, que todos temen.

Es amar, es aceptar. Es rezar, no por la cura, sino porque tu mamá no sufra. Por poder acompañar bien.

Es moverse entre algodones y cada tanto equivocarse, con una pregunta que hiciste demás o con un comentario que no satisface. 

Es bancar, es aceptar, es repetirte el Hágase tu voluntad confiando en ese Dios que está siempre.

Es no enojarte con la religión, sino agradecer tenerla, porque rezar mueve montañas y te abraza en los tiempos más oscuros. Es descubrir señales y hasta encomendarte a una Virgen que hasta ahora no estaba en tu top tres.

Es saberte rezada, rezadísima.

Es compartido y a la vez solitario.

Es hablado y a la vez escrito, como en estas palabras que no se si serán compartidas alguna vez. Aunque cuando las releés enseguida sabés quién será la sabia depositaria… 

Es repetirte máximas. Que no sabés si son propias o son fórmulas repetidas.

Es recibir datos de médicos, tratamientos, ideas geniales. Es también decir “no gracias, solo se ciñe a lo que dice su doctor”.

También es descubrirla a ella en esta nueva faceta. Una faceta que te descoloca y te llena de pena. Es verla acompañada y por momentos no poder acompañar porque prefiere su espacio.

Eso alivia y enoja y alivia y enoja. Todo a la vez.

Es ver que no llora ni expresa miedo. Está bueno? Quién sabe o dice lo que está bueno? Qué es que algo esté bueno? Es peluca, turbantes, jeans que sobran. 

Es caminar más despacio. 

Es tener días que arrancan bien y luego desbarrancan.

Es ver a cada uno haciendo lo mejor que puede.

Es monotema. Es de alguna manera, la nueva identidad familiar.

Es una lotería.

Es confiar.

Es soñar.

Es asumir.

Es todo.

Y ni siquiera sabés por qué se te ocurre escribir. Quizá porque es lo que hiciste laboralmente la vida entera, en varios formatos.

Pero jamás escribiste que tu mamá estaba enferma. Mirás estas letras que se van reproduciendo en la pantalla un viernes por la tarde. Y es bizarro también. Tu mamá está enferma. 

Todos dicen que es una enfermedad siniestra, que es una injusticia. No te sale repetirlo. Es cruel. Pero tampoco lo decís. Escuchás, aceptás. Toca. Tocó. 

No te ayuda a valorar lo bueno porque ya valorás lo bueno. Sos optimista infantil, dicen tus amigas. Y así lo vivís. Con energía positiva, de a ratos.

Es escuchar que te digan que “no dejes nada pendiente por decir”, pero agradecer con la certeza absoluta de que no queda nada por decir. Fue una bella vida de decir, decir y decir. Qué privilegio.

Es entregarlo. Y hacer lo mejor que podés para ser testigo y acompañante.

Es entrar en un compás de espera, un tiempo que sabés que será largo y difícil pero que no sabés qué depara. Ni cómo. Ni cuándo. Ni te preguntás por qué.

No dimensionás. Atravesás. Y entonces, tratás de hacer silencio. Y de estar cerca.

Hay belleza también en la enfermedad y en el dolor. Es reconfirmar lo buenas que han sido las cosas tantas veces. Tantas. Si hay de lo bueno, también hay de lo malo. La vida. 

Enfermedad es también amor. En nuevo formato. Un formato que te encuentra en una farmacia comprando cosas quimio-friendly, como aceites sin perfume o tostadas para las náuseas.

Y aunque estás cerca. No es tu dolor ni tu enfermedad. Pero te rodea toda. Y no querés. Pero te rodea toda. A toda hora.

Como ahora. 

Es.


por E.F. (Ensayo 1)


  • Gracias por compartir. Lo he vivido en primera del singular. De otra manera, de alguna manera. Se sigue. La vida gana. Abrazo

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