Higiene nocturna

Promesa a un nuevo día.

El atardecer anuncia la noche, que a su vez contiene la promesa de un día nuevo. El invierno llega con una resignación, la de aceptar que los días son más cortos. Eso decimos: “los días se acortan”. Pero bien podríamos decir “las noches se alargan”, y en ese mínimo cambio de fórmula quedaría cifrado todo un mundo de posibilidades. Son todas esas cosas que uno puede hacer en el crepúsculo, cuando baja el sol y se empiezan a esfumar los límites. Los rituales de placer que nos vuelven el alma al cuerpo y nos hacen sentir que otra vez somos dueños de nosotros (y no los despojos de las batallas del día).
En su libro The Dusk and Dawn Master: a Practical Guide to Transforming Evening and Morning Habits, el inglés Stan Jacobs dice que el atardecer y la mañana son “portales” de acceso a nuestro mundo interior. “Tomar conciencia de cómo atravesamos esos portales es nuestra responsabilidad. No le cedas a nadie ese poder. Una vez que dominás el arte de la transición, tu vida cambia para siempre.”
Se trata de consentirse, pero también de seguir algunos rituales que nos predisponen para el día que sigue. “Tu cerebro ama los hábitos, porque son fáciles de seguir, los conoce y le ahorran energía”, dice Jacobs.

Trabajar, divertirse, trabajar
Todos oímos hablar del ritmo circadiano, el proceso natural que regula los ciclos del sueño y la vigilia. También sabemos que no todos los cuerpos responden de la misma manera a esta alternancia, y que hay personas que prefieren irse a la cama temprano (alondras) y otras más noctámbulas (búhos). Independientemente del esquema que cada uno crea que le funciona mejor, lo más importante es ponerle un límite al trabajo. La tecnología nos permite trabajar desde cualquier lado a cualquier hora, pero a la vez nos fuerza a hacerlo, y esto solo empeora en cuarentena.
El cerebro necesita una señal que le indique que empezó el tiempo de relax. Cuando podíamos salir de casa, el trayecto de vuelta de la oficina hacía las veces de. Ahora que no, para algunos es el momento de servirse una copa lo que señala que se largó el rato de divertirse un poco, de socializar, de estar con la familia, de escuchar música, de cocinar, de amar.
No hay un manual. Están los que aman salir de noche, o recibir amigos en casa, o van al gimnasio después de la oficina buscando el knockout. Están los que prefieren repetir los rituales, tranquilos, parar el ritmo, aburrirse un poco.
Lo único relevante es hacerse un rato para bajarse de la máquina de producir. Es como dijo Warren Buffet que “la diferencia entre las personas exitosas y las personas muy exitosas es que estas últimas le dicen que NO a casi todo”.

Cómo desaprovechar tu anochecer

La revista Breathe propone:

Planeala
Decidí cómo querés pasar la tarde y organizáte. Para hacerle lugar a tu plan tal vez tengas que acomodar algún compromiso o llamada con amigos o familia. Antes de pensar cómo vas a disfrutar de ese rato, tenés que saber con qué tiempo para vos contás.

Desenchufá
La tecnología es genial, pero estar todo el tiempo conectado al mail, a redes, a juegos o hasta a la TV te desconecta de las personas. Durante el atardecer, dejá el celular o racionalizá su uso. No solo va a ayudar a tu bienestar general sino también -está comprobado- garantiza una mejor calidad de sueño.

Hacé ejercicio
Sacate la resaca del día con un ejercicio suave. Puede ser yoga, tai chi o un par de vueltas a la manzana en bici.

Meditá
Una pequeña meditación crepuscular te va a ayudar a apagar el ruido para llegar a la noche sintiéndote dueño de vos mismo.

Adorná
Son los pequeños detalles los que hacen toda la diferencia. Embellecé tu espacio nocturno con velas o poniendo música soul o haciéndote un bollito en tu manta preferida.

Creá
Las tardes son una invitación a las musas. Probá escribir, o encarar esa artesanía que te provoca curiosidad. Podés aprender a tejer. ¡Probá!

Leé
No hay nada más mágico que recibir la noche con una buena lectura. Además de limpiar la cabeza de lo que pasó en el día, leer es uno de los más eficientes inductores del sueño.

Escribí
Tomá un lápiz y un papel y anotá lo que tenés en la mente. El mero hecho de hacerlo despeja la mente y la calma.

Organizá
Armá tu to-do list para el día siguiente. Esto es exactamente lo que hace Leo Babauta, el autor de Zen Habits Series. Se pasa parte del anochecer ordenando, cocinando y preparándose para empezar un nuevo día fresco y con intención.

Reflexioná
¿Cómo fue tu día? ¿Cómo estás? Celebrá tus logros. Benjamin Franklin tenía una rutina para el día y un ritual específico para la noche. Se preguntaba: ¿qué hice de bueno hoy? Apenas le llevaba unos minutos, pero él creía que era un momento de honesta reflexión y el aliciente para ir por más.

Valorá
Tomate algunos momentos para hacer un balance de tu vida. Escribí sobre ello en tu diario, o agenda, o planner. Expresar gratitud por todo lo bueno que tenemos es una excelente forma de cerrar el día.

Mirá las estrellas (y la luna)
En una noche clara, alzá la mirada al cielo antes de irte a la cama. Es profundamente relajante y ayuda a poner las preocupaciones en perspectiva.

Dormí
Una buena noche de sueño es el objetivo de un anochecer bien aprovechado. Pero también es importante programar el descanso: vos mejor que nadie sabés cuánto tiempo necesitás dormir para estar bien al día siguiente, y cómo tenés que encarar el descanso para estar revitalizado cuando amanezcas.

Esta nota es una invitación a pensar las transiciones.


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