La tortuga, el elefante y la cigarra

María Elena Walsh, siempre.

“El jueves yo salía tempranito a pasear mi malvón por la vereda, como todos los jueves, cuando al abrir la puerta ¡zápate! ¿Qué es lo que vi? El zaguán bloqueado por una enorme montaña gris que no me dejaba pasar. ¿Qué hice? La empujé. Sí, empujé la montaña y conseguí sacarla a la vereda. Y allí vi, creyendo soñar, que la montaña era nada menos que un elefante. ¿Se dan cuenta? ¡Un elefante! Ya iba a gritar pidiendo socorro cuando me fijé que el animalote tenía una enorme carta colgada de una oreja. En el sobre estaba escrito mi nombre con letras bien grandes, de modo que lo abrí, y esto era lo que decía, escuchen bien:
Estimada señorita: Yo me llamo Dailan Kifki y le ruego no se espante porque soy un elefante. Mi dueño me abandona porque ya no puede darme de comer. Confía en que usted, con su buen corazón, querrá cuidarme y hacerme la sopita de avena. Soy muy trabajador y cariñoso, y, en materia de televisión, me gustan con locura los dibujos animados.”
Así empieza la historia de Dailan Kifki, uno de los muchos personajes que inventó la escritora, y poeta, y cantante, y artista María Elena Walsh y que se puede comprar en librerías en la edición de Alfaguara.
Obvio que la nena se queda al elefante. Obvio que se encariña. Obvio que le da de comer y que lo defiende de su familia y de todos. Obvio que lo ubica en el jardín, porque es el único lugar donde entra. Y obvio que, junto con el elefante, llegan miles de aventuras, como el día que Dailan Kifki aparece arriba de un árbol y no encuentran la forma de bajarlo.
“Seguí empujando y pidiendo permiso hasta que conseguí entrar en mi casa, que también estaba llena de gente, de vigilantes, de bomberos, camarógrafos de cine, perros, gatos, heladeros, globeros y hasta una monja que rezaba para calmar a todos.
Mi mamá me abrazó llorando y me dijo:
-¿Viste qué calamidad? ¡Te dije que te llevaras a ese elefante al zoológico!
-Pero, decíme, mamá, ¿de dónde sacó Dailan Kifki ese árbol tan alto?
-¡Ese árbol tan alto es tu famoso poroto! -dijo mamá bañada en llanto.
-¿Mi poroto? ¿Tanto creció? -pregunté alarmada.
Y mi mamá me contó toda la historia. Cuando sembré el poroto, le encargué a Dailan Kifki que lo cuidara. Parece que el pobre se quedó dormido encima del poroto sembrado. Claro, el poroto empezó a crecer a toda velocidad… Lo que le habrá costado al pobre poroto crecer empujando a un elefante, se imaginan… Lo cierto es que la plantita creció, creció, creció… Fue echando ramitas, después ramas, después troncos… Y claro, le hizo upa al pobre Dailan Kifki, que tiene el sueño muy pesado.”

Quién fue
María Elena Walsh nació en Ramos Mejía en 1930 y murió en 2011. Hija del segundo matrimonio de su padre inglés con su madre de ascendencia española, María Elena creció en una casa con varios hermanos. “En mi casa había un ambiente de clase media ilustrada. Gente con sensibilidad hacia el arte, la lectura, la música. Ese es un privilegio de cuna muy grande. Es como heredar una fortuna”, declaró en una entrevista para el diario La Nación.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y empezó a publicar poesía cuando todavía era una adolescente. En los 50 emigró a Europa, donde se unió a Leda Valladares para armar la dupla Leda y María, que interpretaba canciones folklóricas del Norte argentino y que llegó a hacerse muy famosa. En los 60 empezó a escribir canciones y libros para chicos, que es lo primero con lo que se la relaciona, aunque fue una artista comprometida con todas las causas de su país y del mundo.
Antes de María Elena Walsh, los libros para niños tenían ese tono a deber ser. En la moraleja de las historias siempre se colaba una enseñanza. En cambio, casi podría decirse que María Elena inventó el juego: descubrió una infancia que tiene códigos propios y que nos deja a los grandes afuera, un universo donde cualquier cosa es posible. A partir de María Elena Walsh, las reglas las ponen los chicos.
Leer y escuchar su obra trae a la mente una sucesión de imágenes disparatadas, todo dado vuelta, todo tan irreal como real. Es jugar como crear. Es libertad. Es nuestra infancia intacta.
Recordemos:

“Me dijeron que en el Reino del Revés
Nada el pájaro y vuela el pez
Que los gatos no hacen miau y dicen yes
Porque estudian mucho inglés

Me dijeron que en el Reino del Revés
Nadie baila con los pies
Que un ladrón es vigilante y otro es juez
Y que dos y dos son tres

Me dijeron que en el Reino del Revés
Cabe un oso en una nuez
Que usan barbas y bigotes los bebés
Y que un año dura un mes

Vamos a ver cómo es
El Reino del Revés
Vamos a ver cómo es
El Reino del Revés.”

La tortuga y la cigarra
Manuelita es una de las canciones más famosas de María Elena. Cuenta la historia de una tortuga de Pehuajó que un día se enamoró, eso le pasó, se enamoró de un tortugó que pasó. Cuando se ve reflejada en un charco se da cuenta de que está toda arrugada, y entonces decide irse a París a ponerse linda:

“Manuelita un día se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.

Pero tarda tantos años en cruzar el mar para volver que otra vez está arrugada cuando llega “a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó”.
Susana Rinaldi contó que María Elena se inspiró en una tortuga suya para componer esta canción. “De las tortugas que pasaron por mi vida, sólo una, la primera, fue real. Se llamó Lily, pero todo el mundo la conoció como Manuelita. Lily fue la inspiración de María Elena Walsh. Su historia es muy rara, porque así como llegó de la calle un día se fue. Mamá era amiga de María Herminia Avellaneda, y un día nos visitó con María Elena, que quedó encantada. Lily era muy veloz. Mamá la llamaba y ella corría atravesando los 25 metros del patio. María Elena se quedaba mirándola, totalmente fascinada”, declaró la cantante al diario La Nación.
Pero hay otra canción de María Elena que dio la vuelta al mundo, como la tortuga: La cigarra, que interpretaron Mercedes Sosa y Jairo, y otros muchos, y que volvió al centro de la escena cuando empezó la cuarentena.
Como la cigarra fue compuesta y grabada por su autora en 1973. Inspirada en las vidas de aquellos actores y actrices que, ya viejos y corridos de los escenarios, aún tienen algo para ofrecer, se trata de una canción de pequeñas resistencias cotidianas. Con el devenir de las desdichas nacionales y un uso inteligente de su contenido extemporáneo, se convirtió en… ¿una canción política?”, escribió Sergio Pujo en Página12.

“Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí resucitando
Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal
Porque me mató tan mal
Y seguí cantando

Cantando al sol como la cigarra
Después de un año bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra

Tantas veces me borraron
Tantas desaparecí
A mi propio entierro fui sola y llorando
Hice un nudo del pañuelo pero me olvidé después
Que no era la única vez
Y seguí cantando

Cantando al sol como la cigarra
Después de un año bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra

Tantas veces te mataron
Tantas resucitarás
Cuántas noches pasarás desesperando
Y a la hora del naufragio y a la de la oscuridad
Alguien te rescatará
Para ir cantando

Cantando al sol como la cigarra
Después de un año bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra.”

La fotógrafa Sara Facio, que fue su pareja durante años, dijo de María Elena: “Declaro que la conocí hace casi cincuenta años y y cada día me sorprende su lúcida y apasionada visión de los hechos cotidianos, su alegría, su lealtad a las ideas y a los amigos, su adhesión insobornable a todo lo justo, bello y vivo.”

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