Una relación entre personas

Padres e hijos, y viceversa.

“La oxitocina es una sustancia que segrega el hipotálamo. A principios del siglo XX se descubrió que esta hormona tiene la capacidad de estimular las contracciones del útero durante el momento del parto y la producción de leche para la lactancia. Después del parto, la oxitocina se libera en el contacto madre e hijo: por la piel, mirada, sonidos y hasta por los pensamientos de ambos. Puesto que un contacto estrecho, positivo y amoroso incide en la producción de la oxitocina, el futuro bienestar de la madre y de sus hijos, y la capacidad de ambos de interactuar socialmente, están directamente relacionados con la calidad del contacto en el momento del parto”, dice Kerstin Uvnäs Moberg en su libro Oxitocina, la hormona de la calma, el amor y la sanación.
Y, sin embargo, la producción de esta hormona no es propiedad de las madres. Un estudio publicado en 2014 en Proceedings of the National Academy of Sciences demostró que el cerebro de una madre se activa cuando escucha a su bebé llorar, pero también lo hace el cerebro del padre. “Para la investigación, se filmó a 89 madres y padres en sus respectivas casas ocupándose de sus hijos. Luego midieron su actividad cerebral durante la proyección del video: las 20 madres del estudio mostraron alta actividad cerebral en la región del procesamiento de las emociones. Los 21 padres heterosexuales mostraron un aumento de actividad en la región cognitiva, lo que los ayudó a discriminar si sus hijos tenían hambre o había que cambiarles el pañal. Los 48 padres homosexuales mostraron actividad de los dos tipos: sus circuitos emocionales respondieron como los de las madres y los cognitivos, como los de los padres heterosexuales”, dice la nota titulada Gay Dads’ Brains Develop Just Like Those of Straight Parents publicada en la revista Time.

Más allá de los roles
De todos modos, no se necesita la imagen de un bebé para disparar la producción de oxitocina. No, los bebés no son gatitos. De hecho, la oxitocina también se libera en el orgasmo, con una ducha caliente, un masaje, una clase de yoga, al sol, escuchando música, en un abrazo. Y en las interacciones sociales.
“Constatamos que el estrés de la separación resulta nocivo para la salud. Dicho estrés puede provocar enfermedades, en parte debido a una hiperactividad del sistema simpático. La separación, voluntaria o involuntaria, de un ser querido tiene poderosos efectos de estrés”, dice el libro de Uvnäs Moberg, lo que confirmaría por qué la cuarentena genera, entre otras cosas, déficit de oxitocina.
Con los hijos la pasamos muy bien (y muy mal, pero esa es otra nota). En Perdidos en Tokio, la película de Sofia Coppola, en uno de los tantos diálogos que tienen Charlotte y Bob, ella le pregunta a él sobre la experiencia de tener hijos. Y él le responde: “Cuando tenés hijos, tu vida, tal como la conocías, está terminada. Pero con el tiempo ellos aprenden a caminar, aprenden a hablar… De repente te das cuenta de que querés pasar tiempo con ellos. Y al final resulta que son las personas más encantadoras que vas a conocer en tu vida.”
Lo que pasa entre padres e hijos y entre hijos y padres es, finalmente, una relación entre personas. Ni la intimidad ni la biología justifican omitir la otredad.

La biología del vínculo
Florencia Basaldúa estudió Comunicación y Psicología, pero se define como una autodidacta. Cuando tuvo a su primera hija (tiene tres), vivía en Estados Unidos con su marido, pero no tenía red. Casi naturalmente, empezó a informarse sobre apego y parentalidad. De vuelta en Argentina, armó su propio proyecto. Actualmente, asesora a docentes y familias sobre desarrollo infantil.

¿Qué es el apego?
Es un sistema motivacional que existe en algunas especies (en la humana, por ejemplo) que garantiza la proximidad del cuidador y de su cría hasta que -muy paulatinamente- el niño o la cría puede salir a explorar el mundo. El sistema de apego arranca en el útero y se extiende hasta que nos morimos. La autonomía es progresiva y empieza a desarrollarse en el nacimiento. El apego es un sistema motivacional que se complementa con otro: el sistema de exploración (la capacidad de salir a explorar el mundo). Ambos se necesitan. Por eso, cuando alguien piensa que la forma de hacer que un niño sea independiente es no saciar sus necesidades, se equivoca. Un niño con un patrón de apego seguro se va a sentir más confiado a la hora de salir a explorar el mundo. Un niño cuyas necesidades afectivas no son satisfechas va a tener un patrón de apego inseguro que puede condicionar sus relaciones maduras.

Cuando uno dice apego, lo primero que viene a la mente es la proximidad física, ¿es así?
El contacto físico nutritivo aumenta el nivel de secreción de oxitocina en sangre. Pero no es solamente la hormona del encuentro, que se produce a posteriori. Es importante destacar que, para encontrarse con otro, primero hay que sacar de escena el estrés (el cortisol es el antídoto de la oxitocina). Es como si nuestra biología supiera que, para que se produzca un encuentro con otro, primero tenemos que estar en calma. Esto se ve muy claro en la lactancia.

¿Hablamos de contacto físico excluyentemente?
No, para nada. Se sabe que un bebé necesita del contacto amoroso para sobrevivir. (N. de la R.: se llama marasmo, u hospitalismo, a las perturbaciones somáticas y psíquicas que presentan los bebés que permanecen mucho tiempo en instituciones hospitalarias sin que los toquen), pero el contacto nutritivo va mutando. Aunque todos necesitamos ser tocados en todas las etapas de la vida, cuando los hijos entran en la pre-adolescencia su cuerpo se sexualiza, y puede que rechacen el contacto físico. Y entonces pasa que nos piden otro tipo de contacto, como que les hagamos masajes o les peinemos el pelo, pero aquello que hacíamos de darles una palmadita en la cola ya no va más.

¿Cómo se hace para promover encuentros oxitocinérgicas con nuestros hijos?
Lo primero que hay que hacer es lidiar con nuestro propio estrés, que se lleva mal con el encuentro. Y acá hacemos agua todos. Tenemos que encontrar los mecanismos que nos relajen, desde darnos un baño hasta servirnos una copa de vino… Después, armar encuadres. Si no tenés mucho tiempo, se trata de ritualizar la rutina: por ejemplo, ¿sólo ves a tus hijos a la hora de la cena? Bueno, transformála en un ritual, cocinen juntos, hacela especial… Y jugar más. Jugar es una vía indirecta al encuentro, pero también una suspensión de lo real. Otro ejemplo: si tu hijo no se quiere bañar, desafiálo a una carrera hasta el baño. Es necesario destacar que la relación padres e hijos es asimétrica y, por ende, depende de los padres generar las condiciones del encuentro. No pasa automáticamente.

¿Y para los padres? ¿Qué recomendarías para que ellos también salgan favorecidos del encuentro?
Que se abran a escuchar a sus hijos, que se dispongan al encuentro. El disfrute empieza cuando me abro a escuchar a mi hijo, y esto supone dejar lo propio de lado un rato. Como todo lo propio hoy por hoy está metido en un teléfono, bueno, hacer a un lado el teléfono.

Leí en un estudio que el contacto amoroso y el diálogo no sólo levantan los niveles de oxitocina en padres e hijos sino también ayudan a los hijos a desarrollar su propio sistema de producción de esta hormona. Ganamos todos, entonces, ¿no?
Lo que los humanos no tenemos desarrollado cuando nacemos es el córtex, la región frontal del cerebro donde residen las funciones ejecutivas, el control de los impulsos y la empatía. La única forma de desarrollar esas habilidades es que alguien me enseñe a hacerlo, aprendo cuando alguien lo hace conmigo.

¿Acaso no es instintivo amar a a los hijos?
Sí, es instintivo pero la cultura nos interviene con un montón de prácticas de crianza, de modo que aún amándolos podríamos estar pasándoles otro mensaje. No hay ni una madre ni un padre en todo el planeta que no diga que no ama incondicionalmente a su hijo, pero ni su psiquis ni su cultura les dieron las herramientas para que él se entere de eso. Antes era aceptado pegarle a los hijos, por ejemplo. Y la penitencia es otro: “lo pongo en penitencia por su propio bien”, me dicen muchos padres. Y entonces toca explicarles lo que significa para un niño que lo castiguen. Ojo, que como padre te podés enojar y desbordar emocionalmente, pero pensar racionalmente en un castigo es otra cosa. Tenemos que informarles a los niños que hacen cosas que nos enojan mucho porque si no entramos en un modo cool que no sirve para nada.

Amar es…
Entender que el otro es otro. El modelo de paternidad de los 70 no pensaba tanto al niño como un sujeto y más bien se articulaba sobre la comodidad de los padres. Ahora el modelo es otro pero de alguna manera se siguen mirando a sí mismos y están ahí compitiendo por qué familia lo hace mejor. Lo importante es observar la necesidad del niño, que es dinámica, que cambia por etapas, que no es igual para todos los chicos de la misma edad, ni todo el tiempo. La clave de la crianza con apego es sintonizar con el mundo interno del otro. Y esta es la razón por los cual los tips de crianza no funcionan por igual para todos. El único consejo que funciona es interesarte por el otro, por cómo está, cómo ve una situación, cómo la siente. Respeto cualquier modelo de crianza que se centre en el vínculo: ni en el adulto, ni en el niño.

@criarparalapaz