Carta anónima a un Bonus papá

“Me acuerdo de la primera vez que te vi. Solo quería odiarte. Le habías sacado mi mamá a mi papá, o al menos así lo veía yo a mis diez años. Estaba equivocada, claro, pero me llevó un tiempo aprender que nadie le puede robar el amor a nadie, simplemente hay alguien que elige irse. Aunque quisiera, igual tampoco me resultaba fácil odiarte: eras amoroso con nosotros, la hacías reír a mamá de formas que nunca habíamos visto, y nos dejabas comer toda la torta que quisiéramos.

Te tocaron en suerte tres pre-adolescentes que te dieron bastante trabajo. Pero te lo tomaste con calma. Nunca nos pediste que te dijéramos papá, ni que te quisiéramos. Pero fue inevitable, fuiste importante. Lo sos.

Porque no tenías por qué lidiar con nosotros como lo hiciste. Podrías sencillamente haber cerrado la puerta al grito de no es asunto mío. Y no lo hiciste. En cambio, abriste la puerta, te tomaste todo el tiempo del mundo para descubrir qué nos gustaba a cada uno, qué nos enojaba, que nos hacía reír como cuando teníamos cinco. No, nosotros no éramos problema tuyo pero igual encontraste las soluciones.

Uno de los recuerdos más vívidos de mi infancia es una vez que fuimos de compras. Me dejaste entrar en la juguetería. Fui directo al lugar donde estaba el juguete que quería. Para una nena de 11, costaba muchísima plata. Te miré. Vos me miraste. Me dijiste: ¿qué color te gusta más?
Rojo.

Y entonces agarraste el rojo y me lo diste. Pensé que iba a explotar de felicidad. Algo cambió dentro de mí ese día. Porque ese día hiciste algo que probablemente no recuerdes, pero que para mí fue enorme y hermoso: me escuchaste.

También me acuerdo el día que nació mi hermana. Técnicamente, es mi media hermana, pero nadie lo siente así. Estaba segura de que ya no te íbamos a importar pero, en cambio, ese día me regalaste a mi mejor amiga. Me diste la persona que más amo, y siempre voy a estar en deuda con vos por eso.

El círculo se cierra. Mi hermana tiene ahora la misma edad que yo tenía cuando te conocí. Está entrando de lleno en la pubertad, y sé de sobra que no hay nadie más preparado que vos para acompañarla. Pero, si querés, también podemos darte una mano. Te lo debemos. Porque vos nos enseñaste lo que es encarar un desafío de frente. Gracias. Te amo.”

Nota TheG: la carta original se publicó el 24 de septiembre de 2019 en el diario inglés The Guardian y se tituló “Carta anonima de un padrastro” pero ya no podemos llamarla así en la editorial.