Creés que ya fue. Pero you are back.
Inmaculada. Perfecta. Con un vestido Giorgio Armani de un solo hombro, 50 años, cutis iluminado, maquillaje del trendy Pat McGrath y esa voz entrecortada de cervatillo tejano, Renée Zellweger volvió a Hollywood por la puerta grande y se llevó el Oscar a Mejor Actriz por su actuación en Judy.
Volvió después de un retiro autoimpuesto de casi diez años, que solo interrumpió para hacer la secuela de Bridget Jones.
“No estaba bien. No me estaba cuidando. Era lo último en mi propia lista de prioridades.” Entonces fue a ver a un analista. Estaba deprimida. “Él me ayudó a darme cuenta que había vivido el 99% de mi vida como una persona pública y apenas una fracción ínfima como mi auténtico yo. Necesitaba no tener que hacer algo todo el tiempo, no saber mi agenda completa de los próximos dos años. Quería dejar espacio a que pasara lo que tuviera que pasar. Tenía que hacer silencio para que aparecieran ideas nuevas”, dijo Renée a New York Magazine.
“Admitir que estás mal te da perspectiva. Deja en evidencia lo importante y barre con todo lo superficial. Porque uno de los mayores miedos que tenemos los artistas -todo el tiempo nos critican, no solo por nuestro trabajo sino también como seres humanos- es cuando te das cuenta de que es demasiado, de que no tenés espalda para aguantarlo… Bueno, ahora lo sé. Me di de lleno contra una pared. Pero no era el final.”
¿Cuántas vidas tenemos? ¿Cuántas veces podemos tocar fondo y volver a nacer? ¿Saldremos del otro lado perfectas, como Renée? ¿O perdemos cosas (que igual habríamos perdido) en el camino?
Lo que no te mata te hace más fuerte
Cuando nada está saliendo como queremos, o cuando el cansancio es tan físico como mental y nos parece que caminamos en círculos, si tenemos la suerte de poder hacerlo, se impone un retiro. Que puede incluir desplazarse de lugar o no, porque a veces alcanza con cortar con algo que nos tiene atrapados.
Existen retiros de todo tipo. Espirituales, yoga, de meditación, deportivos, hasta baños de bosque que son inmersiones calmas en la naturaleza. Los retiros de silencio son un clásico y se estructuran sobre una base científica que tiene comprobado que la meditación reduce el estrés, baja la presión sanguínea y mejora el sueño, entre otros beneficios. Una rutina de workout también es fundamental en cualquier programa de recuperación y cuidado: natación, bicicleta o caminatas en subida que estimulen los músculos pero también las ganas de ir para arriba, metafóricamente hablando.
Renée dice que se retiró a descansar. Viajó, a Tailandia y a Liberia. Volvió a estudiar, también, en una Universidad de California. “Decir no es difícil, pero liberador. Estaba cansada y no tenía tiempo de recuperarme entre proyecto y proyecto. Ya no me gustaba ni el sonido de mi propia voz. Era momento de alejarme, y de crecer un poco.”
Durante su retiro, Renée hizo una aparición pública, aquella que dio mucho que hablar porque la prensa notó que se veía distinta, y especuló con una cirugía estética en los ojos. Ella respondió con una editorial en Huffington Post donde decía que estaba bien que la vieran distinta, porque, efectivamente, así se sentía. “Sería bueno que todos fuéramos más cuidadosos y más conscientes de las decisiones que tomamos, dónde canalizamos nuestra energía y qué compramos, porque cualquier información -que a esta altura es un producto- tiene significativas consecuencias personales y sociales.”
El hábito hace al monje
Sí, a veces lo que queremos es retirarnos de nosotros mismos. Pero no ya porque la rutina nos aplasta sino porque estamos cautivos de una conducta que no nos gusta. El abanico es enorme y va desde morderse las uñas o tomar Coca-Cola, por ejemplo, a explotar de rabia o tomar alcohol de forma incontrolada o relacionarnos de la peor manera con las personas. Algunas de estas conductas están tan arraigadas en nosotros que ni siquiera reflexionamos sobre ellas. Pero otras son más autodestructivas, al punto que nos da tristeza sentir que nos poseen.
“Nuestros hábitos destructivos no son fáciles de cambiar. Aún cuando parece que empezamos a controlarlos, reaparecen. Algunos disparadores pueden provocar una recaída en esa conducta que rechazamos, pero que nos resulta tan familiar”, escribe Ron Carucci para Harvard Business Review.
“La ciencia nos dice que cambiar es verdaderamente una proeza, porque compromete dos partes del cerebro. La corteza pre-frontal, que es la parte racional del cerebro que adquiere nuevos conocimientos y habilidades. Y la otra parte del cerebro -que se conoce como “sistema de compensación”- que nos motiva y segrega dopamina cuando hacemos algo que se siente bien. Cuando los esfuerzos para aprender nuevas habilidades o cambiar hábitos fallan, es porque solo estamos comprometiendo una de esas dos partes del cerebro.”
Ch-ch-ch-changes
“Cuando alguien viene a verme porque necesita un cambio, mi objetivo es ayudarlo a acceder a los relatos más profundos, esos que están en la base de sus conductas indeseadas”, dice Ron Carucci, cofundador de Navalent, donde ayuda a CEOs y a ejecutivos a implementar cambios en sus organizaciones.
“Es un abordaje que llamo relato original. En ningún punto pretende reemplazar el trabajo terapéutico, pero provee un lugar para que las personas exploren los orígenes de esas conductas dañinas que persisten y para que tomen conciencia de que, al menos, tienen que hacer algo al respecto.”
El método Carucci consta de cuatro pasos:
- Escribir el relato original. “Les pido a mis clientes que recuerden escenas de sus primeros años, desde los 5 a los 20, en los que se empezó a moldear esta conducta. Mis clientes enseguida piensan en escenas que envuelven dolor o conflicto, que en general asocian con esa reacción. Nunca tuve un cliente que tuviera que esforzarse mucho para acordarse de una escena, pero a veces no saben cuál de todas bajar al papel.”
- Identificar el relato interno. “El origen de las conductas destructivas está casi siempre ligado a un relato acabado. Este relato es como un cristal a través del cual vemos el mundo. A menos que volvamos a escribir ese relato, siempre vamos a estar repitiendo la manera de percibir las cosas que disparan nuestras conductas. Pero no podemos reescribir un relato que ni siquiera conocemos, por eso el paso de la identificación es vital.”
- Nombrar la necesidad que está por detrás de la conducta. “El ancla que sostiene la conducta en su lugar es la necesidad que la alimenta. Este paso se trata de identificar cuál es esa necesidad. Una conducta destructiva crónica por lo general es un intento de resolver la experiencia que le dio origen.”
- Elegir un relato nuevo y cambiar las conductas. “Una vez que la persona identificó las necesidades más profundas que alimentan sus conductas conflictivas, por muy irracionales que sean, puede empezar a cambiar. Pero lleva tiempo. A veces es necesario recurrir a la ayuda de un terapeuta (se pierde el pelo pero no las mañas), pero yo igual les pido a mis clientes que hagan el ejercicio de intentar armar un relato nuevo.”
Volver
Hay crisis grandes y crisis de todos los días. No, no es lo mismo perder la billetera que recibir un resultado malo en un análisis de rutina, pero en ambos casos se activa la resiliencia, esa capacidad de superar situaciones traumáticas que es innata a nuestro cerebro, como prueban las neurociencias.
¿Por qué algunas personas lidian mejor que otras con la adversidad? ¿Por qué algunos pueden sobrellevarlo y otros se quedan a vivir en el problema?
Se trata de resiliencia, pero también de inteligencia. Porque, cuando no nos deja paralizados, un problema puede despertar todo el ingenio del que somos capaces, y los valores, y todo lo mejor del discernimiento que da la inteligencia.
Las personas resilientes a menudo se benefician de las crisis. Salen más fuertes, es verdad. Rebotaron. Volvieron. No, nada cambia los factores externos, pero la capacidad de ver en la crisis una oportunidad nos deja arriba o abajo del escenario de los Oscars. Como decía el poeta Francisco Luis Bernárdez: “Porque después de todo he comprendido / que lo que el árbol tiene de florido / vive de lo que tiene sepultado.”
No paro de llorar , lo q nos pasa a todos , sin Imaginar que una actriz de Hollywood también pueda sucederle , el rebote , el efecto que nos toca a todos …. Entendiendo, Analizando, Atravesando o Saliendo TODOS, estamos atravesando alguna de estas etapas , ojalá ?? La crisis Interna y no eterna traiga una mejor oportunidad …?