La sombra

Medicina silenciosa

Estuve leyendo y escuchando mucho un diálogo entre los terapeutas Barry Michels y Kristan Sargeant. Ambos enseñan a entrar en contacto con nuestra sombra para ponerla a jugar a favor. Suena insólito, trabajoso, contradictorio. 

Pero qué simple, qué exacto, qué originario caramba. Le he pedido a Carmen mantener las palabras justas de esta conversación que venía dada en inglés en mi audio. Pues la claridad en sus consejos y en el ejercicio que nos proponen -casi meditativo – que encontrarán a continuación fue para mi un obsequio mental. Y quise darles éste mismo, pues lo considero imperdible.

Si así lo reciben, pasen este regalo por favor, es medicina silenciosa.

“Creo que el de La Sombra es un concepto alucinante. Lo podría explicar como ese compañero misterioso que vive dentro de vos. 

Podés ignorarlo, como hace la mayoría de las personas, o podés animarte a descubrirlo. Quién es este compañero y qué tiene para darme”, dice Barry Michels.

“La Sombra es un ser independiente con pensamientos, sentimientos y ambiciones propias. 

Y tiene una inteligencia visceral que nosotros no tenemos. 

Es como tener un mago adentro, tan sabio que -si aprendés a relacionarte con él- eventualmente podrías dejar de pagarle a un terapeuta.” 

“El psiquiatra suizo Carl Jung fue el primero en poner este término en el contexto de la psicología, para hacer referencia a nuestro lado oscuro, a nuestro costado más negativo, a todas aquellas cosas que no quisiéramos ser pero igual somos”, dice Kristan Sargeant.  

“Nuestra sombra se constituye, básicamente, de dos maneras. 

Por un lado, está todo aquello que nos sucede en nuestra primera infancia, esas experiencias más o menos dolorsas que no podemos descifrar en el momento y que pasamos sin procesar al inconsciente, para lidiar con esa información más adelante. 

Luego están todos aquellos mensajes que recibimos del afuera sin parar (de la familia pero también del entorno), mensajes que a veces no son explícitos pero que igual nos hacen mella, y que nos bajan línea de quiénes debemos ser, o cómo, y de qué o cómo no deberíamos ser. Todo aquello en lo que no nos sentimos aprobados también lo mandamos al inconsciente: por ejemplo, si nos criamos en un ambiente en el que no está bien visto ser sexualmente distinto, o expresarnos abiertamente, o ser muy inteligente, etc, etc. 

Mi sombra se constituye en el transporte de todo aquello que es rechazado y que no toleramos de nosotros mismos.”

Una forma de (no) vida

Este trabajo propone revivir La Sombra para entrar en relación con ella. 

Es un trabajo difícil, que nos confronta con el dolor, pero que tiene peores consecuencias si lo evitamos. 

“Mucha gente no se da cuenta de que vive en guerra perpetua consigo misma. Ni siquiera son conscientes de que no se sienten bien, que no tienen paz ni que se están  incómodos en su propia piel. Esto consume muchísima energía psíquica, y reorientarla es clave en el camino de la realización personal.”

“Porque La Sombra invade tu vida, no se queda callada. Vive en estado latente hasta que, de repente, toma el control de tu vida y se manifiesta intempestivamente. 

Es generalmente así como se siente la gente que llega a la consulta: con un síntoma que no pueden gobernar y que no les permite progresar en la vida. 

Bueno, La Sombra es la llave para resolverlo. 

Como dice Jung: ‘Hasta que hagas consciente lo inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamarás destino’. Si querés ponerte al mando de tu vida, necesitás a tu sombra de aliada, no de enemiga.”

“Cualquiera sea el camino que elijas para tu vida, La Sombra estará siempre agazapada y tratando de salirse de él. 

Me tocó tratar a un productor de Hollywood, muy exitoso y amado, pero que robaba en los comercios. Cosas bobas, pero robaba. Y resulta que lo hacía dos o tres veces por año, y ni siquiera necesitaba lo que robaba, pero a La Sombra le gustaba sacarlo del rol de aceptado para romper alguna regla. 

La Sombra está siempre tratando de transgredir ese papel que te asignaste en tu vida. 

Y esas tomas de control son impredecibles y pueden ser realmente peligrosas. 

Por empezar son perturbadoras, porque revelan algo que desconocemos por completo. Y la solución no es tratar de suprimirla sino entablar una relación con ella: si entrás en contacto con La Sombra te sentirás menos compulsivo. 

Porque ella obtendrá de vos lo que quiere: tu atención y tu reconocimiento.”

Cómo se hace

“En general, nos relacionamos con nuestro lado oscuro mediante una conversación tradicional en el plano intelectual, tratando de dar con la teoría que nos explique por qué nos sentimos como nos sentimos. 

El ejercicio que nosotros proponemos es otra cosa: se trata de interactuar con una parte de nuestra personalidad, es más experiencial que intelectual”, dice Kristan Sargeant.

“Lo más interesante de este trabajo es que uno se pasa años y años hablando de cambiar en el plano consciente y a veces todo se mantiene igual. Este abordaje de trabajar con La Sombra ni siquiera requiere que creas en él: la interacción sola empieza a transformarte y es la clave para activar el cambio.” 

1. Cerrá los ojos y buscá en recuerdo en tu mente en el que te sentiste de alguno de estos modos: 

• Avergonzado

• Culpable 

• Humillado 

• Vulnerable

• Expuesto

2. Seleccioná ese recuerdo y recreá el momento. Ponete en esa situación y recordá cómo te sentías, qué pensabas: revivilo. 

Esto demanda coraje y honestidad, pero una vez que te sientas conectado quiero que tomes todos esas sensaciones y pensamientos y los saques fuera de vos, y les des una cara y un cuerpo, una identidad. 

Ahora mirá de frente a ese ser independiente: tal vez se vea como vos, como una versión más joven de vos, por ejemplo, o nada que ver. No hay juicio de valor. Tu trabajo es apenas ver esta parte de vos, y abrirte a lo que aparezca. Cuando estás listo, podés abrir los ojos. 

El ejemplo de Barry: “Yo elegí un recuerdo de una vacaciones recientes que tomé con mi esposa en Hawaii. Era el final de mis vacaciones y tenía que ir a devolver el auto que habíamos alquilado. Durante esos días yo había notado que mi cabeza no estaba funcionando al 100%, que estaba un poco desorientado, como una niebla mental…  Cuando me tocó ir a devolver el auto estaba totalmente perdido: a pesar del mapa en mi teléfono, no podía encontrar la oficina de alquiler de autos, no había forma. Estaba frente una versión de mí muy rara, y en el fondo la sensación de que algo andaba muy mal dentro de mí. Tenía ganas de llorar.”

¿Qué sentiste respecto de esa versión de vos que tenías enfrente? 

“En ese momento me puse muy crítico. Es feo decirlo así pero soy una persona muy educada, me enorgullece serlo, fui a Harvard, me gradué con honores, estoy acostumbrado a sentirme agudo, articulado, ingenioso, pero ese día frente a La Sombra me puse muy severo conmigo. Onda: ¿qué carajo te pasa? ¡Dale!”

Eso es normal, eso es lo que en general sentimos con nuestra sombra, no queremos vernos reflejados en ella. Pero imaginate, desde el punto de vista de La Sombra: ¿cómo creés que ella se siente cuando percibe tus ganas de ocultarla, de suprimirla, de amonestarla?

“Se siente horrible. Siente cómo que la persona más importante para La Sombra (yo) se vuelve contra ella, la condena. Siente algo así como ¿por qué sos tan malo conmigo justo cuando no me siento bien? Y además, resulta que La Sombra tenía razón, porque al poco tiempo de volver del viaje fui diagnosticado con demencia con cuerpos de Lewy, una condición neurológica que provoca exactamente los mismos síntomas que yo estaba experimentando.”

3. Esto es importante para practicar: ponerte en el lugar de La Sombra y sentir lo que ella siente cuando obtiene condena o rechazo. Podés practicar darle una entidad, una voz e incluso hacerle preguntas. La Sombra quiere ser tenida en cuenta y, cuando efectivamente la atendemos, el perdón llega enseguida. Pero esta es una conversación que sigue de por vida. Este proceso de reparación hace que La Sombra se revele en toda su dimension, que empiece a hablar. Y habla en múltiples formas, pero lo relevante es que trae un montón de información sobre lo que somos.

4. Ahora hacé las paces con La Sombra: cerrá los ojos otra vez e invocá esa imagen que te formaste (cualquiera sea) y mirala profundo a los ojos. Es importante que le demuestres que la estás viendo y que le digas: “Esta es la primera vez que te tengo en cuenta, pero estoy acá y te veo, y no estás sola y te pido perdón por juzgarte, por rechazarte, por ignorarte.” Practicá hacerlo con el corazón y la mente abiertos, aunque te sientas raro. Y luego, a tu manera, disculpáte. Y fijate si eso tiene algún efecto en tu sombra, eso de sentir amor en lugar de displicencia. Abrí los ojos. 

“Lo que le pedimos a los pacientes es que visualicen su sombra algunas veces por día, porque esa parte nuestra fue tan excluida que la visualización sola ya cambia las cosas. 

El trabajo hace que, al final, te importe más tu relación con tu propia sombra que cualquier  otro comentario que cualquiera haga sobre vos. 

Y esto repercute en tu vida porque te da una autoridad interior y una independencia emocional para desplegar tu verdadero yo, para vivir tu vida y no la de alguien más.”

5. Para la última parte del ejercicio, cerramos los ojos otra vez. Acabamos de hacer las pases con La Sombra y ahora le preguntamos: “¿Hay algo que pueda hacer por vos, hoy o en las próximas 24 horas, para demostrarte que me importás y que te voy a tomar en serio?”Practicá escuhar y darle voz a tu sombra. Fijate si viene algo y, si no, segui preguntando. 

Esto no es un ejercicio extranatural sino algo que traemos a nuestra vida de todos los días. 

Cuando La Sombra empieza a confiar en nosotros se convierte en nuestra aliada y nos aporta un nivel de seguridad en nosotros mismos muy superior al que nos da el ego. Porque La Sombra está más cerca del inconsciente, es un atajo a la fuente de nuestra creatividad.