Cereza

Homenaje a la que quieras ser.

Es temporada de cerezas. Según informa el Ministerio de Agroindustria de Argentina, la maduración de la fruta en nuestro país empieza en Mendoza, sigue en Río Negro y termina en Chubut y Santa Cruz, lo que extiende la temporada de consumo interno y de exportación desde mediados de
octubre hasta enero.
Su carne dulce y su cáscara ácida son un combo explosivo en la boca. Es uno de los pocos alimentos que queda bien en la entrada, plato principal, postre y hasta en el aperitivo. Y en un bol con cubitos de hielo son un programa.
Nos gusta la cereza porque es chiquita pero intensa, porque va unida por el cabo con otra y porque trae las mejores asociaciones: navidad, verano, Pachá, el juego erótico y un árbol hermoso y longevo que también da unas flores hermosas del mismo color pero más suave.

Hacen bien
“Las cerezas son fuente de fibra, vitaminas y minerales, incluyendo potasio, calcio, vitamina A y ácido fólico. También son famosas por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias”, informa BBC Good Food.
Las cerezas contienen metabolitos secundarios llamados polifenoles que ayudan a controlar la presión sanguínea, dice un estudio publicado en el British Journal of Nutrition en 2015. Además, comer cerezas o tomar su jugo incide a favor de la recuperación física después del ejercicio.
“Las cerezas contienen altas concentraciones de fitoquímicos esenciales, incluyendo la melatonina, que influye en la regulación de los ciclos del sueño. El jugo ácido de las cerezas mejora tanto la calidad del sueño como su cantidad”, dice la BBC.
Además, ayudan a prevenir los ataques de gota porque baja los niveles de ácido úrico.

Al marrasquino
Las cerezas al marrasquino traen recuerdos de tragos en copas triangulares de bares porteños con cortinas de voile y mozos con moñito. De hecho, el marrasquino es un licor dulce y perfumado originario de Croacia que se usa para preservarlas. La marca más conocida es Luxardo.
Las cerezas al marrasquino coronan la copa helada y la crema de la torta que compramos en el supermercado en envase de plástico. Las de ahora tienen más almíbar que licor y saben más a caramelo que a fruta.
Como posteamos esta semana en la cuenta de IG de TheG, se llama “cereza del pastel” a algo que llega para mejorar una situación que ya antes era buena. Un detalle, un premio, el postre del postre.

Su valor simbólico
“En A Dictionary of Sexual Language and Imagery in Shakespearean and Stuart Literature (Diccionario de lenguaje e imaginería sexuales en la literatura shakespeariana y estuardiana), Gordon Williams sitúa el origen de la influencia cultural de las cerezas entre los siglos XVI y XVII, mencionando algunas de las formas en que los europeos utilizaban esta fruta para hablar sobre los pecados de la carne: los poetas Josuah Sylvester y Robert Herrick comparan las cerecitas con los pequeños pezones en múltiples obras y John Garfield se refiere al sexo como jugar a cazar las cerezas en el panfleto erótico Wandering Whore II, de 1660”, escribe Amanda Arnold en una nota titulada La fruta prohibida: por qué las cerezas son tan sexuales, que publica Vice.
“En el poema de 1617 There is a garden in her face, Thomas Campion compara esta fruta con lo que simboliza más a menudo en la actualidad: el atractivo sexual de una joven pura y virginal. Pero este sentido figurativo no empezó a extenderse hasta finales del siglo XIX. Por aquella época, las muchachas jóvenes que recogían cerezas o portaban cestas llenas de ellas eran un motivo común en el arte, con pintores como Frederic Leighton, Charles-Amable Lenoir y John Everett Millais representando la piel blanca como la porcelana de las niñas prepúberes junto a cerezas de un rojo intenso. Del mismo modo que hay un momento perfecto para recoger del árbol una cereza madura antes de que se vuelva marrón, los hombres creían que las vírgenes núbiles también debían consumirse antes de determinada fecha”, escribe Arnold.

Las goji
Originarias de un arbusto de China, se cree que las cerezas o bayas goji contienen la fórmula de la longevidad. Se venden deshidratadas o en polvo y se usan en la medicina tradicional hace siglos por sus propiedades benéficas para ojos, hígados, riñones y pulmones.
Aunque no pertenecen botánicamente a la familia de los cerezos, también se las llama así porque su sabor es cruza entre el de los arándanos y el de las cerezas.
“Se supone que las cerezas goji contienen:
• Más vitamina C que las naranjas
• Más beta caroteno que las zanahorias
• Más hierro que la carne
• No hace falta pelarlas, y las cerezas son tan livianas que, por día, se recomienda comer sólo entre 10 y 30 gramos.
• La máquina de publicidad las hace llamar “viagra frutal”, “asesina de celulitis” y afirma que, al probarlas, uno “saltará de alegría”.
Una explicación científica más sobria afirma que se cree que el beta caroteno en la fruta ayuda a prevenir enfermedades del corazón, defiende contra el cáncer, y protege la piel del daño del sol. Las cerezas son una buena fuente de vitaminas B y antioxidantes, que lo pueden proteger contra el efecto de las reacciones químicas en el cuerpo”, dice la nota Nueva moda: cerezas goji publicada por la BBC.

La receta del cherry pie
de recetasderechupete.com

Qué lleva

  • 1 kg de cerezas
  • 200 g azúcar
  • 30 g de harina o Maizena
  • 1 vaina de vainilla
  • Para la masa de la tarta:
  • 500 g harina de trigo
  • 250 g manteca
  • 50 g azúcar
  • 1 cda del jugo de un limón
  • 7 cdas de agua
  • 1 pizca de sal
  • Para hornear:
  • 1 huevo para pintar
  • Molde de 23 cm

Cómo se hace
Para el relleno:
Lavamos las cerezas con abundante agua y les sacamos el carozo. Las colocamos en un bol y añadimos el azúcar. Removemos bien y dejamos que la fruta se macere durante 8-12 horas para que suelte todo su jugo. Mejor guardar en frío durante este proceso, para que estén en perfecto estado para la preparación de la tarta. Así tampoco fermentarán con el calor que hace en verano. Una vez que tenemos las cerezas maceradas con el azúcar, veremos que habrán soltado bastante jugo. Añadimos las semillas de la vaina de vainilla y la fécula de maíz. Removemos bien para integrar. Reservamos.

Para la masa:
Cortamos la manteca en cuadraditos y los ponemos en un bol. Añadimos la harina, el azúcar y una pizca de sal. Comenzamos a mezclar los ingredientes hasta formar una arena. Añadimos el agua y el jugo de limón y seguimos mezclando hasta conseguir una masa suelta y homogénea.
Con las manos compactamos la masa formando dos porciones, una para la base, más grande, y otra para el enrejado. Envolvemos cada una de las porciones en film transparente y guardamos la masa en el frío durante 1 hora hasta que se haya endurecido.

Para la preparación del pie:
Colocamos la masa de la base de la tarta entre dos papeles de horno para poder trabajarla sin peligro a que se pegue a la superficie de trabajo ni al palo de amasar. Estiramos la masa hasta que nos quede de unos 3 o 4 mm. de espesor. Colocamos la masa en el molde de tarta elegido manteniendo en la parte inferior el papel de horno así evitamos que se pegue al molde y nos facilitará el desmoldado.
Regularizamos los bordes de la tarta dejando que la masa sobresalga 0,5 cm. del molde. Rellenamos la tarta con el relleno y reservamos. Extendemos el segundo trozo de masa de la misma forma que el primero. Una vez extendida, cortamos tiras de 1 a 1,5 cm. de ancho.
Colocamos 4 tiras de un mismo sentido sobre la tarta. Continuamos con las tiras que irán perpendiculares colocando cada una de forma que quede un enrejado con las anteriores.
Pintamos la superficie de la tarta con huevo batido e introducimos al horno. Con el horno previamente caliente a 190º C, horneamos la tarta con calor sólo por abajo, durante 15 minutos. Pasado este tiempo ponemos el horno con calor por arriba y por abajo y horneamos durante 45 minutos.
Durante el horneado, si vemos que la tarta se tuesta en exceso en su parte superior, podemos taparla con un papel de aluminio.
Una vez que la tarta está lista, la retiramos del horno y dejamos que se enfríe, sin desmoldar, sobre una rejilla. Una vez fría podemos desmoldarla y disfrutarla.