Dátiles

“Los dátiles son centrales en Ramadán, el período de reflexión espiritual que dura un mes y se cumple una vez por año, en el noveno mes del calendario islámico. Durante Ramadán, los musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el atardecer, sin probar comida ni bebida durante las horas de luz. Un dátil es, tradicionalmente, el primer alimento que se acercan a los labios cuando el sol se pone. Luego, durante Eid al-Fitr, que es la celebración que cierra Ramadán, los dátiles son el ingrediente principal del ma’amoul, esas tradicionales galletas de sémola que se rellenan también con pistachos o higos y se cubren con azúcar”, cuenta Nawal Nasrallah, experta en cocina y autora de un librito titulado Dates.
“El dátil es una fruta única que se disfruta en tres momentos de maduración. Cuando está madura pero todavía firme, es amarilla o roja, refrescante y crujiente, jugosa y medianamente dulce. A medida que pasa el punto de maduración, se torna mitad roja o amarilla y mitad marrón. Y luego se ablanda todavía más, y pierde su crocantez y se vuelve suculenta, y muy dulce. Si se la deja en el árbol para terminar de secarse naturalmente con el sol, se le arruga la piel y se pone transparente, y el dátil adquiere una textura como de caramelo masticable. Es en este estado que se recoge y se transporta a todo el mundo”, cuenta la autora.
Cien gramos de dátiles por día aportan 288 calorías y cubren las necesidad diaria de hierro. Son alta fuente de calcio (62 mg cada 100 g) y de hidratos de carbono (67 mg cada 100 g) y también aportan proteínas, magnesio, fibras, vitamina C y E. Se comen directamente como vienen, disecados, o se parten al medio para sacar el carozo y rellenarlos, por ejemplo, con nuez. Y se guardan en un frasco de vidrio para tener a mano, y al paso. También se hace con ellos pasta de dátiles, que es el más codiciado endulzante natural, mucho más nutritivo que la miel y con 10 veces más carga de antioxidantes. La pasta se logra dejando remojar los dátiles en agua y luego mixeando (abundan las recetas en la web), pero también se puede incorporar la fruta directamente en batidos, smoothies o leches caseras.
“El dátil es un alimento accesible, repleto de energía, comparable al trigo, las papas o el arroz. Además de consumirse entre comidas o como postre, en las zonas áridas de donde es originario a veces es una comida en sí mismo. Se lo llama el pan del desierto, o la torta de los pobres. Mucho antes de la modernidad, eran los dátiles los que mantenían en pie a los navegantes árabes en sus largos viajes de exploración y conquistas. Y, lo que era todavía más importante, los preservaba del escorbuto, la enfermedad que trae la deficiencia de vitamina C”, cuenta Nawal Nasrallah en su libro precioso.
El dátil proviene de la palmera datilera, un árbol típico del sudoeste de Asia que crece hasta un altura de 15 metros. Su nombre científico es Phoenix dactylifera y tiene toda una historia en sí mismo. “Los mitos griegos asocian a esta palmera con el cuento del pájaro ardiente que nunca muere. Escrito a comienzos del siglo I por Plinio El Viejo, en su Historia Natural se cuenta la leyenda del ave fénix, que vivía en los desiertos de Arabia. Vivía hasta sus 500 años, y había solamente uno por vez. El ave fénix armaba su nido en la punta de una palmera datilera y era allí donde se prendía fuego con las llamas que el sol encendía para dar lugar a otra ave que nacía de sus cenizas”, cuenta Nasrallah.
Los dátiles tienen fama de caros y exóticos, pero cada vez son más populares. Aunque se consumen mayormente solos o en repostería, el cocinero israelí Yotam Ottolenghi sugiere picarlos y usarlos en ensaladas, también con nueces. Son esa clase de fruta festiva que va muy bien en la mesa navideña.