Encendernos o apagarnos

Por qué el erotismo debe ser parte de nuestra rutina de auto-cuidado

Por Esther Perel

Cargamos con la responsabilidad de nuestro deseo. ¿Por qué? Porque desear es una expresión de nuestra voluntad. Nadie puede obligarnos a querer algo. Entonces, puesto que es nuestro, también es nuestra responsabilidad activarlo. La libertad siempre viene con responsabilidad. Podemos encendernos o podemos apagarnos. Podemos abrigar pensamientos que nos bloqueen o abrigar pensamientos que nos abran a la posibilidad y a la curiosidad. Podemos elevarnos o anestesiarnos. El erotismo surge de la tensión entre excitación e inhibición y se manifiesta en lo que hacemos y decimos, en cómo actuamos y en cómo pensamos. Tendemos a creer que el erotismo es un estado sexual que comparten dos o más personas, pero en realidad empieza en cada individuo. Y requiere práctica.

Qué es el erotismo

No es sexo. Es algo sexualmente transformado por la imaginación humana. Son los pensamientos, sueños, anticipación, impulsos indómitos y hasta recuerdos dolorosos que componen los paisajes eróticos más variados. Y que se entroncan en nuestra experiencia humana, entre aquellas capas de nuestra primera infancia, los juegos, las caricias o el trauma, que luego componen el cuadrilátero de nuestra vida erótica. Sabemos de sobra que aquellas cosas que nos dan más placer pueden venir de lugares muy dolorosos. El erotismo no es cómodo ni prolijo. Revela luchas internas, tensiones emocionales, una mezcla de excitación y ansiedad. 

Cómo accedemos a él

Suelo decir que las parejas que encuentran tediosa su vida sexual son coincidentemente aquellas que no se permiten ser vulnerables con sus partenaires. Priorizan el acto a la exploración de los deseos ocultos que los encienden. Lo mismo se aplica a nosotros. Cuando estamos solos, también queremos “liquidar el trabajo”. Pornografía. Dildos. El foco puesto en un punto específico y un orgasmo rápido. Pero, para tener una experiencia que se nutra de erotismo, debemos hacer un esfuerzo. ¿Por qué entonces nos apuramos tanto? ¿Acaso tenemos miedo a lo que pasaría si bajamos un cambio y nos entregamos a pasar un tiempo con nosotros mismos?

Hoy más que nunca vivimos bajo el control de nuestras emociones internas. Nos medimos y juzgamos todo el tiempo, al punto que muchas veces sentimos nuestro cuerpo más como una prisión que como un castillo lleno de habitaciones para explorar. Si habitar nuestro cuerpo es una lucha, ¿por qué nos tomaríamos tiempo para explorarlo? Y ¿por qué invitaríamos a alguien más a hacerlo? Y no me refiero a la penetración. Me refiero a entrar en nuestra intimidad, en nuestros sueños, en lo que somos, en nuestro cuerpo y alma. Muchos de nosotros somos tan críticos de nosotros que olvidamos estas maravillas interiores. 

El auto-cuidado erótico empieza con apagar nuestro crítico interior y darnos el espacio para sentirnos simplemente hermosos, disfrutar pasar tiempo con nosotros mismos, ser más compasivos y realistas. Pienso en todas aquellas personas que usan sus dedos para hacer swipe entre las posibilidades que promete una aplicación en vez de usarlos para darse placer. 

Me apago cuando

Incluir el erotismo en un plan de auto-cuidado es, básicamente, apagar la voz del mandato cultural del control para explorar aquello que trae buenas vibras y vitalidad a nuestras vidas. Ya sea que decidamos explorar nuestro erotismo por nuestra cuenta o con un partenaire, siempre brota de la misma fuente: nosotros mismos. 

Tomo mío el trabajo de la terapeuta Gina Ogden y les pido a los pacientes que completen esta oración: “Me apago cuando…” Las opciones son infinitas. “Cuando chequeo mails antes de irme a la cama; cuando me preocupo por mis hijos; cuando me estreso por el trabajo o el estado de mis finanzas; cuando como de más o no hago ejercicio; cuando no me cuido.” Nótese que nada en esta lista es estrictamente sexual. Lo que nos apaga es todo aquello que apaga nuestra energía y vitalidad. 

Me enciendo cuando

Y lo mismo a la inversa. Cuando le pido a mis pacientes que completen la oración “Me enciendo cuando…”, las respuestas en general caen en el rubro del auto-cuidado: salir a pasear en la naturaleza, bailar, conectar con el cuerpo y con su sensualidad, nutrirse. Nos encendemos cuando nos energizamos, cuando encarnamos quienes somos, cuando estamos en eje (no enfocados en un objetivo en particular, como tener un orgasmo, sino en el momento presente). Tal vez sea sentir un cuadradito de chocolate amargo derretirse en tu lengua. O ese momento en la ducha cuando sentís el chorro en la nuca, en las axilas, en el pecho. Hay tantas partes de nuestro cuerpo que no nos acordamos de lavar, o tocar. 

A veces ignoramos esas partes de nuestro cuerpo porque en algún momento las bloqueamos. Tal vez nos hirieron mucho y no queremos abrirnos otra vez. Tal vez pensamos que ya no seremos atractivos porque ya no tenemos ese cuerpo en forma o todo el pelo en la cabeza. O tal vez una enfermedad nos transformó, y confiscó nuestros pechos, nuestro útero, testículos o alguna otra parte, y nos sentimos poco atractivos. Tal vez estamos atravesando un duelo o sentimos culpa por algo, como si no tuviéramos derecho a ser sensuales porque acabamos de perder a alguien. A veces sencillamente estamos irritados. Por el estrés de cada día, los resentimientos, nuestras heridas profundas, hay muchos motivos por los que alguien puede sentirse desconectado de su erotismo interior. A veces, bloquearnos es lo único que podemos controlar. Incluir el erotismo en nuestro programa de auto-cuidado puede modificar nuestra relación con el control y cambiar nuestra manera de ser.

Se trata de ser receptivo, deseoso, abierto y sensible

Son palabras claves en el espectro del erotismo. No se trata de decir sí o no a todo; se trata de permitirse ser afectado, receptivo, curioso. Cuando nos cerramos por largos períodos de tiempo, nos cuesta abrirnos después. Queremos que sean los otros los que enciendan nuestro deseo, pero lamentablemente no funciona así. El deseo es algo propio. Nadie puede hacernos desear excepto nosotros mismos. 

El deseo y la auto-estima van de la mano. Para desear, debemos sentirnos merecedores, dice Susan Rubin Suleiman en su libro “El cuerpo femenino en la cultura occidental”. Es triste, pero a menudo no nos sentimos atractivos, nos cuesta imaginar que le gustamos a alguien, no toleramos que el otro tenga una mirada diferente a la que nosotros tenemos de nosotros mismos. No nos sentimos merecedores de sus caricias, ni siquiera de las nuestras. Este es uno de los idiomas del rechazo. Quiero proponerles cambiar el guión: me merezco un recreo. Me merezco dejar de trabajar. Me merezco descansar un rato. Me merezco sentirme bien. En ese estado de bienestar, no producimos nada, porque no hay nada que medir. Es un interludio luminoso, la decisión de prestarle atención a lo que a menudo pasamos por alto, abrirnos a recibir y responder. 

Ampliando el espectro de los sentidos

Cuando ampliamos el espectro de los sentidos, invitamos al mundo a entrar. Me gusta hacer estas preguntas. Te propongo que vos también las respondas: 

  • ¿Cuál es para vos la temperatura ideal del agua?
  • ¿Cuál es para vos la temperatura ambiente ideal?
  • ¿Cómo respondés al sol, el viento, al aire?
  • ¿Sos consciente de lo que está tocando tu piel en este momento?
  • Cuando te bañás, ¿cuál es tu relación con el cuerpo que estás lavando?
  • ¿Te gusta tocarte? Y no me refiero a los genitales sólamente, sino a acariciarte y mimarte. 
  • Cuando tomás un café o un té, ¿sólo tragás o saboreás cada trago?
  • ¿Sos consciente de tus experiencias sensuales y físicas?
  • ¿Cuál es el sentido que más usás al hacer el amor?
  • ¿Cuál es el sentido al que apenas le prestás atención?

Incluyendo el erotismo en tu plan de auto-cuidado

El auto-cuidado no es sólamente una cuestión de máscaras faciales y mindfulness. Eso está muy bien también. Pero se trata de sintonizar con nuestros cuerpos y permitirles que nos revelen lo que a ellos les gusta, lo que no les gusta, y que nos enseñen cosas nuevas sobre nosotros. Hay muchas formas de hacerle espacio al erotismo en nuestro día a día, desde activar distintos tipos de caricias -energéticas, afectivas, sexuales y eróticas- hasta masajes exploratorios, cosquillas y chirlos. Recomiento la serie Somatic Intelligence, en la cual Chen Lizra enseña la Sabrosura, una técnica basada en el arte de la seducción cubano. Lizra enseña la auto-confianza, la consciencia del cuerpo y a mantener la tensión a través del movimiento. Probá esto ahora: deslizá tus dedos desde el codo hasta la muñeca lo más lentamente que puedas. Ahora hacélo más despacio todavía. 

A mí, personalmente, lo que me funciona es bailar. Podemos llorar cuando pintamos, cuando escuchamos música, leemos o escribimos, pero no podemos llorar cuando bailamos. El cuerpo no nos lo permite: no podemos llorar mientras bailamos. Otros prefieren unos masajes, darlos y recibirlos al mismo tiempo. Otros encuentran el erotismo en el tantra y el yoga. Habitar nuestro cuerpo no tiene nada que ver con el rendimiento o los resultados. Se trata de estar en casa. Es una conexión placentera y sensual que nos recuerda que la vida vale la pena aún cuando estemos sufriendo o en problemas. Si estamos dispuestos a conectarnos con nuestros cuerpos, nos invitamos a explorar distintas cosas con nuestros sentidos. Hacernos amigos de nuestros cuerpo y firmar con ellos la paz es una de las mejores relaciones que podemos tener: la relación con nosotros mismos. 


Traduccion fiel, Carmen Guiraldes.